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Por qué existió el nazismo en Chile, se pregunta Emiliano Valenzuela en "La generación fusilada" (Editorial Universitaria, 2017) y su incómoda reflexión fustiga al lector durante las 500 páginas que componen la investigación sobre el desarrollo de uno de los proyectos políticos más inauditos y menos conocidos de la historia de nuestro país.

Poeta, becado por la Fundación Neruda el 2006, fotógrafo profesional y autor de libros de rescate patrimonial como "Obras completas de Pedro Sienna", a Valenzuela (37) le tomó diez años escribir este sobre el nazismo, desde que en 2007 encontró un artículo en un diario y logró dar con el hijo de su autor. "Él me contó que su papá fue un periodista que perteneció al movimiento nazista chileno. Y me regaló una serie de papeles, un material invaluable que estaba a la espera de que alguien lo escribiera".

Así se interesó por el Movimiento Nacional Socialista de Chile (MNS). "Es una historia que sirve para entender la idiosincrasia de nuestro país y para preguntarnos por qué existió un movimiento que buscó en el nacionalismo una expresión política que satisficiera las demandas sociales de su época. Es importante recordar que el MNS fue un movimiento de luchadores sociales. Por ejemplo, si observas las fotos de la época, te das cuenta de que sus integrantes eran gente humilde, tipos morenos y pobres que soñaban con un futuro más digno".

Valenzuela dice que ha tratado de "evitar los grandes rótulos de la historia. Por eso no he trabajado con el Golpe del 73. Me parece una perspectiva facilista. Lo que me interesa es analizar las grietas de la memoria chilena. Esta es una historia sobre el fracaso y los ideales truncos de la política".

Relata la "breve epopeya (1932-1938) que construyeron unos personajes incomprendidos, con fama de malditos y ambiguos. Ellos no eran de derecha ni de izquierda. De hecho, ambas facciones terminan condenando al movimiento como enemigo del pueblo. Tuvieron que luchar contra dificultades infinitas y, aunque vaticinaron un futuro esplendoroso para su movimiento, terminaron en un fracaso rotundo y en el más silencio absoluto: La Matanza del Seguro Obrero del 5 de septiembre de 1938".

El autor habla de "un colectivo utópico que creía en un futuro mejor. Querían interpretar lo que pasaba en el mundo. Hicieron una relectura teórica del fenómeno nazi-fascista europeo, para luego situarse a medio camino entre la derecha y la izquierda con un proyecto político popular que reivindicaba la igualdad social".

Incapacidad de leer la realidad

"La poesía a veces te puede servir para hablar de un país. Este libro es de alguna forma un largo poema que recoge todos los temas que me obsesionan", declara Valenzuela.

—¿Y cuál es tu posición personal sobre este movimiento?

—Hay muchas cosas que no comparto, pero es interesante reflexionar sobre cómo se generó algo tan atípico en Chile. Fui becario de la Fundación Neruda el 2006 y, cuando terminó el taller, mis compañeros emprendieron proyectos poéticos convencionales, en cambio yo decidí armar este libro. Quise narrar poéticamente una época para entender un presente donde la memoria es cada día más frágil.

—Eran de un idealismo total. Para mí representan un país joven cargado de ideales que fue masacrado. Su interpretación de la historia era bastante inocente. Eran personajes precarios sumidos en una profunda incapacidad de leer la realidad del país. Y eso me conmueve. Sin embargo, la historia es implacable y no perdona.

—¿Por qué te interesa la memoria de los derrotados?

—Es difícil responder. ¿Qué había en estos personajes que yo buscaba? Creo que tiene que ver con mi vieja; es la historia de todo su idealismo y su creencia en los proyectos políticos que fracasaron, en las utopías que no fueron, y en cómo ella se enfermó de Alzheimer y cómo la pérdida de su memoria tiene un correlato con la historia de Chile. Eso es. La memoria de mi mamá es una metáfora de nuestro país.

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"Motto", el apéndice magazinesco de la revista Time, realizó un estudio donde investiga las condiciones ideales para tomar una "siesta perfecta".

Estas son las 6 conclusiones más importantes.

SÓLO 20 MINUTOS. Es el tiempo suficiente para despertar renovado antes de caer en lo que se denomina la fase profunda del sueño.

ORGANIZARSE. Es importante que el descanso tenga una horario establecido. Según los médicos, ojalá entre el mediodía y las primeras horas de la tarde, para no interferir con el sueño nocturno.

OSCURO Y EN SILENCIO. Lo mejor es oscurecer el ambiente de descanso y, al mismo tiempo, en el mayor silencio posible. Un sueño constante y sin interrupciones es el objetivo.

HORIZONTAL. Lo ideal es usar una cama pero, si no es posible y usted está por ejemplo en una oficina, que la posición de descanso sea lo más horizontal posible.

AROMA. Nada mejor que dormir bajo la esencia de la lavanda, que activa en el cerebro una reacción que permite descansar mejor y despertar más alerta.

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