Es muy racional, muy tranquilo y analítico. Una excelente persona". Gastón Lewin Ex vicepresidente Sofofa

Bofill padre pensó: éste es el hombre que necesito; valoraba mucho la lealtad". Un amigo de Llugany

En una trama en la que han circulado variopintas hipótesis —desde líos de faldas hasta automontajes—, José Juan Llugany Rigo-Righi (65) tiene un rol central. Fue en el cielo falso de su oficina de director de Carozzi en el edificio corporativo de Nos donde se encontró el primer micrófono el domingo 14 de mayo "en un chequeo de rutina", según declaró a El Mercurio.

Para Llugany no es menor que su lugar en Carozzi fuera el afectado por el espionaje. Porque ha sido prácticamente su segunda casa en los últimos 27 años. Conocido como el hombre más cercano a los dueños —el patriarca Gonzalo Bofill de Caso y su hijo Gonzalo Bofill Velarde— fue ahí donde multiplicó por más de 20 el tamaño de la empresa. Y fue esa la catapulta que lo llevó a integrar la directiva de la Sofofa, la que le ha traído más de un dolor de cabeza. El último, el del lío del espionaje. Es que tras hallar el micrófono en su oficina, al día siguiente le contó al ex presidente del gremio, Hermann von Mühlenbrock, quien pidió también buscar en las oficinas de la Sofofa. El viernes 19, el ex sargento de Carabineros Rubén Zito Araos halló otro micrófono en el despacho de Von Mühlenbrock.

La Sofofa dio a conocer el hecho el 26 de mayo, a cinco días de la elección de presidente, y presentó una denuncia ante la fiscalía. La fiscal Lorena Parra, designada para indagar el caso, estuvo este martes dos horas y media tomando declaración a Llugany, quien a estas alturas se le define como el hombre cero de la trama.

Destinos cruzados

Por su padre y por la Escuela de Negocios Adolfo Ibáñez de Valparaíso, Llugany terminó ligado a los Bofill, los dueños de Carozzi.

Juan Bartolomé Joaquín Llugany García —un ingeniero químico catalán que llegó a Chile durante la II Guerra Mundial— se trasladó con su familia a vivir a Viña cuando lo nombraron gerente general de Hucke, cuya planta estaba en el puerto. Allí conoció a Gonzalo Bofill de Caso, el patriarca, de origen asturiano.

Simpatizante del franquismo, Llugany emigró de Chile en la Unidad Popular a su natal Barcelona, con su mujer y tres hijos. José Juan —a quien tratan de don José en Carozzi— entró a la universidad, pero la nostalgia pudo más y regresó solo a Viña del Mar.

Entró a la Escuela de Negocios, donde fue ayudante de Gonzalo Bofill Velarde, el heredero. "Decidí entrar a la Escuela de Negocios en 1970 cuando no era fácil, porque no era una institución reconocida por el Estado aún", recordó en 2013 ante alumnos de la UAI, según cita el DF.

Con un breve paso por el sistema público de salud entró a Bellavista Tomé, que era de los Ascuí, como gerente de finanzas. Bofill de Caso recordó al hijo de su amigo catalán y le pidió a su hijo Gonzalo que fuera a tantearlo, pero Llugany le respondió que no podía abandonar la textil en medio de la crisis de los 80.

"Lo fueron a buscar dos veces más. Él dijo: ‘me voy a ir el día en que haya una solución en Bellavista'. Bofill padre me contó alguna vez que él pensó: ´éste es el hombre que yo necesito, él valoraba mucho la lealtad", relata un amigo de Llugany que conoció al patriarca de cerca.

Hasta que en 1990, cuando Carozzi era una empresa que tenía el negocio de pastas del mismo nombre, galletas Costa, y la división agroindustrial Agrozzi, que hacía la salsa Pomarola y pasta de tomate para ketchup para cadenas de restorantes, Llugany aceptó.

Entró como gerente general del área de fideos, la más grande. Al poco tiempo se fusionaron las divisiones y pasó a ser la cabeza corporativa. Mientras, Bofill hijo era director y su padre, presidente.

Los US$ 50 millones que vendía Carozzi en 1990 pasaron a US$1.100 millones en 2016, es decir, multiplicó su facturación por 22. Dejó el cargo con un centenar de marcas como jugos Vivo, confites Ambrosoli y Calaf, harina La Selecta, arroz Miraflores, alimentos para mascotas Master Dog y chocolates Costa. Además, internacionalizó la compañía al instalarse en Perú con pastas Molitalia. Pasó de 12 unidades productivas a 24 (8 en Perú) y amplió sus ventas de 35 a más de 50 países. Hoy cuenta con 13 mil trabajadores.

Sus hitos

Dos hechos marcaron duramente su gestión en Carozzi: en 2001, un sabotaje, supuestamente de sus propios trabajadores, por contaminación de productos con virutilla que obligó a botar 30 toneladas de chocolate de su planta Ambrosoli en Reñaca, recordado por el DF, y el incendio de la fábrica de fideos en Nos en 2010.

En su labor gerencial, sus conocidos resaltan dos hitos de liderazgo: cuando hace dos décadas, Lider decidió ampliar el plazo de pago a los proveedores, Llugany junto a Rodolfo Véliz, de Watt´s; Francisco Gana, de Soprole, y Fernando del Solar, de Nestlé, crearon la Agip, que agrupa a las principales empresas de productos de consumo masivo. Y en 2012, frente a los atrasos en los pagos de SMU, fue portavoz de Agip en su denuncia a la Fiscalía Nacional Económica.

Su veta gremial partió en 2007, cuando entró como consejero electivo de la Sofofa. Presidió el comité de pensiones, participó en el laboral y el de descentralización, también integrado por su jefe, Gonzalo Bofill hijo.

En la última elección, Llugany, quien es además director de la caja de compensación 18 (propiedad de Sofofa), apoyó a Rodrigo Alvarez, el candidato que bajó su postulación tres semanas antes dejando como único nombre a Bernardo Larraín Matte, quien finalmente resultó electo.

Sin vicios

No fuma, no toma alcohol y practica múltiples deportes. Esquía en El Colorado, y una vez por semana juega en una liga de fútbol. Corre en su auto Giulia Alfa Romeo junto a otros coleccionistas "alfistas", como Renzo Corona (PwC) y Aldo Simonetti (ex AFP Santa María).

En el fútbol es fanático de la UC, no se pierde partido en San Carlos. Mientras, Bofill hijo, presidente de Carozzi tras la muerte de su padre en 2007, es fanático de Colo Colo y sólo juega golf.

Los describen como complementarios: uno es intenso, acelerado, empujador y energía pura; el otro —Llugany— "es muy racional, muy tranquilo y analítico", dice el ex vicepresidente de Sofofa Gastón Lewin.

Separado, padre de tres hijos, abuelo de cinco nietos, desde hace seis años es pareja de la abogada Soledad Altamirano, socia fundadora de Nexos, la agencia de comunicaciones que lleva las cuentas de Carozzi, Sofofa y AB Chile, que no le dio el voto a su timonel Rodrigo Alvarez como candidato al gremio industrial. La amplia cartera de clientes de Nexos tomó caminos cruzados: CCU y Banco de Chile —del grupo Luksic—, además de CMPC, se la jugaron por Larraín Matte. Von Mühlenbrock y Carozzi apostaron por Alvarez.

Por esa razón, y dado que las denuncias por espionaje se presentan a título personal, Nexos optó por no involucrarse.

La agencia Azerta —creada por Cristina Bitar, Felipe Edwards y Gonzalo Cordero— asesoraron a Von Mühlenbrock en la crisis del micrófono.

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