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Fulvio Rossi Ciocca (46), médico traumatólogo, está quebrado. Como si lo hubieran pateado en el suelo. Metafóricamente, hablando, claro, porque en lo físico está regio, como siempre. "Tiquitaca", como dijo tenerlo la filósofa y experta en educación Sylvia Eyzaguirre, que es su pareja actual y la madre de su pequeña hija.

Flavia Rossi Eyzaguirre nació hace un año y ocho meses, inesperadamente, sin planificación alguna. Franco Rossi Rodríguez, su primogénito, de 24, abogado recién egresado de la Chile, también llegó de sopetón, cuando sus padres estaban en la universidad y recién entraban en la veintena. "Fui padre por primera vez a los 21, era un joven imberbe. Ambos estudiábamos Medicina. Estábamos en tercero o cuarto, por ahí, así es que sabíamos cómo venían los niños al mundo".

—Has tenido muchas mujeres. ¿A veces no te planteas que quizás la madre de tu primer hijo pudo ser la mujer de tu vida y te habrías evitado tantas vueltas?

—No, tengo la sensación de que no. Aunque debo decir, como católico que soy, que le agradezco a Dios haber tenido mujeres tremendamente valiosas en mi vida. Todas inteligentes y capaces. Ahora, a los 46 años, he sido padre por segunda vez, sin buscarlo, sin planearlo, como me pasó a los 21, pero todo es muy distinto. Estoy enamorado de mi hija. Anoche mismo chocheaba con unos amigos y les decía que cuando crezca, le voy pedir pololeo a la Flavia. No sólo es linda, preciosa, sino que es alegre, dulce, nunca reclama. Ya dejó de ser guagua; es una niñita y me fascina mirarla, oírla. Aunque suene a contrasentido, tuve la suerte de estar posoperado de un cáncer de tiroides cuando ella nació. Eso me permitió vivir con ella en un régimen de 7 por 24.

Aunque afirma que el embarazo no fue planificado, que Flavia fue concebida en una primera cita, sin que él y Sylvia se conocieran mayormente, asegura que la noticia lo hizo feliz y jamás pensó en eludir su responsabilidad. "Yo estaba con mi hijo Franco y un amigo de vacaciones en Tailandia, cuando me llamó la Sylvia para contarme. Ella estaba un poco temerosa de mi reacción. Pero le dije ‘el descueve, démosle. Ojalá que sea niñita', y me compré un gintonic para celebrar".

—¿Es efectivo que ahora están separados?

—No, no, no. Este tipo de relaciones, que se inician con un embarazo, no son fáciles. La Sylvia me conoció metido en el drama en que se ha convertido mi vida desde que empezó la investigación por el financiamiento irregular de mi campaña, en 2015. Ha sido una etapa oscura, de terror, de una verdadera cacería en mi contra, y ella ha sido para mí un apoyo permanente. Ella está impresionada, no comprende y afirma que nunca se imaginó cuán dura y carente de ética puede ser la política. Dice que no puede aceptarlo. Ahora mismo está trabajando en el comando de Piñera en temas de educación, que es su especialidad. Ahí seguirá comprobando cómo son las cosas.

—Cuando te habló de su embarazo, ¿te planteaste de inmediato la idea de vivir juntos, de hacer familia?

—Sí, pensé que, llegado un minuto, hay que ponerle el hombro. Que las relaciones son procesos y que estamos en etapa de construcción. Echando a perder se aprende. Ese principio es válido en las relaciones de pareja. Y hay que tener paciencia. La paciencia es una buena virtud —dice medio críptico.

—¿Cuál ha sido tu relación de pareja más larga?

—Tuve una polola con varias interrupciones, pero con quien sumamos unos 8 años. Fue una de esas relaciones apasionadas, que son un ir y venir. Después estuve casado 5 años con la Carola Tohá.

—¿Por qué no resultó o será que no estás hecho para vivir en pareja?

—No, a mí no me gustan los clubes de Tobi ni la soltería. No concibo una vida sin mujer. Ustedes aportan una mirada distinta. Los quiebres quizás se deban a que soy un tipo complicado, aunque siento que he cambiado harto. Soy un poco cabrón, en el sentido de que me gusta poner el cuadro y el mueble que a mí me gusta, en el lugar que a mí me gusta. Me falta desarrollar esa parte de la convivencia, que tiene que ver con la generosidad. He cambiado sí; ahora me doy cuenta de ese defecto, ese es un primer paso.

—En una entrevista dijiste que la única mujer incondicional que has tenido fue tu madre.

