"La vejez te da la opción de enceguecerte menos con las histerias de los tiempos".

El oficio de escritor de Mario Valdivia, economista de la U. de Chile dedicado por estos días al lanzamiento de su tercera novela policial, tiene dos particularidades. La primera, el no sumarse a la tradición costumbrista de la literatura chilena retratando paisajes del campo chileno, a pesar de que nació en la comuna de El Carmen, a 42 km de Chillán. Y la segunda, publicar su primera novela por Amazon, a los 70 años.

"En el campo uno nace con una sensación de libertad enorme. Aunque no seas dueño de nada, el espacio es infinito. Esa sensación de libertad nunca me la he quitado, aunque esté en Santiago. Yo soy un animal de ciudad", se define a sí mismo Valdivia antes de agregar que sus tres trabajos tienen como denominador común las investigaciones del detective Óscar Morante. Personaje tanto de "Un crimen de barrio alto" (2015), de "Tres balas para el diputado" (2016), y ahora de "La muerte de Paco Garmendia", donde narra el crimen de un peluquero en el centro de Santiago, un personaje común y corriente, sin influencias, cuya muerte nadie quiere investigar. Excepto el detective Morante.

—La novela policial en su teoría más pura necesita de la ciudad y sus recovecos, pero también podría sucederse una serie de crímenes en el campo chileno, ¿no?

—Un policial en el campo… (duda). Un detective haciendo investigaciones en el campo sería una aventura, pero no creo que se pueda hacer una novela policial. En la ciudad está el poder. Imagino las mansiones inglesas de Agatha Christie, donde todavía queda un poco de poder. Un crimen donde no haya poder sería muy básico. No sé, el vecino le pegó a mi gato. Los crímenes interesantes son los que esconden realidades sociales: envidias, humillaciones sociales y plata.

—Me nombra a Agatha Christie. ¿Es una autora que lo inspiró en el género?

—Agatha Christie nunca me interesó demasiado. Ese reto al lector sobre «quién cometió el crimen» lo encuentro pedestre porque lo interesante es cómo el investigador va mostrando un pedazo de la realidad social. El detective como un investigador sociológico que tiene derecho a meterse en baños, en salas de directorios. Que nadie puede parar porque está investigando.

—¿Cuál Santiago retrata usted?

—El que intento plasmar es el Santiago lleno de anomalías: democrático, pero de mentira; exitoso, pero miserable. Y el viejo centro, allí donde ocurre "La muerte de Paco Garmendia" tiene cierta dignidad, cierto pasado, cierta clase. Hoy hay parte que no entiendo de la ciudad personalmente, La Dehesa, Las Condes, barrios nuevos que son intercambiables por cualquier barrio en cualquier parte. En algunos no sé si estoy en Santiago o en Miami.

"En whatsapp hay literatura"

Dedicado a la consultoría comunicacional a empresas, su escritura debutó directamente en Amazon.

"Tengo unas seis novelas allí. Seré un señor de 70, pero escribo más en digital que todos los jóvenes juntos", explica sobre cómo los editores de Planeta se interesaron en publicarlo: lo leyeron en Internet. Cuenta que, de los escritores más jóvenes como Camila Gutiérrez o de los que nacieron al alero de Youtube, "sólo he leído a Alejandro Zambra, para no sentirme tan ignorante".

—¿Cuáles son los costos de partir escribiendo de viejo?

—Supongo que en una parte pierdo cierta sensibilidad con lo pop. Y eso puede ser un defecto, porque los cabros jóvenes pueden decir: «Este viejo está pasado de moda». Dicen que los jóvenes no escriben, pero en whatsapp hay literatura. La vejez te da la opción de enceguecerte menos con las histerias de los tiempos.

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En 1994, el escritor y periodista de The Independent Mark Simpson acuñó el término "metrosexual".

Viendo cómo cada vez más hombres se ponían vanidosos, los definió como "heterosexuales muy interesados en el cuidado de su aspecto y preocupados de su apariencia personal", características que reconocía eran "más propios de la cultura gay".

Por la explotación constante de su imagen, los deportistas, y los futbolistas en particular, se transformaron en los niños símbolo de esta nueva tribu, con David Beckham como ícono mundial.

Sin embargo, más de dos décadas después, Simpson cree que su neologismo ya quedó obsoleto. Los "metros" han exacerbado tanto el culto a la masculinidad, que ya no se preocupan sólo del pelo o la ropa, también del físico y, en especial, de hacer alarde de él a todo el mundo, gracias en no menor medida a las redes sociales.

Y como un complemento fundamental se da en el deporte, su nuevo término lo usó como inspiración. Es el "spornosexual", combinación entre "sportsman" (deportista en inglés) y "pornografía", ya que el culto a lo físico se exhibe en poses sugestivas y erotizadas.

De hecho, según Simpson, los "sporno" tienen una connotación "claramente homoprovocativa", lo que los transforma en íconos de la adoración homosexual.

No lo decimos nosotros, lo dice él, Cristiano Ronaldo es el mayor referente de esta nueva corriente.

¿Cabrá también el término para Alexis Sánchez, el "Spornomaravilla" chileno?

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