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Ningún director hizo preguntas en la reunión de este miércoles. Ya estaba claro que el ciclo de los Martínez Seguí en el control societario de Enjoy estaba llegando a su fin. Además, el futuro socio, el fondo Advent ya era cara conocida, pues el año pasado estuvo a punto de comprar parte de la empresa. Se habló de otros temas: de cómo habían informado los medios el hecho esencial enviado a la Superintendencia de Valores y Seguros este lunes anunciando que ahora sí se concretaba el ingreso del nuevo socio, o si sería recomendable aclarar que los Martínez no dejan el negocio. Aunque ahora como minoritarios.

Esta vez Advent pagará menos de lo que acordó en 2016 ($48 por acción versus $80 ofrecidos en 2016) y tomará un porcentaje más grande de Enjoy: desde un 30% hasta un 50%, dependiendo de si los minoritarios le venden al fondo de inversión sus papeles en la Oferta Pública de Acciones (OPA) que deberán lanzar u optan por suscribir las nuevas acciones. El máximo fijado el año pasado era un 30%.

El clan Martínez Seguí —compuesto por los hermanos Cecilia; Antonio, vicepresidente del directorio; Ximena, y Javier, actual presidente y ex gerente general (2005-2015)—, que partió con ventaja en el negocio de los casinos de juegos, se verá obligado a ceder el control. Del 57% que poseen hoy pasarán a tener 28% o incluso un 24%, si se deshacen de un paquete en la OPA, cosa que pueden hacer, para obtener liquidez.

42 años del negocio

Los Martínez eran los más experimentados de la industria de los casinos en Chile. Entraron mucho antes que el resto de sus pares. La historia se remonta a 1975, cuando el patriarca, Antonio Martínez Ruiz, postuló a la concesión del Casino de Viña junto a su íntimo amigo Juan Cueto, y a Moisés Rozenthal, Mario y Sergio Vilensky, a sugerencia del ex ministro DC Enrique Krauss.

Con la caída del llamado grupo Banco Concepción o "de los españoles" en 1983, el negocio lo conservó Martínez, hombre de una amplia red de contactos políticos y admirador de Augusto Pinochet, cuya foto estuvo por en la sala del directorio.

Así, se convirtió en el amo y señor de los tragamonedas y las ruletas en Chile.

Hasta que apareció la competencia.

El fenómeno Monticello

De los 17 nuevos casinos licitados al alero de la Ley 19.995, de 2005, sólo uno se ha llevado casi un tercio de los ingresos brutos: Sun Monticello, con su oferta de entretención para todas las edades.

Para hacerle frente, el clan Martínez compró en 2010 el más cercano a Santiago, el casino Rinconada de Los Andes, al colombiano Carlos Salguero, debiendo endeudarse para poder financiar los US$ 130 millones que costó la construcción de un hotel, un paso bajo nivel y mil tragamonedas.

En 2015, Monticello, de propiedad de Sun y Dreams, ahora fusionadas,concentró el 27% de los ingresos brutos del negocio de los casinos de Chile y el 26,2% en 2016. Rinconada, un 12,8% y 12,7%, respectivamente, según cifras de la Superintendencia de Casinos.

El de Viña, que es municipal, también queda relegado al segundo lugar con ingresos por US$ 83,9 millones versus los US$ 119 millones de Monticello en 2016.

"No estaban acostumbrados a la competencia, los golpeó la ley de tabacos y además construyen bastante caro", afirma un amigo de los Martínez que ha seguido su trayectoria.

El clan opera siete casinos en Chile: los municipales de Coquimbo, Viña y Pucón, más los creados con la nueva ley, Antofagasta, Rinconada de Los Andes, Santa Cruz y Castro. Y fuera de Chile, Mendoza y San Andrés, en Colombia.

