Encontré mi camino cuando entendí que mi relación con la pintura tiene que ver con el desprendimiento".

Esta entrevista se podría titular el hombre que habla en plural. Francisco Morales (1990) utiliza constantemente el vocablo nosotros, y su relato apela con frecuencia a la importancia del grupo por sobre las individualidades.

El pintor y Premio Municipal de Artes 2014, pertenece a una generación que se educó con la animación japonesa y observa que difícilmente aquella puede ser comprendida sin esa experiencia formativa y la valorización del trabajo colectivo. "Toda la épica de las marchas estudiantiles proviene de los valores del animé. ¿Qué es lo que nos enseñaron Los Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon, Slum Dunk y los Súper Campeones? Que lo más importante es la unidad del grupo. Existe un causa mayor, y eso se puede ver hasta en la nueva generación de futbolistas chilenos; nuestros valores están fundados en el animé".

"Una burla a quienes se creen únicos"

Así como Lautréamont pedía que la poesía fuera escrita por todos, Francisco Morales sostiene que el arte debe ser trabajado en colectivo, sin repetir fórmulas y ampliando los parámetros.

"Soy el Único", su último trabajo, es una prueba irrefutable de sus consignas. La muestra —no podía ser de otra manera— es una obra hecha por dos artistas, él y Domingo Martínez, y se realizó el pasado fin de semana en las dependencias del Instituto Tele Arte, esto es, en una casa cualquiera del barrio Franklin. "El título es una burla a todos esos artistas que se creen únicos y a esa corriente que concibe el arte como un proyecto a desarrollar", cuenta en el segundo piso de un boliche en la intersección de Rancagua con Vicuña Mackenna.

La muestra es una experiencia inusual. Montada el mismo día de su exhibición, "Soy el único" trabaja con el sedimento social e interpela al espectador con una señalética cifrada; un ambiente extraño que fricciona las referencias de la alta y la baja cultura, socavando el sentido utilitario de las obras de arte. Así, al lado de un papel pegado con una frase de la teleserie Amores de Mercado podemos ver un cuadro del manga Dragon Ball. Un poco más allá, una cita de Rilke que se repite en las obras de Morales. "Yo trabajo dejando pistas que se van arrastrando de exposición en exposición".

Despegarse de la biografía

Morales reniega del arte biográfico y apuesta a una permanente evolución.

Criado en la Ciudad Satélite de Maipú, cuenta que pasó su adolescencia en la comuna de Cerrillos donde comenzó su aprendizaje artístico patiperreando. "Todos mis primeros trabajos vienen de la calle; de los objetos y paisajes que recorrí y observé".

A los veinte años, se fue a vivir al Paseo Bulnes junto a su hermano mayor y entró a la Escuela de Arte de la Universidad Diego Portales. En segundo año conoció al artista Ignacio Gumucio y se dio cuenta de que quería ser pintor. "Él nos enseñó que existía libertad dentro del mundo del arte", dice. "A diferencia de otros profesores, Gumucio nos permitía hacer ejercicios que iban directamente en contra de los proyectos de arte que te enseñan en la universidad".

Incómodo por el formateo académico, Morales congeló su carrera en tercer año, y sacó licencia profesional para manejar taxis y camiones. "Siempre me gustó manejar y pensé que trabajar como taxista era una buena opción para ganarme la vida". Disciplinado y trabajador, nunca dejó de pintar todos los días, de diez de la mañana a cuatro de la tarde, y terminó realizando la exhibición individual en 2013 "Común & Corriente". Morales afirma que se trató "de una serie con temas muy personales; aún no tenía consolidada la idea de que la pintura sirve para despegarse de la biografía. Encontré mi camino cuando entendí que mi relación con la pintura tiene que ver con el desprendimiento; mostrando realidades que espejean el espíritu colectivo de mi época".

En abril de este año expuso la celebrada exhibición "Christina Ricci" junto a Domingo Martínez en la galería Bech y en septiembre participó del libro "Antología del Amor de Claudia Schvartz" junto al poeta Francisco Ide.

La pintora Natalia Babarovic (quien presentó el libro de ambos artistas) comparó el trabajo de Morales con la obra de Jean-Michel Basquiat. Y Gumucio señaló: "La pintura de Morales hace y rehace el inventario de todas las cosas que se pueden pintar, recordar y unir. En mi opinión, es un pintor enorme, el mejor de su generación".

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