El problema será llegar a los 95. Estaré a la altura del Hogar de Cristo porque no me alcanzará".

"Sabía que en las dos universidades estaban un poco hartos conmigo por la edad, porque cumplir 80 años es un tabú. Pero yo tengo la buena o mala suerte de estar en la primera generación que llega a los 80 sin estar cucú".

El historiador Julio Retamal Favereau ríe ahora. Pero no le hizo ningún chiste que, casi en forma simultánea, la Adolfo Ibáñez y la Gabriela Mistral prescindieran de sus servicios con una diferencia de 30 días: la UAI (donde era el director de extensión en Humanidades) el 15 de diciembre de 2016 y la GM el 15 de enero pasado.

"La intuición me decía que esto sucedería tarde o temprano, pero así y todo fue bastante sorpresivo porque nadie me avisó antes", dice Retamal, quien es autor de decenas de ensayos y libros, entre ellos "Y después de Occidente, ¿qué?" y "¿Existe aún Occidente?".

Pero no es la primera vez que lo jubilan. Cuando cumplió 68 años le pasó lo mismo en la Universidad Católica por reglamento, pero lo nombraron profesor emérito. Siguió en las privadas, lo que le permitió cumplir 55 años en la docencia y sumar más de 11 mil alumnos regulares.

Sus últimos empleadores le dieron todo tipo de argumentos para justificar su exoneración —es doctorado en Historia por la Universidad de Oxford—, pero él está seguro de que el motivo fue su edad: "La verdad es que querían deshacerse de mí. Consideran que los profesores con más de 80 años tenemos métodos muy anticuados. Pero podría probar que eso no es así".

"Los artistas siguen hasta los 100 años"

Con el despido se le desplomaron los ingresos. "Usted verá este departamento y dirá que no tengo problemas, pero no tengo un background económico. Bajé a la cuarta parte mis ingresos de un paraguazo. Entonces estoy con problemas. Tengo algunas inversiones, ahorros, que tendré que empezar a comerme", cuenta.

"El problema será llegar a los 95. Estaré a la altura del Hogar de Cristo porque no me alcanzará", advierte.

La risa le amortigua la situación, pero confiesa que si bien "lo estoy tomando lo más livianamente posible, igual me ha generado un poco de depresión".

Y analiza: "El problema de la edad es sicológico. Hay que considerar que la expectativa de vida ha subido mucho en los últimos años. Entonces a uno lo obligan a jubilar a los 65. Les ha pasado a otros muchos profesores de mi edad que los sacan porque están ocupando un cargo que podría tener a una persona más joven. Yo me siento totalmente capacitado para seguir dando clases y, por lo tanto, lo que estoy haciendo es buscar algún medio donde desarrollarme como docente".

—¿Qué sintió cuando le avisaron?

—Uno se siente mal en la medida en que se siente un poco dejado de lado o cuando hay problemas físicos. Es evidente que algo de eso se da porque naturalmente no tengo la agilidad que tenía a los 40 años. Eso es un hecho, pero todo el resto está bien. Di clases hasta diciembre del año pasado y no me siento culpable de nada, pero reconozco que en algún momento las cosas se terminan y no hay una garantía. ¡Si hasta la Iglesia Católica obliga a los obispos a jubilar a los 75 años! Cosa que yo siempre he estimado un error.

—¿Se siente discriminado?

—Sí, porque yo veo que en otros mundos, como el de los artistas, siguen hasta los 100 años. Picasso murió a los noventa y tantos; hay otros vivos que tienen mucha edad: Nicanor (Parra) tiene 102, monseñor Piñera cumplió 101, Willy Thayer está cumpliendo 100 años. Estamos viviendo más y la sociedad no sabe mucho qué hacer con estos viejos que nos pasamos del límite normal de la edad.

"El teatro —prosigue— es un campo en donde no hay tanta discriminación. La mujer de Sieveking, Bélgica Castro, tiene 96 y sigue actuando. Mónica Echeverría, que no quiere que diga la edad, tiene más de 90 y sigue escribiendo y publicando, y en algunas universidades hay profesores pasados los 80 que están ejerciendo todavía. Aunque entiendo que no nos pueden estar financiando hasta los 130 años".

—La población chilena y la mundial envejece. ¿Habría que modificar las leyes para aprovechar la experiencia?

—Ya no se aprecia mucho eso. La vieja cátedra donde el viejo maestro enseñaba está bastante desprestigiada. Además, a los viejos nos falta el uso de las plataformas digitales que yo no domino bien.

Retamal tiene computador desde hace 20 años, usa e-mail y navega por internet. Pero no usa ni Facebook, ni Whatsapp, ni Twitter. Ni siquiera teléfono celular: "He tenido varias veces pero me fastidió porque quedamos en manos de los tecnócratas".

No le gusta la política

Conservador intelectual

"Fui bastante cigarra..." dice en alusión a la fábula de Jean de La Fontaine —"La cigarra y la hormiga"— que cuenta la historia del insecto que pasó el invierno cantando y no preparándose para el invierno como la diligente hormiga.

Considerado como el "último pelucón", Retamal reconoce su conservadurismo, pero aclara que lo es en materia cultural, espiritual e intelectual: "En política no. He votado hasta por regidores de izquierda".

Sabe de pintura, filosofía y teatro. Aún recita todas las valencias y hasta los símbolos de la tabla periódica de los elementos químicos. "¿Para qué sirve?, dirán algunos. Bueno sirve para mantener vivo esto", se responde apuntando a su cabeza.

LEER MÁS