En primer año de Teatro en la Universidad Católica, a Daniel Contesse Aguirre una profesora le dijo "tú deberías buscarte otra carrera". Y eso para él fue como "un cachetazo, porque para mí los profesores eran como dioses. Hoy, mirándolo con distancia, creo que no lo hizo con mala intención, porque finalmente eso me hizo cuestionarme si yo quería seguir".

"Toqué fondo en ese momento y si mi vida fuera una película, ese es el momento en el que al protagonista le cambia la vida", recuerda.

—Pero seguiste…

—Sí, a partir de ahí dije: ‘Esta es mi fojas cero, todo lo que venga de acá en adelante es ganancia, y creo que ese fue el momento en que encontré mi metodología, cada vez mejorar un poco, un paso cada vez. Eso sucedió el 2011 y hoy día lo agradezco.

De ahí en adelante, la carrera de Daniel Contesse, quien actualmente está en las pantallas de Mega interpretando a "Bill", un gringo en la teleserie "Tranquilo, Papá" ha ido rumbo arriba. En 2014 se fue durante 8 meses a un intercambio en la Universidad de California, en un pueblo universitario en Santa Cruz, a una hora al sur de San Francisco, en Estados Unidos. Allá estudió Teatro Clásico con un profesor inglés.

Al regreso a Chile ingresó a la compañía de teatro "Tercer Abstracto": "Ahora estoy en un break que me tomé de seis meses por la teleserie, porque no sabía cómo iba a ser mi experiencia en televisión".

—¿Cómo ha sido ese trabajo?

—Tiene desafíos distintos, porque en la tele no existe el paso a paso, sino que te pasan un capítulo, te lo tienes que aprender y al día siguiente estar actuando perfecto. No está el ensayo y error que hay en el teatro. Esa inmediatez, nadie me dijo que existía, y tuve que resolverlo. Y me gusta, pero también siento que me queda mucho por aprender.

—Y en cine eres el coprotagonista de la última película de Gonzalo Justiniano, "Cabros de mierda", donde interpretas a un misionero gringo. ¿Cómo llegaste a formar parte del elenco?

—Fue por una casualidad, una sincronía. Estaba saliendo del ensayo de una obra que iba a montar con mi compañía y fui a buscar las invitaciones para mi graduación de Teatro a la secretaría de estudios. Allí me encontré con una señora que me preguntó si yo era gringo y si hablaba inglés, me dijo que estaba haciendo un casting y me preguntó si me podía grabar rezando en inglés con su celular. Ese mismo día me llamó a las once de la noche para que fuera a otro casting al día siguiente y así fui como a siete, con diferentes actores y lugares. Después me llamó para decirme que Gonzalo se había decidido por mí para hacer el personaje.

—¿Cómo fue trabajar con Justiniano?

—Un privilegio. Me costó al principio, porque hay que descifrar lo que te dice el director. Fue una experiencia en la que aprendí mucho, fue difícil porque era la primera vez que hacía cine. Y no conocía el lenguaje de Gonzalo, pero a medida que pasaba el rodaje la relación fue como la de un futbolista y su entrenador.

—¿Y qué viene ahora?

—Estoy grabando la teleserie hasta septiembre y después no sé. Cuando me fui a California le tenía miedo a la incertidumbre y creo que he aprendido a disfrutar el vértigo que te genera la incertidumbre, no tenerle miedo a esto de ir rápido, de no saber lo que va a pasar, porque cuando está todo planeado se puede volver un poco fome.

Proceso de curación

—¿Cómo fue tu niñez y cómo llegaste a descubrir que querías Teatro?

—Fueron como dos períodos. La primera vez que actué, fui Jesús en una obra en primero básico y ahí no me importaba nada, lo hice con desparpajo. Después hubo períodos en el colegio donde no lo pasé bien, no sé si fue el hecho de ser hijo único, pero hubo un momento en tercero básico en que me transformé en un cabro introvertido. En ese momento engordé mucho y me decían Porky, chanchomán. Adelgacé cuando entré a la universidad. Me transformé en un cabro muy retraído. En sexto básico tomé un taller de teatro y no quise actuar, algo me pasaba. Volví a actuar en tercero medio. Logré hacer un proceso de curación conmigo. Cuando conté que quería estudiar Teatro se me vino todo el mundo encima, me decían "no, estudia Derecho primero y después Teatro". Mi mamá me dijo: "OK, prueba, si te equivocas no importa, pero prueba". Entrar a estudiar Teatro fue una excusa para poder soltarme.

—También te gusta la música, tocas el piano.

—Sí, mi mamá siempre tuvo un piano en la casa. Uno de los recuerdos que tengo de niño en la casa es de mi mamá tocando el piano. Yo era negado para la música y el canto. En la universidad tuve una profesora de canto que me dijo: "M'hijito, yo hago cantar hasta las piedras". Disfruto mucho cantando. Había intentado aprender a tocar guitarra, pero no pude, así que me metí con el piano y partí recién en 2015. Es mi hobby. Lo paso genial cantando, y para llevar dos años tocando piano, creo que lo hago bastante bien.

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