Recuperar esa espiritualidad requiere también formatos que llamen la atención".

500 años atrás, un niño fue enterrado vivo a más de 5.400 metros de altura en el cerro El Plomo, el punto más alto visible desde Santiago. Era una ofrenda a Inti, deidad inca que representaba al sol y que los expertos señalan que era para aplacar la catástrofe de la llegada de los españoles. Su visión —pelo largo, abrazado a su cuerpo, la cabeza hacia abajo— siempre le ha hecho ruido a la artista Angela Leible.

"Está suspendido entre el inframundo y el cielo. Devolverlo al lugar donde lo encontraron, de alguna manera restituye un equilibrio que se ha perdido. Es como si a Jesús lo quisiéramos atrapar sin dejarlo subir donde debe estar", dice, sentada frente al Centro Cultural El Tranque de Lo Barnechea.

Descubierto en 1954 y conservado en una cámara especial del cuarto piso del Museo de Historia Natural, es conocido como "Niño del Cerro El Plomo".

La exposición "El niño del plomo" —que estará abierta hasta el 24 de septiembre— consiste en grandes óleos que representan esta cosmovisión inca, incluyendo el inframundo (hurin pacha), la tierra (kay pacha) y el cielo (hanan pacha), además del ritual Capacocha, que ofreció a este niño al dios de los incas.

De Biobío a Choapa

"Y esto pasó acá, muy cerca, pero no nos damos cuenta. Recuperar esa espiritualidad requiere también formatos que llamen la atención, por eso mis cuadros son grandes", dice la artista que representa animales —entidades como pumas o cóndores— y detallados planos de las mismas constelaciones que pasaban por encima de los incas en esa época.

Leible vive en Pirque —y forma parte del colectivo Cruz del Sur, junto a artistas como Francisco Gacitúa y José Pedro de Arce—, y llegó al tema debido a sus cabalgatas por los sectores cordilleranos. "En las cabalgatas hemos recorrido desde el Biobío al Choapa. Arriba de la cordillera, a 3.500 metros. Hay un arriero con el que ya somos amigos, y él nos estuvo contando de la historia de El Niño".

"Cabalgamos por esos sectores que se pueden recorrer entre septiembre y abril, más o menos. Nadie los visita, y lo fuerte es que están así desde hace siglos. Hay construcciones que los arrieros han usado desde siempre. Es triste que no sea tan valorado".

Mientras conversa, un zorzal se para al lado. "Este debe tener dueño, no puede ser que no se asuste. ¿Habías visto algo así?". La artista, que estudió geología en España y arte en la U. de Concepción y la UC, dice que "Chile tiene sectores muy poderosos a nivel energético".

Para ella, sus viajes de 10 a 20 días por la cordillera son "eternos", y no deja de sorprenderle que "está todo intacto, las casas de piedras de los huilliches sólo son usadas por los arrieros, son lugares sagrados, y esta exposición busca ponerlos de alguna manera en valor. Ya nos vamos a dar cuenta de que venimos de acá, de Los Andes, aunque no nos demos cuenta".

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Crédito IMG

Bautizados por "TheTelegraph" como "la más extraordinaria mezcla genética en la historia del tenis", siempre se ha creído que los dos hijos de André Agassi y Steffi Graf —Jaden Gil y Jaz Elle— tendrían un gran futuro en el deporte de la raqueta.

Sin embargo, aunque el primogénito demostró desde pequeño aptitudes atléticas, nunca pareció demostrar mayor interés en la disciplina que convirtió a sus padres en leyenda. A los 15 años, Jaden Gil ya es calificado por varios expertos como uno de los jugadores más prometedores en el béisbol estadounidense.

Descrito por ESPN como un "fenómeno": muy hábil para batear y lanzar, cualidad muy extraña incluso entre los profesionales.

De hecho, hace meses que venía siendo tentado por varias universidades que lo querían "amarrar" para que juegue por ellos en tres años más, cuando cumpla 18. Finalmente, se decidió por la de California del Sur (USC), una de las universidades con plan deportivo más potentes en Estados Unidos.

Ahora sólo queda esperar y ver si podrá cumplir lo que promete.

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