Está en juego la capacidad de una nueva generación de políticos que tendrá por fin salvar la democracia".

Marine Le Pen versus Emmanuel Macron. Jean-Luc Mélenchon versus François Fillon. Le Pen versus Fillon. Macron versus Mélenchon.... y un todas las combinaciones entre estos cuatro candidatos. Y la más temida de todas: los representantes de la ultraizquierda y la ultraderecha —Mélenchon y Le Pen— alcanzando la segunda vuelta del 7 de mayo. Olivier Rouquan, politólogo y consultor francés, explica desde París las cruciales elecciones en Francia de este domingo.

—¿Cómo se puede explicar este fenómeno político en Francia, donde incluso los dos extremos podrían pasar a segunda vuelta el domingo?

—Creo que ese escenario es la consecuencia de muchos factores: primero el hecho de la crisis económica y social que está en desarrollo desde hace unas pocas décadas. En segundo lugar, que los franceses se aburrieron de la manera en que los políticos actúan y hablan: siempre usan los mismos argumentos y trucos, y con resultados insuficientes. En tercer lugar, los populismos están prosperando en el mundo, debido a la evolución del marco de la comunicación política: cada vez más simplista, y dando la ventaja en las caricaturas. Estos son algunas —pero no los motivos exhaustivos— de las causas de esa situación política.

—¿Y cuáles son ellos?

Los factores conjeturales son importantes para explicar ese escenario: durante esta campaña presidencial, las propuestas de la gente no fueron apoyadas por los candidatos, a excepción del salario universal (idea del candidato socialista, juzgada como utópica). Los otros candidatos anunciaron algunas ideas, como bajar el número de funcionarios públicos, o la universalización del seguro de desempleo...., que parecen ser propuestas neoliberales, tan conocidas y rechazadas por gran parte de los trabajadores. Al final muy poca gente es capaz de responder cuál es la propuesta principal de esta campaña.

El segundo punto es que esta situación es en parte la consecuencia del tiempo perdido en comentar el comportamiento judicial y ético del candidato de la centroderecha. El clima electoral se oscureció por el fantasma de la corrupción.

—¿En esta elección muere el bipartidismo? ¿Podrá Francia vivir con la "cuadripolarización" como ocurrió en España?

—No sé si podrá vivir. Pero el hecho es que el bipartismo tradicional se terminó. Al final, podríamos imaginar que tendremos en el futuro un nuevo sentido del partidismo. Pero en realidad estamos enfrentando la ruptura de la política tradicional.

—¿Podrán sobrevivir gaullistas y socialistas?

—Si quieren sobrevivir, gaullistas y socialistas tienen que modificar profundamente su proyecto ideológico y la manera en que practican la política. Este cambio puede durar unos pocos años o también décadas. Vamos a ver confrontarse a partidos en un juego al menos de tripartidismo, con un nuevo partido de centro (Macron) y la irrupción fuerte de los extremos.

—¿En qué fracasaron la centroderecha y los socialistas que ya no atraen?

—No lograron reorganizar sus ideologías. Ellos no pueden elegir una manera clara de definir un nuevo proyecto europeo, una forma de ayudar a la economía a crecer de nuevo, o al cambio del Estado de Bienestar. Ellos tratan de mantener un programa de a medio camino, sin llegar al fondo, para no perder a los más moderados, pero al final, estos mismos están decepcionados por la ineficiencia y la falta de "valor" político de los proyectos socialista y de la centroderecha.

—¿Qué te parecería si hubiese un resultado en el que los dos extremos pasaran a la segunda ronda en Francia? ¿Qué tendría que hacer el elector moderado?

—Creo que los electores moderados serían numerosos en las elecciones parlamentarias de junio. Si se da la posibilidad de que los dos extremos pasen a segunda vuelta, la elección al parlamento se volverá crucial. De hecho, la designación del primer ministro será muy importante. Conservadores con centristas con unos cuantos socialistas podrán unirse y "el Presidente radical" tendrá que lidiar con ellos.

—¿Qué está en juego en Francia?

—En cierto sentido, la estabilidad de Europa, la capacidad de construir un nuevo proyecto europeo y también la capacidad de una nueva generación de políticos que tendrán que ser atractivos y hacer el mundo más comprensible para los ciudadanos con el fin de salvar la democracia. Porque hoy, ese es el desafío.

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