Llega raudo en su auto al estacionamiento de un moderno edificio de ladrillos encumbrado en uno de los cerros de Santa María de Manquehue. George Anastassiou (64) viene de reuniones en la empresa metalúrgica Molymet donde preside su directorio, como el de la Fundación Mustakis.

En su departamento ambientado por su mujer, la decoradora Cecilia Rojas (con flores naturales y objetos de viajes), se relaja. "Molymet funciona como un relojito con profesionales de primer nivel. Viajo mucho generando contactos con Europa para la fundación", puntualiza. Fundación Mustakis tiene un 10% de la propiedad de Molymet, mientras las familias Anastassiou Mustakis y Rojas mantienen otro 10% de la compañía.

George —padre de Nicolás (37), Daniela (35), Antonia (32) y Pedro (27), y abuelo de Jacinta (5) y Dominga (3)— es el segundo y único hombre de una familia con tres hermanas, y es nieto de inmigrantes griegos que llegaron a Valparaíso y a La Serena entre 1910 y 1920. También es primo de la presidenta de la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), Alejandra Mustakis.

Su abuelo materno, George Mustakis Dragonas, fue un exitoso empresario, dueño de la exportadora de frutos no perecibles Gianoli-Mustakis y fundador de la Fábrica Nacional del Carburo, que dio origen a Molymet. De él recuerda haberlo acompañado a su oficina en Valparaíso hasta que tuvo ocho años. "En el camino nos dejaba donde Vasiliki, una señora que nos enseñó griego. Fue un patriarca, un gran empresario, un líder innato", cuenta.

"En Grecia me confunden con un griego de Chipre, porque mi acento es medio chipriota", acota. "Estoy bautizado por las dos iglesias (católica y ortodoxa); me estoy asegurando llegar al cielo por los dos lados", ríe George. "Me gusta el baile, la buena mesa y las tradiciones griegas, como romper platos. Navegar una vez al año con mi familia por el mar Mediterráneo, y por el lago Colico". También es dueño de 40 caballos enduro que monta y cría.

"Hace cinco me dedico a estructurar el plan de sucesión"

George estudió en los colegios Trewhela´s y Craighouse; y es arquitecto de la Universidad Católica. A sus 27 años y recién egresado de su carrera, aprendió de negocios y, para familiarizarse con los directorios que asumiría en la metalurgia y la fruta, cursó en los 80 un MBA en la Universidad Adolfo Ibáñez. "Siempre fui bueno para el negocio. Mi primer emprendimiento fue a los 16 años, arrendando motos en Viña. Y con mi amigo Teodoro Schmidt hacíamos lámparas horribles sicodélicas con botellas y maderas que vendíamos en el Drugstore y a la familia".

Junto a su primo Raúl Toro Anastassiou, abogado, formalizó hace 20 años el legado filantrópico de la fundación Gabriel y Mary Mustakis, en honor a su tío abuelo Gabriel Mustakis y su esposa. Su tío, sin hijos, creó esa entidad en 1992 y además aportó recursos a escuelas vulnerables; construyó la única iglesia griega en Chile y gracias a él la vía en Ñuñoa se llama Avenida Grecia y Rotonda Atenas en Las Condes. "Llegaron otras platas de mi tío Cocho (Constantino) Mustakis y de mi madre, también herederos de mi tío Gabriel, que complementaron el aporte a la fundación". La institución está enfocada en la cultura y la educación, y atiende a más de 320.000 personas al año en Recoleta, Quinta Normal, Valparaíso, Viña del Mar, Arica, Curicó, Frutillar y Chiloé.

Hace seis meses la fundación Mustakis, entidad sin fines de lucro, se instaló en la calle Puma 1180 (Recoleta). Remodelaron casas antiguas y dos galpones que pertenecían a la fábrica de muebles de Jorge Undurraga y que antes fueron la fábrica de cristales de la familia Schlack. "El propósito de la fundación es que miles de niños encuentren su vocación, desarrollando al máximo sus potencialidades; es hacerlos reír", explica.

Esta fundación apoya cerca de 30 iniciativas, aportando anualmente tres mil millones de pesos (casi 5 millones de dólares).

Además, como la idea de la familia es diversificar, crearon el año pasado Mustakis Charity Network Foundation (en Estados Unidos) para generar relaciones con universidades estadounidenses (como MIT y Harvard) y la fundación Red Solidaria Mustakis (para proyectos de escasos recursos). También tienen la fundación George Mustakis Dragonas (fundada por su madre, Helen Mustakis, en 2010).

Como vicepresidente de la Asociación de Empresas Familiares (AEF) y líder del Capítulo de Fundaciones de esa institución, George tiene claro cómo abordar el momento del relevo.

—De acuerdo a la Primera Radiografía de Empresas Familiares de la UDD (2014), el 85% de las empresas familiares no logra pasar a la tercera generación, ya sea por conflictos familiares o por la dificultad de interesar a las nuevas generaciones.

—El plan de sucesión me llegó antes de los 30 años y hace cinco me dedico a estructurar el plan de sucesión. Contamos con expertos multidisciplinarios, como abogados, que te dicen que debes hacerte cargo de este tema. Tenemos seminarios, asesorías y actividades para el traspaso a las nuevas generaciones, que hacen que un plan de sucesión sea un must.

—Horacio Arredondo, director ejecutivo del Centro de Empresas Familiares de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), sostiene que la sucesión debe comenzar como proceso incluso antes de que los hijos estén en la edad adulta.

—Siempre les pongo números a mis niños, pero lo relevante no son los números, sino el espíritu de lo que queremos hacer. Mis cuatro hijos están muy bien preparados, con los valores familiares que les hemos transmitido y la idea es que ellos pongan su propia impronta. Además, les pedimos posgrados en buenas universidades. Nicolás, el mayor, es ingeniero comercial con un MBA en MIT. Hace cuatro años me junté formalmente con mi hermana y mi mamá y les dije que a mis 65 años me gustaría tener en los directorios a parte de la tercera generación. Afortunadamente está todo muy ordenado, así es que les saldrá muy fácil ponerse al día.

"Me ha tocado estructurar, hacer crecer, internacionalizar y ahora transferir este legado. Quiero que mis hijos tengan armonía entre ellos para enfrentar los proyectos futuros y la convicción de hacer lo que les gusta. Así, con sus vocaciones ellos transformarán esta obra en un bien", enfatiza George.

—El profesor del Boston College, Paul Schervish, dice que en filantropía "los ricos siempre serán criticados y que hay que sobreponerse a eso".

—Hay bastante crítica sin asidero de quienes no están dispuestos a moverse de su asiento. La mayor parte de la gente que tiene fundaciones importantes se mueve por una actitud de hacer el bien. Me gustó una explicación el otro día de Leonidas Montes, quien decía que la filantropía era el estado máximo del espíritu capitalista, que no se produce en estados autoritarios ni de guerra. Ojalá que, con el beneficio tributario que se tenga, se done igual.

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