Tortugas. Serpientes de mar. Peces globo. Rayas de puntos amarillos. Y en algunos sectores hasta tiburones punta negra. Estas son las especies subacuáticas más requeridas por los cerca de 100 mil turistas que llegan cada año a bucear a Koh Tao.

La isla tailandesa está en el sur del país, a 415 kilómetros de la capital, Bangkok, y sus 2.250 habitantes viven en torno a los extranjeros que los visitan buscando paseos submarinos. Es tal la cantidad de turistas, que se estima que la población flotante es cercana a las 8.000 personas, más del triple que los residentes.

"La gente viene acá porque es uno de los mejores lugares del mundo para aprender y obtener la certificación. Las condiciones son perfectas: no hay animales peligrosos, tampoco grandes olas, el agua siempre está cerca de los 30 °C, es transparente y la visibilidad ronda los 20 metros", cuenta José Ugarte, instructor chileno de buceo que vive y trabaja hace cuatro años en la isla.

Pero hay más factores que vuelven a este lugar atractivo para quienes quieren iniciarse en la disciplina. Uno de ellos es el precio de los cursos: en los 21 kilómetros cuadrados de la isla hay más de 80 escuelas de buceo. La alta oferta permite que se pueda hacer la certificación inicial, el Open Water validado en todo el mundo por PADI, desde $150.000. En Chile, por ejemplo, el precio en Algarrobo, Pichidangui, Los Molles o Quintay es de $260.000

Otro atractivo son las playas paradisiacas: agua transparente, palmeras y arena delgada y blanca. Un paisaje natural impresionante para descansar tras los descensos y para esperar el atardecer oriental: el sol naranjo se ve como una circunferencia grande, perfecta, que entra lentamente al mar cristalino.

La cárcel y los tiburones

Hace 70 años, sin embargo, el mismo paisaje no estaba dispuesto para que las personas disfrutaran de comodidades y libertades. En la década de 1940, llegaron a la isla 54 presos políticos, acompañados de otros 50 reos comunes y 15 guardianes. La zona estaba despoblada, no había desarrollo urbano ni agrícola y, pese a la belleza natural, el descampado era una zona de castigo.

Los primeros mencionados fueron trasladados allí en 1943, tras ser parte de la llamada revolución Borawadesh que intentó un fallido golpe de Estado. Allí en Koh Tao, estaban literalmente aislados de la sociedad. Además, el agua que rodeaba la isla estaba poblada de tiburones, por lo que era impensado tratar de arrancar nadando o en balsas. El lugar era conocido como el infierno, a causa de lo duro de la vida y de la malaria que se transmitía con fuerza.

Tras un año de encierro fueron indultados y el territorio volvió a quedar desierto. Pero en 1947 llegaron dos hermanos mellizos, Ta Euam y Ta Oh, con intención de poblarla y así se inició el desarrollo. En 1980 la isla ya estaba dentro de la ruta turística tailandesa.

Corales y miradores

Koh Tao significa en español "Isla Tortuga", así la bautizaron los pescadores que la frecuentaban por la forma del territorio y porque a mediados del siglo pasado estaba lleno de estos animales.

Hoy la zona, donde hay al menos 35 puntos de buceo, se caracteriza por los arrecifes de coral.

"Además de ser muy lindos de ver al bucear, son fundamentales para la vida marítima. Es el hábitat de muchas especies pequeñas, que a la vez son alimentos de especies más grandes. Los corales ayudan a mantener el equilibrio de la fauna acuática, fauna que es lo que uno busca al sumergirse en buceo recreacional", comenta Ugarte, el instructor chileno.

Otra manera distinta de disfrutar la belleza del agua es, paradójicamente, desde la tierra. La isla tiene varias zonas altas, por lo que hay distintos miradores, que permiten disfrutar vistas panorámicas. Dentro de la vegetación de los montes destacan los Koi Nam, las palmeras, y hasta una planta jurásica, Cycad, que se estima que puede vivir hasta mil años.

El lugar alto más requerido por los visitantes es el que está en Koh Nang Yuan, un conjunto de tres islas pequeñas, privadas, que están conectadas entre sí por bancos de arena. Desde un roquerío superior se pueden ver todas las bahías de agua turquesa y las playas de arena blanca, donde los extranjeros disfrutan del sol, del buceo y del snorkel.

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