Tenemos una cordillera que nos permite ser número uno".
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Como esquiador, Henrik von Appen guarda algo parecido a un diario de vida; en una pequeña libreta escribe la alegría, nerviosismo y ansiedad con que enfrenta las competencias. "El estado emocional con que llegas a una partida es fundamental y dependerá del tipo de carrera que enfrentes", dice sobre sus competencias, que lo han llevado a recorrer el mundo.

A sus 22 años (1.86 y 100 kilos), es el sudamericano mejor rankeado en el esquí alpino, 103 del mundo. Puede alcanzar en una bajada más de 150 km por hora (así ocurrió en Wengen, Suiza); y hace saltos que llegan a los 75 metros de largo (que logró en Val Gardena, Italia). "La montaña me recarga de energía", dice.

Su especialidad es ser velocista en descenso y en supergigante; en esta modalidad el mismo día puede ver la pista y debe tirarse sin prepararla, es la más difícil. "Tengo un estilo de esquiador bruto, me va bien en pistas difíciles con nieve dura o nieve hielo", dice.

Von Appen ya no sabe de veranos. En sus casi cuatro años de carrera, ha competido en tres mundiales y 40 copas; en 2017 lleva 16, y se prepara para las de Canadá, EE.UU., Italia, Suiza, Austria, Alemania y Noruega. Pero su mayor desafío son los Juegos Olímpicos de Corea del Sur (febrero de 2018). "Lamento que estos juegos me pillen tan joven. El peak de rendimiento de un esquiador es a los 30 años. Mi meta es llegar a un top 20 en este torneo", afirma.

"Vengo de una familia

muy competitiva"

Cuando era niño, su padre, eximio navegante, intentó inculcarle la pasión por la vela. "Fue un rechazo total mío y de mis hermanos (Katya, de 25, y Sven, de 19); aunque el mar es imponente, en la nieve tenía más opciones de mis rutas", sostiene.

Henrik y sus hermanos son la primera generación de esquiadores de la familia. Sus papás les enseñaron este deporte a los tres años de edad. "Vengo de una familia muy competitiva. El gran lema de mis padres es que la competencia enaltece, si es bien vista. Mi papá fue deportista, y mi mamá (Isabel Piedrabuena) y sus cinco hermanos fueron tenistas", explica.

Von Appen egresó del Colegio Alemán en Santiago, nunca dejó la enseñanza escolar y comenzó una etapa de alto rendimiento entre los 12 y 15 años, sin buenos resultados. A los 15, pasó a la categoría adulta —entonces compitió con esquiadores de 35— y se fue a Europa con la Selección Chilena. "Después de esa gira me retiré, comprobé el sacrificio de estar sin familia, amigos, vivir viajando".

Estuvo siete meses sin tomar los esquíes y regresó al deporte blanco sin expectativas competitivas. En esa época, su entrenador italiano, Davide Maquignaz, le propuso ir a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi (2014), donde consiguió un triunfo histórico: La distancia a la que llegó fue la más corta que un chileno haya alcanzado. "Hoy, mi sueño es ser el mejor del mundo; es muy ambicioso, pero si no apuntas a las estrellas, no llegas al cielo".

Sobre su alta meta, declara: "No me interesa la fama, pero sí la excelencia. Mi segunda meta es marcar un camino y decir: se puede llegar lejos, quiero que mi legado sea: Tenemos una cordillera que nos permite ser número uno".

Henrik está ocho meses del año fuera de Santiago, y en Europa vive en el Valle de Aosta, en Italia, en la casa de su entrenador italiano. "Paso poco ahí, porque siempre estoy de gira", cuenta. Gracias a una alianza entre las selecciones de Chile y Francia, entrena con los franceses con quienes realiza permanentes viajes por Europa. En suma, esquía 200 días al año.

"Estudio de cobarde"

Se siente afortunado de recorrer estos parajes "impresionantes". Entusiasmado habla de Kitzbuhel, el Mont Blanc o los Andes. Von Appen permanecerá en Chile hasta noviembre y actualmente entrena en La Parva. "Me conmueve la laguna del Inca, que está a casi tres mil metros o esquiar a tres mil quinientos metros en La Parva, ¡es de locos!", exclama. "En Chile tenemos pistas de mucha dificultad, no hay equipo del mundo en velocidad que no venga a entrenar".

En paralelo, toma ramos de ingeniería comercial en la Universidad de Chile, donde cursa el cuarto semestre. "Estudio de cobarde, no me atrevo a dedicarme a esto ciento por ciento. Si me corto los cruzados, puedo estar siete meses parado sin esquiar", confiesa.

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