Hay una lógica de medirlo todo, el peso y también lo que comemos. Todo es calculable.
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Perder kilos.

Ese es el objetivo de numerosos reality shows en todo el mundo que muestran el cambio radical de personas con obesidad, que en pocos meses exhiben un cuerpo esbelto. Fue el caso de Kai Hibbard, quien participó en el reality estadounidense The Biggest Loser ("El gran perdedor").

El problema fue que Kai no pudo mantener la rutina de ejercicios y alimentación tras salir del programa y comenzó a subir de peso nuevamente, terminando con un trastorno alimentario. No fue la única. Otros de sus compañeros no sólo habían recuperado su peso, sino que habían ganado mucho más.

Este es uno de los casos analizados por Valeria Radrigán y Tania Orellana en su libro "Extremos del volumen" (Cuarto Propio, 2016), una investigación sobre la gordura y delgadez como representaciones estigmatizadas en la salud, la moda y el espectáculo.

¿Ser sano es estar delgado?

Hace tres años que Tania y Valeria investigan la relación entre el cuerpo, la tecnología y la ciencia. Y al preguntarse por las representaciones del cuerpo, había una pregunta que muy pocos se hacían: ¿Hasta qué nivel el cuidado que se promueve del cuerpo es un cuidado de la salud?

—¿Qué es "lo saludable"?

—Valeria Radrigán (VR): Nosotras buscamos cuestionar qué es lo saludable, cómo se construye culturalmente el concepto de salud y, por lo tanto, es difícil decir qué es un cuerpo saludable. Pero, después de todas las entrevistas que hicimos con especialistas, podemos decir que los médicos tampoco tienen muy claro qué es lo saludable.

—Tania Orellana (TO): El concepto de salud es clave en la noción de bienestar, que también es un concepto complejo, porque se puede referir a bienestar físico o psicológico. Entonces hay patrones y referentes culturales que al final hacen que cada uno defina qué es lo saludable.

—¿Dónde surge el miedo a engordar, o "lipofobia"?

—VR: En la promoción de los discursos donde ser gordo no es sinónimo de ser saludable ni de ser feliz. Si engordas vas a perder oportunidades, y está el peligro de caer fuera de lo que se considera aceptable. Y si lo aceptable es ser bello, saludable, joven y feliz, te quedaste fuera.

—TO: También hay una lógica de medirlo todo, así como pasa con el peso se mide lo que comemos. Todo se vuelve calculable, lo que ingerimos, las calorías que gastamos y también las grasas y azúcares.

—¿Como interfiere el conocimiento popular en el discurso de la salud?

—TO: En un matinal, por ejemplo, un especialista médico, un chef, un opinólogo y una modelo se presentan en un mismo nivel. Los discursos que surgen en el campo médico se empiezan a popularizar y a banalizar, ocurre una espectacularización de esta figura médica, que es de autoridad en nuestra sociedad. Así, las dietas extremas se popularizan y la gente tiende a adaptarlas, que puede ser muy peligroso.

—VR: Cuando tenemos estas figuras de autoridad tan fuertes como el médico o el personal trainer, no pensamos si lo que dicen efectivamente va a ser saludable para mí. De alguna manera los medios de comunicación han contribuido a fortalecer la idea de la salud asociada a la belleza y la felicidad, sin cuestionarla. Han contribuido a que tengamos miedo a engordar pero no tengamos miedo a adelgazar.

—Por otro lado está la "cultura de la dieta".

—VR: Se cree que si no estás delgado es porque no quieres, como si tuviera que ver con tu voluntad: no cerraste la boca, no hiciste ejercicio. Hay un castigo social por dejarse estar. Y esto se puede vincular con el discurso de la salud. Si uno ve en la página de la OMS cómo se define obesidad, vas a ver que el tratamiento está principalmente enfocado al autocontrol. No estamos diciendo que no sea así, pero la obesidad es una enfermedad multifactorial.

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