No lo ha dicho públicamente, pero sí en privado. A sus más cercanos.

Ennio Vivaldi, el rector que sale a marchar junto con sus alumnos por la Alameda pidiendo que el Estado «se haga cargo» de sus universidades, irá a reelección. Está en los descuentos para cumplir los cuatro años de su mandato. Y como sus antecesores —de 1990 a la fecha— buscará los 8 años. "Sigue la lógica de Lavados, Riveros y Pérez, que se repostularon y lograron un segundo período", advierte un académico que ha ocupado cargos directivos por más de 20 años en el plantel.

Y aunque la elección debiera realizarse en mayo —luego vienen las elecciones de decanos—, hay señales de que las piezas se están moviendo en la Casa de Bello, en lo que dentro y fuera de la universidad algunos califican como "la elección de rector más política que ha tenido la universidad en mucho tiempo".

Ingeniería, Medicina y Derecho son las facultades que históricamente centran la atención cuando se elige rector. Precisamente de esas unidades (3 de 18 que componen la universidad) surgen tradicionalmente los candidatos. Ahora no es la excepción, porque tímidamente empiezan a surgir nombres (ver recuadro).

La universidad tiene cerca de 4.600 académicos, pero no todos podrán votar en mayo. En la última elección estaban habilitados casi 2.900 y el valor del voto quedaba sujeto al tipo de contrato (un voto, medio voto o un octavo de voto según las horas semanales).

La figura de Vivaldi se ha visto expuesta por los flancos externos que ha debido enfrentar los últimos meses por las reformas a la educación superior con el gobierno, el Congreso y otros rectores —no estuvo disponible para esta nota porque su agenda estaba copada con la reforma a las universidades estatales—, pero el médico también ha estado activo en acoger demandas internas.

Por ejemplo, ponerle acelerador al proyecto (que viene de 2016) que crea una plataforma única para que los profesores tengan centralizada toda su información académica (cursos, publicaciones y asignaciones), la que hoy está dispersa en varias bases de datos institucionales. La idea es que el proyecto que hoy está funcionando de manera piloto en un par de facultades, esté operativo en toda la universidad en marzo.

La iniciativa —que entre otras cosas facilita a los profesores la postulación a una asignación especial que implica incrementos salariales— cubre una de las continuas quejas de los docentes de no tener acceso a sus antecedentes de manera centralizada.

Otra demanda, interpretada como un guiño a los grupos de izquierda, es que acogió la petición de estudiantes y funcionarios de incorporar a la planta a guardias y personal de aseo que hasta la rectoría pasada pertenecían a empresas externas. "En una universidad estatal no puede haber empresas privadas a las que se les esté pagando con dinero de todos los chilenos", justifica la presidenta de los funcionarios del plantel, Myriam Barahona.

Y dice que "todo se ha hecho con los estudiantes, los funcionarios no académicos y una parte de los académicos... no todos", aludiendo a profesores críticos de la gestión del rector y que ella ubica en Beauchef (Ingeniería) y en Diagonal Paraguay (Economía): "A esas facultades cuesta movilizarlas porque están más interesados en sus negocios particulares", critica.

Los U21, el flanco interno

Justamente a esas facultades pertenecen dos de los académicos más activos del Movimiento U21, que desde 2015 tiene una línea disidente de Vivaldi. Ahora —dice el profesor de la FEN y ex presidente del Metro Aldo González— se reactivaron por el proyecto de ley de universidades estatales y la posición del Senado de la universidad, del cual el rector fue vicepresidente entre 2006 y 2009.

"Vivaldi se ha hecho eco de las posiciones del Senado universitario, que quiere atribuciones que no corresponden. Los dueños de la universidad no son los académicos ni los estudiantes, es el Estado. Si sigue este proceso (de triestamentalidad) puede conducir a la captura de la universidad por parte de grupos de interés, que puede llevar a la destitución de decanos que no son de determinada tendencia política", asegura González.

Desde el Departamento de Ingeniería Civil, el académico Leonardo Basso asegura que más de 250 profesores los apoyan en todas las facultades. "No tenemos un ordenamiento político, lo nuestro es académico", dice. Y aunque, Basso dice que por ahora no están pensando en levantar un candidato propio, adelanta que "estaremos lo más públicamente posible".

