Decidí viajar por el mundo, quizás, para alejarme de Francia, que para mí representaba ese quiebre mortal con mi padre".

La vida del chef francés y conductor de televisión Yann Yvin ha estado marcada por el viaje. De hecho, nació en París, pero sus padres fueron inmigrantes: su mamá pertenece a la cultura celta francesa de Bretaña y su padre nació en Vietnam. Y para Yann, el hecho de tener sangre celta, lo hace un amante de los viajes. Pero no sólo eso, sino que también tuvo un quiebre en su vida cuando él se encontraba de viaje en Brasil: su padre tuvo un accidente doméstico y a los pocos días falleció, cuando el actual panelista del matinal de TVN tenía dieciocho. "Después decidí viajar por el mundo, quizás, para alejarme de Francia, que para mí representaba ese quiebre mortal con mi padre. Y nunca regresé", cuenta.

Hoy en día vive solo en Chile, mientras su familia está en Canadá, y se mantiene ocupado entre el matinal y en las grabaciones del nuevo docu-reality "Match", en el que se encarga de ser el conductor del show. Y aunque todavía no se siente un "hombre de televisión", sí sueña con otros proyectos, por ejemplo, conducir un programa de viajes.

—Has vivido muchos años en Chile, ¿te sigues sintiendo un inmigrante?

—Es bastante rara mi sensación. En Chile me siento en casa, es mi país de adopción. Y es donde más tiempo he pasado, pero no por eso me siento un chileno, me siento más un francés inmigrante.

—Actualmente estás viviendo solo en Chile, y tu familia está en Canadá, ¿cómo ha sido vivir solo?, ¿qué ha cambiado?

—Mi familia acaba de venir la semana pasada, entonces claro que cuando se van, uno tiene esa angustia de que ‘chuta, ellos se quedan allá y yo estoy solo en Chile'. Entonces tiene ese momento triste. Si estuviera menos ocupado, ahí sería más difícil porque uno se pondría a pensar y decir ‘chuta, qué hago aquí, estoy solo'.

—Yendo a tus raíces, ¿cómo fue tu vida en Francia?

—Soy un inmigrante en Chile, pero también en Francia. Del lado de mi padre tengo un lado vietnamita, mi papá nació allá. Y mi mamá viene de Bretaña, de la cultura celta. Nací en París y tuve un desarrollo de mi infancia bastante normal, categoría social media y tuve que pelear un poquito para ser cocinero. Pero logré demostrar a mi padre que yo podía hacerlo. Y después tuve un quiebre en mi vida cuando murió mi padre y ahí me dio un poco una patada en el culo, para salir adelante y realmente como digo, comer la vida.

—¿Qué edad tenías cuando murió tu padre?

—Dieciocho años. Es muy difícil para un hombre perder a su padre, la figura paterna, eso es muy potente. Estás en plena edad que quieres demostrar que tú lo puedes hacer tan bien como lo hizo él. Quieres presentarle tu primera polola, tus niños, eso no lo tuve. Entonces me lo tragué y claro que te hace un poco más duro. Y después decidí viajar por el mundo, quizás, para alejarme de Francia, que para mí representaba ese quiebre mortal con mi padre. Y nunca regresé.

—¿Qué crees que diría tu papá con todo lo que has logrado en tu vida, y por estar ahora en la televisión?

—La televisión no es algo que lo hubiera entusiasmado, hubiera dicho ‘ya, es un logro'. Tenemos filosofías de vida muy parecidas, me la enseñó él, y de buscar, con todo lo que hagas, la felicidad. No buscar un target más allá de la felicidad. Así es que seguramente en ese caso me hubiera dicho: ‘Ya, bien, dale no más. Tienes una familia, cuídala, has lo que a ti te parece, siempre respetando a los demás'.

—¿Y cómo es tu relación con tu madre?

—Sí, ella es mi conexión con mi lugar de infancia, porque sigue viviendo allá, en Bretaña, que es el territorio celta de Francia. Tenemos una muy buena relación, viene a Chile cada año a pasar Navidad con nosotros. Sé que nunca jamás voy a pelear con ella, justamente por el hecho de haber perdido a mi padre joven, sentí que las peleas intrafamiliares son una pérdida de tiempo.

—¿Qué significa ser celta? En Chile no se conoce mucho esa cultura.

—Además que se confunde mucho. Todo el mundo cree que nació en Irlanda o Inglaterra, pero es francesa. La cuna de la cultura celta está en Francia. Si abres el cómic Astérix y Obélix vas a entender. Es una cultura que viajó mucho. Entonces tenemos en nuestra sangre el tema del viaje, la conexión con el otro, saber escuchar, somos muy tolerantes. Un poco cabezas duras también, como ‘ya, yo quiero ir para allá', y nadie me va a cambiar mi trayectoria.

—A propósito de tu programa Match, un docu-reality de citas a ciegas. ¿Cómo fueron tus primeros amores?

—Vengo del mundo de la cocina, un mundo de mucha promiscuidad, donde vivimos muchas horas juntos. Entonces muchas veces terminas pololeando con tu colega de trabajo (ríe), porque no tienes tiempo de salir a buscar. Y la promiscuidad de verdad ayuda.

—¿Te pasó que sufrieras de amor?

—Sí, por supuesto, pero ahí mi parte celta me protege un poco, soy bastante duro de cuero y tengo una protección. Entonces no filtro mucho mis sentimientos, pero adentro claro que uno sufre, sufre, sufre. Incluso para la muerte de mi padre, no soy de llorar, hoy día sí lo logro, cuando tengo 50 años. Pero eso te aseguro que cuando tenía 25 o 30 años era imposible.

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