La palabra mapudungun pu-llalliñ se puede traducir como "las arañas" y aún cuando estas no se vean, un visitante reconocerá en Pullally una intangible trama de relaciones visuales y materiales que como hilos finos unen cada cosa de este lugar, como si fuese la más perfecta telaraña.

Uno de los hilos baja desde el cerro Pulmahue a las Salinas de Pullally, a orillas del mar. Otros hilos (hoy hilillo) son el río Ligua, al sur del pueblo y la gran quebrada de La Palma, por el norte, que hacen el perímetro de la telaraña mayor. Por su frente, la tela está hecha por el paso raudo de la Ruta 5 Norte y en el medio, por la antigua trocha del ferrocarril estrechándose hacia su centro. Así, entrelazada, queda la visión de un antiguo parque, las ruinas de un palacio, la generosa Avenida Las Salinas, una laguna esmeralda y las aguas cristalinas del Esterito del Buey.

120 trabajadores

El poblado de Pullally (en el kilómetro 160 de la Ruta 5 Norte) nace alrededor de 1966, tras la Ley de Reforma Agraria de las tierras de la hacienda de su nombre y que venía desde finales del siglo XVI. Al principio se creó un asentamiento con los 120 trabajadores que laboraban allí y posteriormente hubo una cooperativa agrícola ganadera que funcionó hasta fines de los años 80. Al tiempo, la cooperativa se disolvió y los beneficiarios de las tierras comunitarias las dividieron en parcelas. Hoy existe una Junta de Vecinos, una directiva que administra los bienes comunes y, sobre todo, una identidad que se reproduce desde las 700 ha agrícolas que hacen la economía del lugar.

Aunque todo está muy abandonado, los árboles del antiguo parque, las ruinas del templo y del palacio siguen presidiendo la vida del poblado. Desde ellas nace una ancha y recta calle en cuyos bordes están las casas. Todo sombreado y, a intervalos, dos plazas con juegos y asientos dan aún más privacidad al paseante. Caminándolo, el pueblo —que es sólo una ancha avenida con calles que van a un parque o al río Ligua— se puede recorrer íntegro en unas tres horas.

En el sector de las ruinas, son interesantes los cimientos y los recintos que eran parte de los subterráneos, de los que aún se ven unos cuidadosos detalles de terminaciones.

Fiestas que perduran

Los pullallynos han sabido perpetuar muchas de sus tradiciones y valores de antaño. Por ejemplo, siguen celebrando las Fiestas Patrias en una pampilla que tienen en El Llano, hacia el noreste. Mantienen su medialuna y su rodeo, su club de rayuela, su cancha de carreras de caballos a la chilena. Ahora mismo, un muchacho saca a correr a Poly y Estrella, su pareja de perros galgos que hasta el 15 de agosto corrieron cazando liebres. No son sólo entretenimientos locales, en Pullally se realiza uno de los festivales de música ranchera más grandes del país, de los que lleva 28 versiones.

Al otro lado de la carretera, hacia el oeste, están Las Salinas de Pullally, fundo que también fue parte de éste y que tiene muchos atractivos. De partida, en la desembocadura de los ríos Ligua y Petorca hacer pesca de orilla, trekking por la playa larga de Longotoma, recorrer a caballo los lugares en donde se procesa la sal y surfear en un calmo mar de tres olas, especial para aprendices. Este lugar está a solo 15 km de Papudo y a 8 del pueblo: dato para quienes quieran alojar en la región, alargando su estadía.

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