"Cuando los directores están por mucho tiempo en el cargo, terminan apoderándose de estas empresas que no tienen dueño". Robert Rivas, ex interventor de La Araucana

Nadie se lo creía, pero ahí están los resultados. Cuando este 28 de febrero se realice la primera sesión de directorio de la Caja de Compensación La Araucana, cuatro de los siete nuevos miembros serán mujeres.

"Pensamos que iba a ser difícil encontrar mujeres que tuvieran disponibilidad de tiempo y que quisieran participar, pero no fue así", reconoce Robert Rivas, bajo cuya gestión como interventor se cambiaron los estatutos de la sociedad. En ellos se estipuló que entre los cuatro directores empresariales debía haber uno de "género diverso al resto" y que lo mismo debía suceder con los tres directores laborales que se eligieran. Esto implica que un 28% del directorio debe ser hombre o mujer. Norma que hasta donde se sabe –ya que los estatutos de las sociedades no son públicos- no la había establecido ninguna compañía en Chile.

En el caso de los directores empresariales, César Barros –el mismo que encabezó La Polar y a los salmoneros cuando estuvieron en crisis- quedó como presidente junto a otras tres directoras empresariales: Sara Smok Ubeda, gerente general de Manpower; Soledad Arellano Schmidt, vicerrectora académica de la UAI; y Josefina Montenegro Araneda, ex superintendenta de Insolvencia y Reemprendimiento.

Montenegro señala que "es completamente inusual lo que sucedió en La Araucana: el género diverso está representado por un hombre –César Barros- en el caso de los directores empresariales". En febrero salió electa por el lado de los directores laborales Gloria Cuadra Miño, quien trabaja en el IST y con ella se llega a una cuota de 58%.

No sólo cambiar los números

"Esta institución se intervino por una serie de problemas financieros y administrativos, pero el tema de fondo era la debilidad del gobierno corporativo. Si no se fortalecía, la probabilidad de que volviera a caer era bastante alta", es lo primero que responde Rivas cuando habla del período en que fue interventor de la Caja La Araucana, debido a una crisis financiera que la tuvo a punto de su disolución o fusión. ¿Qué tipo de problemas? Por ejemplo, había un director que llevaba 19 años en el cargo y otros dos directores cerca de 10 años, de un total de seis.

Ahora, los directores durarán seis años como máximo y la mesa se renueva parcialmente cada dos años, mientras que el gerente general permanecerá no más de 10 años.

"Rivas fue una sorpresa", comentan cercanos a la intervención de la caja, entre noviembre de 2015 y octubre de 2016. Una institución sin fines de lucro que cumple un rol previsional (se encarga, por ejemplo, del pago de las licencias médicas) y también social, al entregar beneficios de educación, salud y recreación, a lo que se suman los créditos, que cuenta con 938 mil afiliados y activos por US$ 700 millones. Ingeniero comercial de profesión, a Rivas el nombramiento lo pilló dedicado a las asesorías privadas, tras formarse en las áreas de regulación y fiscalización de las superintendencias de Pensiones y de Casinos. "Nunca había manejado una empresa entera", reconoce.

El interventor no sólo tuvo que lidiar con los acreedores (reestructuró pasivos por unos US$640 millones) y con el regulador, sino que también con los empleados que sumaban 1.715 y los redujo a 1.244, estando el 90% afiliado a un sólo sindicato. "Hice las veces de gerente general y de directorio. Fue una experiencia tremenda", recuerda hoy desde su actual cargo de asesor del nuevo directorio.

Casi desde el primer día se apoyó en la oficina de Nelson Contador para negociar con los acreedores y contó con la asesoría financiera de Julio Acevedo, ex subgerente general del Banco de Chile. A lo que sumó la contratación del ex superintendente de Valores y Seguros Alberto Etchegaray –hoy en la oficina de abogados Garrigues- para que elaborara los nuevos estatutos de la compañía.

"Como la Caja estaba intervenida, tuvimos la oportunidad de pensar cuál era el mejor modelo de gestión y de gobierno corporativo que se le quería dar a la empresa. Pocas veces se tiene esa libertad, que permitió incorporar una serie de políticas que probablemente no son tan fáciles de introducir cuando se trata de una empresa con un controlador. A diferencia de la gran mayoría de las empresas, donde lo que uno tiene cuidado es que el mayoritario no abuse del minoritario, el riesgo de esta empresa se halla en que el directorio o la administración abuse de los afiliados. Nos preocupamos de evitar potenciales abusos y generar los controles internos necesarios".

Uno de los temas más sorprendentes es que tanto la Cámara de Comercio de Santiago como la Cámara Nacional de Comercio accedieran a tomar un rol activo en la selección de los directores empresariales y transformarse así en una especie de gremio controlador. Cada una puede elegir a dos directores. Para reducir el riesgo reputacional que esto podría conllevar, las cámaras pueden solicitar la renuncia de los directores que designen, si no están de acuerdo con su desempeño. ¿Se restringe con ello al director? "No, contesta Montenegro, porque está claramente establecido que debemos ejercer nuestra función con independencia de juicio".

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