Bachelet dejó de seducir. Cuando los políticos se dan cuenta de su poder, dejan de seducir y comienzan a ser una directa producción de sentido. Es lo que pasó con Lagos".

Quedamos de juntarnos en un café literario. Mientras miro libros, de pronto llega él. Alto, imponente, abundante cabello entrecano, chaqueta de cuero, mirada penetrante. Me ofrece un café y me pide un trozo de pastel. Él lo escoge por mí.

Cristóbal Holzapfel (64) viene llegando de exponer en la U. de Málaga y hace poco dio una charla titulada "Lo que queda de erotismo y seducción: la agonía de lo erótico y lo seductor en tiempos de rendimiento".

Aventurero, sube montañas, nada a mar abierto y practica todo tipo de deportes extremos. Recuerda una vez que la seducción casi lo mata:

—Pololeaba con una mujer varios años menor. Nos fuimos de vacaciones al norte, y cuando estábamos en Mejillones, para impresionarla, le dije que podía ir nadando a una isla que se veía al frente, a algunos kilómetros. Llegué a duras penas, pero el problema fue que, por el calor, no podía poner un pié en la tierra. Insolado, cansado, deshidratado y completamente solo, me preparé para morir de inanición, hasta que por pura casualidad llegó un bote inflable con unos jóvenes que iban a acampar.

—¿Y todo eso le sirvió para seducirla?

—No. Me pateó poco después de llegar a Santiago (se ríe).

Creció en Valdivia con cuatro hermanos, entre ellos, la actriz Consuelo Holzapfel. En Valdivia, ser alemán era sinónimo de ser pinochetista. Su padre era Intendente y firmaba los decretos de expropiación que se iniciaron con la reforma agraria de Frei Montalva. "Los hijos de esos latifundistas expropiados eran mis compañeros de colegio", cuenta. Por eso, durante su juventud, Holzapfel detestaba la sola idea de ser alemán, y sólo vino a encantarse con sus orígenes cuando leyó a Goethe. "Ahí me descubrí. Esto soy yo". Y terminó doctorándose en Alemania.

Pero sus orígenes académicos fueron en la época de oro de la universidad Austral, donde tuvo maestros como Jorge Millas y Luis Oyarzún. Luego vino a Santiago a estudiar filosofía al Pedagógico. Desde esa facultad le tocó presenciar el apresamiento de su gran maestro, Juan Ribano.

"El mayor seductor es Jorge Sharp"

Con Jean Baudrillard, filósofo y sociólogo francés, la seducción se convierte en un concepto fundamental. El mundo es el resultado de la producción, y la seducción es el desvío.

—El filósofo coreano Byung-Chul Han habla de seducción en términos de producción económica, ¿necesitamos ser seducidos para producir?

—Efectivamente. La seducción es siempre desde la no-seducción. Imagina que viene llegando un estudiante de filosofía, fascinado con Byung-Chul Han, y ve a una niña muy bella, leyendo uno de sus libros. Busca cómo llamar su atención. Él está realizando una seducción vulgar. Pero ella sí lo seduce, desde la no-seducción. Ella ni siquiera sabe que él existe. Su sola presencia seduce, e incluso su ausencia.

—¿De esa misma forma opera la seducción en los presidenciables?

—Hoy ninguno de los candidatos es realmente seductor. Todos intentan seducirnos de forma vulgar, simple.

—¿Qué es lo que seduce de Piñera?

—Piñera destaca por su inteligencia y por su astucia. Para Maquiavelo, la sociedad se compone principalmente de leones poderosos e intocables y zorros, que se las ingenian para ganarles la partida a los leones. Piñera tiene la particularidad de ser a la vez león y zorro.

—¿Quiénes son los seductores de la política chilena?

—Yo diría que el mayor seductor hoy es Jorge Sharp. Bachelet cumple con todos los requisitos de seducción que obsesionan a Baudrillard. Durante todo este período en el que estuvo en Nueva York, donde tenía al país pendiendo de un hilo por saber si se decidía a ser candidata, se podía dar el lujo de la no-seducción.

—Pero ya no seduce tanto.

—Dejó de seducir. Cuando los políticos se dan cuenta de su poder, dejan de seducir y comienzan a ser una directa producción de sentido. Es lo que pasó con Lagos. Todo Chile fue seducido por el dedo de Lagos, hasta que ahora lo vimos diciendo "Yo, que he sido un poderoso estadista, vengan a buscarme ustedes".

—¿Cómo funciona el juego de la seducción?

—Seducir es ser seducido. El sujeto seductor donjuanesco se vuelve objeto seducido. Y el objeto seducido se vuelve seductor. En ese sentido, vemos a Andrónico Luksic, que hoy da la impresión de querer recuperar cualitativamente la figura del empresariado. Probablemente tiene a la vista a grandes empresarios del siglo XIX, como José Tomás Ovalle o José Santos Ossa, que eran también grandes filántropos. Me parece legítimo que para esto se ponga a tuitear, probablemente influenciado por Obama o Trump.

Paga la cuenta. Me abre la puerta y salimos del lugar. "¿Andas a pié?", me pregunta, y ofrece llevarme atrás en su moto. Completamente seducida, me dejo llevar.

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