—Eso es así, para todos. ¿Quién si no tu mamá te va a querer a todo evento? Yo perdí a la mía cuando tenía 17 años. Murió de un linfoma, lo mismo que mi papá que se fue hace 5 años, después de haber superado seis cánceres, por eso el mío a la tiroides, me parece un pelo de la cola y creo que no será mi primer encuentro con esa enfermedad. Volviendo a mi mamá, me acuerdo que a los 15 años, cuando hice el EJE (Encuentros Juveniles en el Espíritu), ella me escribió una carta donde me decía ‘no importa lo que pase, donde estés, ni lo que hagas, yo estaré siempre contigo para apoyarte, quererte y comprenderte'. Ahí lloré y eso que me cuesta hacerlo. Me carga, no porque crea que no es de hombre, simplemente no me sale, nunca me ha salido. A veces, lo he hecho, y ha sido un gran desahogo.

La angustia que fractura a Fulvio y lo ha hecho llorar un par de veces "en estos dos últimos años y cinco meses", tiene para él un único responsable: su archienemigo, el diputado comunista Hugo Gutiérrez. Iquiqueño, igual que él, ha liderado, a su juicio, una verdadera cacería política, judicial y personal en su contra, a partir de las acusaciones de financiamiento irregular de su campaña.

"Gutiérrez destila odio. Es una persona mala. Si hubiese estado al otro lado de la vereda política, habría sido violador de derechos humanos, estoy seguro. Es un gallo siniestro, que se dedica a buscar falsos testigos, que ha tratado de involucrar en delitos hasta a mi padre muerto. Esa es su manera de hacer política. Cuando fue concejal en Estación Central, me contó el ex alcalde Gustavo Hasbún, que incluso organizó una funa al funeral de su padre".

Fulvio dice que ha sido tanto "el encono y la mierda", que en febrero pensó en no repostularse como senador por Iquique, donde competirá contra Jorge Soria, caudillo regional apoyado por Gutiérrez. "Lo conversé con mi hermana, con la Sylvia, con mi entorno más cercano. Incluso pensé en irme a Harvard o Columbia a hacer un máster. Pero me di cuenta de que la política es mi vida. Aunque hoy mi prioridad es la Flavia, mi pasión existencial desde siempre ha sido la cosa pública".

Pasa revista a sus cargos, partiendo por el de presidente de curso de su colegio hasta el liderazgo del PS, al que renunció en 2016. Hoy, a Gutiérrez suma entre sus enemigos a sus otrora camaradas Camilo Escalona y Osvaldo Andrade. "¿Con qué derecho me critican? Ellos no tienen tejado de vidrio; sencillamente no tienen tejado", comenta, irónico.

Además de sentir que la política es su pasión, cree que "la mejor manera de reivindicar mi nombre es ganando. Además, soy iquiqueño. Mis padres están enterrados allá. Allí me crié, nadando en la playa Bote Varado, al lado de la Poza de los Caballos, en Cavancha. Tengo casa en Pica. Mi hijo se va a radicar allá. O sea, no puedo dejar en manos de la mafia de Soria y Gutiérrez mi tierra".

—¿Ves posible tu reelección?

—No sé. Pero siento que me robaron los últimos 2 años y 5 meses de mi vida. A veces pienso que debí haber llegado a un acuerdo con esas suspensiones condicionales que tanto se ofrecieron. No lo hice porque estoy convencido de no haber cometido ningún delito.

—¿Te arrepientes de algo?

—De muchas cosas. Yo no creo que alguien a quien le ofrecieran vivir de nuevo su vida, haría todo igual, no corregiría errores. Creo, por ejemplo, que pude haber sido mucho mejor padre con mi primer hijo. Ahora, él y su polola, también abogada, me están apoyando, yéndose a Iquique a trabajar en mi campaña. Y eso me tiene muy contento.

—Si pierdes, ¿qué pasará contigo?

—Afortunadamente soy médico especialista, egresé de la Católica y tengo un máster en Salud Pública. Será bueno estar en una actividad que no sea repudiada, como pasa hoy con la política, que vive tan malos tiempos. En el norte yo atiendo a mucha gente y noto lo que pasa cuando me pongo el delantal blanco. Dejo de ser el senador, paso a ser el doctor y a escuchar las confidencias más intimas. Me siento depositario de la confianza y de la gratitud de las personas. Y la gratitud es parte importante de la satisfacción y la felicidad, tanto para el que agradece como para el que recibe el agradecimiento.

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