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Entre "Johnny Cien Pesos" (1993) y "Johnny Cien Pesos: Capítulo dos" (2017) pasaron muchas cosas en la industria del cine chileno. Mejoraron los fomentos audiovisuales, se multiplicaron los estrenos nacionales, surgió una generación con inquietudes cinematográficas de mayor vuelo que las de sus antecesores, los realizadores tomaron mayor distancia de asuntos políticos y lo autoral se impuso sobre un cine de género que nunca pudo desarrollarse del todo.

El regreso de Gustavo Graef Marino contribuye, de alguna manera, a saldar la deuda con el tipo de películas que nadie hace en Chile, por pudor, rechazo a las fórmulas comerciales o simplemente falta de oficio. Es que el realizador, que en 1999 filmó en "Enemigo de mi enemigo" (con Daryl Hannah y Peter Weller), no tiene problemas en afirmar que este es un cóctel de acción y sexo, como esas películas que consumíamos en VHS durante los 80.

El nuevo Johnny es un héroe de acción estilo Hollywood, una suerte de Bruce Willis chilensis (aunque el actor Armando Araiza es mexicano) que ha salido de la cárcel para reencontrarse con un país que no entiende del todo. Ahí se reunirá con su hijo (Lucas Bolvarán), conquistará a una chica fatal (Luciana Echeverría) y se meterá en problemas con la mafia. Trazando lazos con la cinta anterior, el director extiende su universo a una nueva generación de espectadores.

Graef Marino sabe cómo filmar una escena de pasión en un baño lleno de vapor o construir un momento de acción en plena Alameda. Podríamos decir que su película es de manual, que está cocinada al fuego de las convenciones (hasta Santiago se parece aquí un poco a Los Angeles), pero él pareciera ser consciente de que el éxito de la precuela se debió en buena parte a su intención de retratar al Chile de la época. La mirada alienada e ingenua de un Johnny que estuvo más de dos décadas encerrado facilita ahora el extrañamiento ante nuestro país 2.0, con sus aspiraciones, su arribismo, sus tretas comerciales (a Johnny le ofrecen una tarjeta de crédito con una facilidad hilarante), su desigualdad social y sus cúpulas de poder. Afortunadamente el cineasta transforma ese discurso indignado en puro espectáculo, desliza sus comentarios sociales con humor y siempre en beneficio de la trama. "Johnny Cien Pesos: Capítulo dos" no se toma a sí misma demasiado en serio y eso le da puntos. Más que una continuación de la película original, esto es un ejercicio de libertad. La apertura de un camino posible hacia una saga tan innecesaria como entretenida.

"Johnny Cien Pesos: Capítulo dos". De Gustavo Graef Marino. Con Armando Araiza, Luciana Echeverría, Lucas Bolvarán, Juan Pablo Bastidas. Chile, 2017. Mayores de 14 años. Entretenida.

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La última aparición en público de Soledad Saieh Guzmán fue el domingo pasado, en la gala de cierre del Festival Sanfic. Allí acompañó a una de sus hermanas, Francisca Saieh, organizadora del evento, y saludó cortésmente a algunos de los asistentes. Es que llevaba más de 15 años vinculada a la gestión cultural. Por esto, la noticia de su fallecimiento —ayer, justo cuando cumplía 45 años— impactó al mundo de las artes.

Gabriela Sandoval, directora de Sanfic, comentó: "Ha sido súper duro. Quedamos con una reunión pendiente. Ella estaba dispuesta a solucionar los problemas, era una amante de la cultura, de los animales, solidaria, emprendedora. Adoraba a su familia". Era capaz de liderar y conseguir fondos. "Sabía muchísimo del medio audiovisual y de la cultura internacional. Ahora estaba abocada a lo audiovisual, donde tenía muchos intereses".

Soledad Saieh —la mayor de las hijas del empresario Álvaro Saieh y la primera del clan en hacer notar su interés por el arte— salió del directorio de Sanfic en 2009 y dejó la labor en manos de sus hermanas Catalina y Francisca. Junto a su padre fundó CorpArtes hace 15 años y posteriormente cofundó Chaco, en 2005. En enero pasado colaboró con un avión Hércules C-130 Tanker para el combate del fuego.

"Generosa", "infatigable" y "apasionada", así la califican espontáneamente otras voces que también trabajaron con ella, ingeniería comercial de la UC, que se especializó en Estrategias de Negocios del MIT. Trabajaba estrechamente con el mundo audiovisual junto a sus productoras Demente y FunkyFilms. Fue consejera de la Fundación ComunidadMujer. Ocupó el cargo de presidenta ejecutiva de CorpVida (2009-2013), el área de seguros de Corpbanca, y fue directora del proyecto de Responsabilidad Social Empresarial de las empresas CorpGroup junto con ser vicepresidenta fundadora del Capítulo Chileno del National Museum of Women in the Arts, que preside Drina Rendic.

"La última vez que estuve con ella fue el 12 de junio en el Europeo, donde llegamos a comer con la Teruca Martínez para preguntarle si le interesaba seguir en nuestro directorio, dado que tendríamos elecciones. Ella respondió entusiastamente que sí. Echaremos mucho de menos su generosidad, elocuencia, alegre disposición y natural elegancia", señala Rendic.

Rosita Lira, directora de Artespacio, se enteró anoche de la noticia. Junto a su socia María Elena Comandari habían acompañado a Soledad a ver las obras de construcción de CorpArtes. "Estaba tan entusiasmada. Es que ella era una mujer que empujaba cosas. Por supuesto que se va a notar su ausencia en el campo cultural chileno. Alguien con su preocupación, inteligencia y seriedad, por supuesto que se nota. Estoy muy impactada".

"La Sole fue una persona de una inteligencia superior", añade Denise Ratinoff, vicepresidenta regional de Christie's Chile, Perú y Ecuador. "Lo importante es que construyó espacios culturales, gracias a su capacidad de involucrar a la empresa privada, mostrándole la necesidad de tenerlos. Su talento y sensibilidad fue demostrado ampliamente sobre todo en la última catástrofe de Santa Olga. Siempre ha apoyado en primera línea, pero de bajo perfil. Destaco su energía, creatividad y el poco alarde que hacía, logrando resultados eficientes y a largo plazo. Fue capaz de articular instituciones que ayudan a la creación. A pesar de su corta edad, logró trascender".

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