"Los roces los ha ganado"

Desde fuera, el análisis en torno al rector también es político. "No hay duda que Vivaldi ha tenido gran influencia en este gobierno y aunque ha tenido roces, los ha ganado", dice la ex ministra Mariana Aylwin. Dónde más claro ha quedado —señala— es en los proyectos de reforma a la educación superior. Ahí exhibió una habilidad donde mezcló la fuerza (marchas) con la negociación (el gobierno modificó el proyecto original y creó uno especial para universidades estatales). La semana pasada logró que se modificara el tema de los gobiernos universitarios, que afectaba directamente a la U. de Chile.

"Sin perjuicio que tiene una cercanía especial con la Presidenta (Bachelet), creo que de los rectores en democracia es el más político de todos, pese a no tener militancia declarada", dice.

—¿No tiene que ver el momento político, en que se juegan reformas profundas a la educación superior?

—Sin duda. Claramente ha demostrado su perfil político, tiene una posición ideológica muy clara sobre educación superior: no sólo sale a marchar con los estudiantes ¡se toma la universidad con ellos! Y el gobierno tiene una debilidad enorme frente a las presiones del Partido Comunista. El peor error que podría cometer la Chile es terminar siendo rostro de una ideología.

"No hay oposición"

Para el historiador Alfredo Jocelyn-Holt —académico de Derecho y quien publicó un libro sobre la toma de esa facultad en 2009— "la radicalización en la universidad cobró un ímpetu cuando llegó a la presidencia Piñera, aunque venía desde antes de Vivaldi. Si volviera a ganar Piñera, eso podría repetirse".

Lo raro, dice, es que "no hay oposición a que la Chile vaya moviéndose hacia una universidad gobernada por un esquema triestamental, lo que hace mucho rato está girando en contra de su reputación y excelencia. La calidad ha ido bajando y la universidad se está orientando a ser una trinchera de activismo militante de izquierda en todos los estamentos. Mi postura no es tan distinta de lo que piensan otros académicos, la particularidad es que yo lo digo en público".

Luego señala: "La semana pasada quedó en evidencia que la U. de Chile está completamente aislada del resto de las estatales. Lo dijo el rector de la Usach. Dijo claramente, y se refería a Ennio Vivaldi, que había rectores que están jugando el juego de querer ser revolucionarios".

Pero no todos comparten el juicio. José Joaquín Brunner —ex ministro e investigador— dice no tener "un diagnóstico catastrofista. Es cierto que hay más intensidad política en estos momentos y la Chile está envuelta en grandes confrontaciones, pero no creo que afecte a toda la institución de manera tan dramática".

Explica que Vivaldi "es un hombre progresista que ha asumido una posición más visible, y eso hace que tenga pugnas fuertes con el gobierno, las comunidades, con las otras estatales, con el Consejo de Rectores y con las privadas".

—¿Qué se juega la Chile con el próximo rector? ¿Cuán complejo puede ser enfrentar un eventual gobierno de derecha?

—Se juega algo extraordinariamente importante: resolver problemas básicos que no permiten a la universidad modernizarse, cuestiones de arrastre como el déficit económico del hospital (J.JAguirre) o la desigualdad de trato entre las facultades. Eso impactará más que si tiene al frente un futuro gobierno de derecha.

La misma opinión plantea el ex ministro Harald Beyer. "Independiente del gobierno que venga, financieramente se avecina un invierno porque la holgura fiscal será cero, si no negativa. Entonces, estando Piñera o no, no habrá recursos para ofrecer a las universidades sin generar problemas en otras áreas".

Pero además, dice, "la gratuidad está reemplazando gasto privado por gasto público, redireccionando las platas. Entonces, el desafío del futuro rector será gestionar mejor, aunque con la estructura que tiene la Chile, no puede".

Agrega que "la universidad es muy sólida, tiene muy buenos académicos y sigue siendo capaz de desarrollar grandes talentos. Pero eso no es suficiente. Y las comunidades académicas están presionando para cambiar eso, porque su proyección a largo plazo de alguna manera está desbordada por la coyuntura".

LEER MÁS