"Yo divido mi tiempo entre los negocios, la música y la galería", cuenta el ingeniero comercial —socio del restaurante Mestizo y de la cadena de comida italiana Vendetta— Ignacio Murúa (37) una soleada mañana en el patio trasero de la galería de arte LOCAL, ubicada en el barrio Italia.

Extrovertido, hedonista y fachero (es dueño de la marca de la ropa femenina Kokoro), Murúa viene llegando de un viaje de dos semanas a Nueva York, ciudad en la que vivió durante cinco años y que definió su interés por el arte.

En 1997, mientras cursaba primer año de Ingeniería Comercial en la U. de los Andes, comenzó a vender los cuadros que pintaba, lo que le permitió reunir dos millones de pesos y arrendar un taller en Bellavista que subarrendaba a otros artistas.

Buscando desarrollarse en el mundo artístico, viajó a Nueva York para estudiar arte en el "School of Visual Arts", pero dice que su gran aprendizaje lo obtuvo fuera de clases, gracias a una lección que le dio el artista chileno residente en Estados Unidos Alfredo Jaar. "El me recibió, comenzó a nombrar todos los pintores que yo copiaba y me dio un consejo: que dejara de pintar por un rato y me concentrara en pensar, leer y visitar museos".

En eso estaba cuando, caminando por Nueva York en 2005, conoció la obra de Gordon Matta-Clark y se dio cuenta que el arte no estaba reñido con los negocios. "Ahí fue cuando entendí todo. De hecho, en 2013 fui productor de una muestra de Matta-Clark en Chile y participé del documental "Palabras cruzadas: los amigos de Matta-Clark" de Matías Cardone".

—Eres ingeniero comercial y trabajas en el negocio de los restaurantes. ¿Por qué decidiste montar una galería?

—La galería es un espacio donde curamos obras de arte. Pero más que una galería de arte, LOCAL fue pensado como un espacio para que pasen cosas interesantes. Ahora mismo estamos montando la exposición del pintor Francisco Morales "Conflictos de Interés" y para octubre esperamos recibir al británico Tris Vonna-Michell, nominado al Turner Prize 2014. Un artista de categoría mundial.

—¿Qué te sedujo de la pintura?

—Es el único arte que me produce deseo. O sea, cuando estoy frente a una obra conceptual la puedo disfrutar, pero no la quiero para mi casa. Veo un cuadro que me gusta y me genera deseo. Soy músico, toco piano desde los seis años y tengo una banda que se llama "Los Huevos" donde ensayo con otros artistas como Ignacio Gumucio, pero eso me otorga placer, no deseo. En cambio, cuando veo un cuadro que me gusta, necesito tenerlo.

—¿Qué obra te cambió la vida?

—El trabajo de Gordon Matta-Clark. Cuando conocí su obra aluciné. No podía creer que existiera un artista que cortaba fragmentos de casas y que compraba los espacios entre los edificios. Además, con el correr del tiempo se convirtió en uno de los grandes terratenientes de Nueva York. Te diría que ahí me di cuenta de la importancia de la astucia en el arte.

—¿Cómo ves la relación entre la plata y el arte?

—En Chile el arte es súper político y el poder siempre es mal visto. Creo que los artistas chilenos tienen un trauma con la plata. Nunca he visto a Tracy Emin (artista británica) con problemas con la plata.

—Tú manejas un Porsche. ¿Crees que eso produce recelo en el mundo del arte?

—Afuera de Chile a nadie se le ocurre pensar en este tipo de cosas. A Julian Schnabel, por ejemplo, nadie lo acusa de ser un vendido por tener un penthouse en Nueva York. Tampoco a los raperos negros del ghetto que hacen hip hop; ellos también quieren ser millonarios y a nadie le importa. Acá, sin embargo, el dinero es muy mal visto.

—Hablando de platas, ¿qué opinas del Fondart?

—Creo que esos fondos generan un mercado hecho a la medida estética del Fondart. Es decir, mucha burocracia y poco emprendimiento. Sería mucho mejor que existieran más empresarios como Saieh o Yarur financiando los proyectos de los artistas chilenos. Eso les daría un respiro y no tendrían que vivir peleando por obtener una teta del Fondart.

—¿En el mundo del arte existe una relación pudorosa con la plata?

—Por supuesto. Yo he escuchado a gente hablar mal de Samy Benmayor porque vende caro. Y para mí eso es absurdo. O sea, si es por criticar a alguien, creo que los políticos tienen muchísima mayor responsabilidad que los artistas.

—¿Te consideras un tipo liberal?

—Sí, creo en el capitalismo y soy partidario de la legalización de las drogas y el aborto.

—¿Por qué es importante desarrollar el arte en Chile?

—La gente que tiene plata se debería dedicar al arte no para hacer negocios, sino que para cultivarse personalmente. Para mí, tener la galería LOCAL ha sido un doctorado. He aprendido observando cómo piensan y trabajan los artistas. El arte nunca será un buen negocio en Chile. Y esa es una crítica que les hago a ciertos liberales de derecha porque ellos siempre están buscando rentabilidad.

—¿Y qué te parecen los museos chilenos?

—Esas instituciones fracasan porque replican modelos ajenos a la lógica chilena. Hoy es mucho más interesante visitar galerías como LOCAL, Bloc, Tajamar y Sagrada Mercancía porque nacen de una necesidad local. En cambio, los museos son copias de modelos europeos.

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