Compra a Piñera Morel

Hace cinco años se les cruzó el glamoroso Conrad de Punta del Este, el casino más grande de Latinoamérica, donde un apostador puede perder US$ 1 millón en dos horas. "Se optó por la compra (cuya licencia dura hasta 2036) pensando en diversificar riesgos, porque si no estaríamos sólo en Chile, expuestos a las renovaciones de licencias", explica Darío Amenábar, gerente de finanzas de Enjoy. Es cierto: en 2015 se licitarían todos los casinos municipales, proceso que se vio interrumpido por los recursos presentados en los tribunales por tres de los de los actuales operadores. Aúnno se concreta.

El Conrad era el sueño de cualquier empresario de juegos que desea llegar a la cima de la industria. Pero salió muy caro: US$ 290 millones costó el casino con su hotel cinco estrellas, el último activo que le quedaba a la firma estadounidense Caesars en Sudamérica. "Yo no recuerdo que haya habido más ofertas; se pagó caro", afirma un miembro del directorio de Enjoy.

La compañía de juegos ya estaba endeudada y volvió a pedir prestado: en mayo colocó bonos por US$ 300 millones en Estados Unidos, a un 10,5% anual. Pocas empresas chilenas se endeudan a un interés de dos dígitos. La plata se hizo poca, entre pagar US$ 190 millones por el 55% del Conrad que aún no habían adquirido, refinanciar créditos y recomprar el 36,8% de la filial inmobiliaria, dueña de sus casinos y hoteles en Chile, que no estaba en poder de los Martínez, explica Aménabar. Se refiere a uno de los fondos de BP Capital, la sociedad de Sebastián Piñera Morel y José Miguel Bulnes, que en 2015 compró dicho porcentaje en cerca de US$ 31 millones.

A esas alturas, los Martínez llegaron al convencimiento de que no podían seguir trabajando para pagar intereses de una deuda que hoy suma US$ 550 millones, según precisa el gerente de finanzas. El mercado los castigaba. Y fue entonces que debieron aceptar la realidad: ceder el control, obtener US$ 170 millones del aumento de capital que suscribirá Advent (parcial o completamente, dependiendo de los accionistas chicos). Unos US$ 100 millones irán a pagar parte de los bonos; el resto, a saldar créditos caros.

"Al rebajar deuda vamos a liberar caja por US$ 20 millones. Los gastos financieros actuales (pago de intereses) son de US$ 50 millones anuales y los vamos a reducir en US$ 30 millones", indica Amenábar.

Organigrama familiar

La decisión familiar coincidió con el primer aniversario de la muerte del patriarca, Antonio Martínez Ruiz, quien falleció el 26 de mayo de 2016, a los 83 años. "Creo que perder el control habría sido un impacto muy grande para él; le habría dolido", afirma un director que compartió sillones con él en la mesa de Enjoy.

"El estaba incómodo con el nivel de endeudamiento. Cuando dejó el directorio, la situación se complicó más", agrega. Sin embargo, lo describe como un hombre más racional que sentimental: "Creo que habría sucedido lo mismo que pasó", sostiene frente a la opción de comprar el 100% del Conrad en lugar de vender el 45% que ya tenían.

Enjoy ha tenido históricamente un organigrama familiar. En el directorio de nueve miembros hay dos hermanos (Antonio y Javier); un cuñado, Pier Paolo Zaccarelli, casado con Ximena Martínez; y un primo, Ignacio González Martínez, socio de Precisión, empresa de pesaje industrial. Eliseo Gracia Martínez, el gerente de hospitality, es un sobrino. El gerente general del casino Rinconada, Juan Eduardo García, es el marido de una sobrina. El otro cuñado, Percy Ecclefield, fue el fiscal de la empresa hasta hace muy poco tiempo.

"Tienen un sistema de administración más familiar y conservador a la hora de hacer reestructuraciones", afirma un cercano al clan.

La noticia del ingreso del fondo Advent a la propiedad de Enjoy fue bien recibida: las acciones subieron entre el lunes y ayer un 15,9%. Y la clasificadora de riesgo Humphreys cambió la tendencia de sus bonos de la compañía a "favorable", que hace tres meses estaban en BBB-.

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