Álvarez aportaría parte de los recursos que necesita el fondo para hacerse de Masvida, y buscarían en conjunto nuevos aportantes.

Es Ingeniero Civil Químico de la Universidad de Concepción y además del sanatorio, es dueño junto a su padre de la empresa Buses Hualpén.
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Concepción se ha transformado en el eje de las conversaciones para el salvataje económico de Empresas Masvida. Respaldando esos contactos está el empresario penquista, Javier Álvarez Pérez (49 años), el mismo que en 2014 consiguió rescatar de la crisis al Sanatorio Alemán de esa ciudad, considerado el centro de alta complejidad médica más grande de regiones.

El Ingeniero Civil Químico de la Universidad de Concepción es el respaldo financiero tras Gamma Capital, la gestora de negocios que esta semana firmó una alianza estratégica para hacerse del control de Empresas Masvida, de su isapre y sus ocho clínicas.

Álvarez se graduó en 1992 como el alumno de más alto promedio ponderado de su carrera. Tras desempeñarse por un año en la planta de Cape Horn Methanol en Punta Arenas, retornó a Concepción y en 1994 —junto a su profesor José Pares—, fundó Pares & Álvarez Ingeniería y Proyectos, la empresa que se transformó en su punta de lanza en el mundo de los negocios.

Casado con la periodista Gloria Abusleme (dos hijos: Tomás y Victoria), es hijo del empresario Eladio Álvarez, con quien controla Buses Hualpén, uno de los mayores operadores de transporte de personal del país. Además, es accionista de la Naviera Frasal (25 naves) y participa en áreas tan disímiles como la distribución de combustibles, inmobiliaria, inversiones y el ámbito comercial, desde al menos ocho sociedades.

¿Cómo llegó Álvarez a Gamma Capital?

Álvarez conoció a sus socios por azar. En 2013, interesado en el Sanatorio Alemán, que se encaminaba a la quiebra, se contactó con LarrainVial, buscando asesoría en el negocio de la salud, donde nunca había participado, cuenta un cercano al empresario. Ahí, "le dieron el dato de Andrés Fuentes, quién había asesorado a Abraham Senerman para formar el fondo Senvida que asumió el control y reestructuración de Clínica Lo Curro (ex Clínica Las Nieves)", agregó.

Álvarez y Fuentes decidieron asumir, con Gamma Capital, el negocio del Sanatorio Alemán, donde también aportaron recursos 40 médicos (como minoritarios) y la familia Conrads (dueños de Inchalam), que tomó un tercio de la propiedad.

Para eso, Álvarez y Gamma formaron en julio de 2014 "Gestión y Salud SpA", sociedad que tiene el control y administración del sanatorio, donde el empresario ejerce como presidente.

"Como esta inversión resultó exitosa, pues al año el centro clínico logró su equilibrio y ya busca su expansión, la dupla Álvarez-Gamma comenzó a mirar con interés el negocio de la salud", comentó un cercano al grupo. Ahí entró en su radar otra empresa penquista: Masvida. Y si bien, los cercanos a Álvarez dicen que no es amigo del doctor Claudio Santander, presidente de Masvida (69), sí reconocen que se conocían de antes.

Suma de capacidades

Gamma Capital surgió en 2011, al alero de Patricio Fernández Cox (50) —hoy su presidente—, Andrés Fuentes Barañao (47) y Carlos Marín Olalla (47). El primero, aportó sus redes cultivadas a través del deporte y una nutrida vida social, mientras que Fuentes su capacidad para estructurar fondos como lo hizo en la fallida Clínica Lo Curro, mientras que Marín su expertise financiera.

Fuentes es el nexo que une a los otros dos socios de la Gamma. Conoció a Marín en un viaje por la India y coincidieron durante un año en la corredora de bolsa del Banco de Santiago, y también se hizo amigo de Fernández gracias al deporte. Se conocieron hace 15 años en las "carreras de aventuras" (mountain bike, canotaje y trekking), y ahora se dedican a la bicicleta.

Desde fuera, el grupo se ve disímil y con distinta formación académica. Además de no ser muy conocidos en el mundo financiero de Santiago (ver nota secundaria). Fernández es egresado del Tabancura, estudió Ingeniería Comercial en la UDP, pero no terminó. Fuentes es un ex alumno del Redland, máximo puntaje nacional de matemáticas en la PAA e ingeniero civil industrial de la UC. Marín salió de los Padres Franceses de Viña, es ingeniero comercial de la Adolfo Ibáñez de esa ciudad y tiene un MBA en Stanford.

El emprendedor inmobiliario

Fernández es el más conocido en los círculos empresariales. Sus contactos parten en el colegio Tabancura: con su compañero de curso Guillermo Mena y Patricio Díaz —quien iba más arriba—, compraron 3.000 hectáreas de secano en Polpaico, cuando en los 90 se proyectaban ciudades satélites, contrataron a la empresa de urbanismo Urbe y vendieron el terreno sin haber levantado una casa a Inmobiliaria Manso de Velasco, entonces filial de Endesa.

No fue el primer negocio de Fernández —hijo de un corredor de productos agrícolas—, pues partió trabajando para una exportadora, luego armó una propia (Exportadora Pacifico Sur) y la vendió a CH Robinson, una de las mayores empresas de logística del mundo.

Siempre bronceado, de pelo desordenado, hizo varios amigos en el Club de Golf Los Leones, y como jugador de polo también se topó con empresarios como Jean Paul Luksic, con quien se asoció junto a Guillermo Mena y Cristián Alliende y compraron Fantuzzi, que estaba quebrada, en 1998. En dos años la empresa no repuntó, Luksic adquirió los paquetes accionarios a sus dos socios y se remató.

El episodio más trágico de su vida lo vivió en 1981. Tenía 15 años cuando tomó el auto de su padre y manejando en una noche de neblina chocó frontalmente contra un árbol: dos de los cuatro amigos, todos compañeros de curso, murieron.

Fuentes y su expertise en salud

De Fuentes, lo primero que se dice entre sus cercanos es que se trata de un hábil conocer del mundo financiero: trabajó en Excel Chile, la representante del Credit Suisse, y fue gerente de inversiones por cinco años de Mar Adentro, el family office de Alberto Hurtado, el socio de más bajo perfil de Embotelladora Andina.

En 2009 ayudó a formar el fondo Senvida (dueño de Clínica Lo Curro), con aportes de Abraham Senerman, Andrea Heller y Gonzalo Rojas, socios del grupo Bethia, y los hermanos Claudio y Fabio Traverso, dueños de la empresa de vinagres y limón envasado Traverso.

Carlos Marín, en tanto, hizo carrera en Masisa, donde trabajó cuatro años y medio mientras era controlada por Juan Obach y Félix Bacigalupo y llegó a ser gerente de finanzas. Se quedó en la compañía cuando fue adquirida por el grupo Nueva, pero en 2009 se fue, cuando el holding comenzó a manejar la forestal desde Costa Rica.

Su nuevo destino fue Alsacia, la operadora de buses del Transantiago, como gerente de finanzas, donde estuvo poco más de un año y medio. En 2012 formó parte de la red de inversionistas ángeles de la Fundación Chile, hasta mayo de 2014.

Se llama igual que su padre, Carlos Fernando Marín, quien desde el 31 de diciembre está detenido y formalizado por estafa en su corredora de bolsa de Valparaíso. Desde el círculo cercano a Marín Olalla recalcan que entre ambos no existe una relación profesional.

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