Es fundamental rescatar al ser humano en su condición brutalmente humana, aun cuando éste sea el portador de una violencia y una sevicia feroz".

Su obra (arriesgada, compleja y ambigua) no circula en Chile y suele llevar a equívocos a los lectores. Sin embargo, ha sido apreciada especialmente en Argentina.

Bruno Vidal (Santiago, 1957) acaba de llegar a Chile, tras presentar su nuevo libro "Rompan Filas" (Ediciones UDP) en Nueva York, y nos cita a la hora de almuerzo en la calle Nueva de Lyon donde nos espera puntual y sonriente al frente del taquillero restaurante Baco. Como era de esperar, la entrevista no es ahí. Lo acompañamos por la escalera de servicio de un edificio colindante hasta llegar a una oficina que parece la sala de interrogatorio de un cuartel policial. Sobre la mesa del despacho reposan tres libros suyos, "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu y dos botellas de agua mineral. Corro mi silla para quedar en posición diagonal y comenzar la entrevista, pero Bruno Vidal me pide que nos sentemos frente a frente y hablemos como "hombres hechos y derechos".

Abogado, psicólogo, poeta, profesor de leyes para estudiantes de grado, experto en derechos humanos, católico, divorciado y bolchevique, pero detractor acérrimo de la izquierda a partir de la transición democrática, Vidal es autor de una de las obras literarias más ambiciosas, originales e insobornables de la literatura chilena. Según Álvaro Bisama, Bruno Vidal es Gonzalo Vial escribiendo en ácido.

Víctimas y victimarios

"Rompan Filas" es una experiencia alucinante e inolvidable; un dispositivo literario de 280 páginas que recoge materiales tan disímiles como el lenguaje militar, la liturgia religiosa, la oratoria política, el coa carcelario, el parte policial, el relato periodístico y el informe forense para darle voz al coro agonizante del golpe militar, contraviniendo el relato unívoco de la historia reciente, conjugando contradicciones, testimoniando con oído prodigioso el habla de víctimas y victimarios, con una poética social que documenta con crudeza los hechos consumados, reconstruyendo sesiones de tortura con nombres reales en una ordalía descompuesta.

El nuevo libro de Bruno Vidal —chapa de José Maximiliano Díaz González— cierra la trilogía literaria compuesta por "Arte Marcial" (1991) y "Libro de Guardia" (2004), poniendo punto final a un proyecto poético que comenzó en 1987, cuando Enrique Lihn escribió que Bruno Vidal se había sentado en el piano de las letras chilenas y Juan Luis Martínez declaró que era un genio.

Pulcramente vestido de terno negro, camisa blanca y corbata rosada, Vidal cuenta que "uno de los piropos más grandes que recibí en mi vida provino de Enrique Fogwill quien me llamó por teléfono para felicitarme por mis libros". Según Bruno Vidal, el autor de "Los Pichiciegos" "entendió todo el operativo, el camuflaje y la mímesis de mi obra".

In memoriam invertido

Vidal sostiene que "Rompan Filas" no es poesía militante, sino algo mucho más importante, arte comprometido. "El arte comprometido trabaja simbólicamente; no es el mitin obrero o el movimiento estudiantil, el arte comprometido es El Guernica pintado (sin saberlo) por Matisse antes que Picasso. O sacarte el sombrero cuando pasa un cortejo fúnebre para sacralizar a un muerto. ‘Rompan Filas' es un libro escrito por un deudo que lleva un brazalete en su brazo izquierdo y que realiza un gesto de gratitud, un in memoriam invertido hacia las muertes, los calvarios y los escarmientos sufridos por las víctimas del golpe militar".

Partidario del desacato desde que era un niño, Bruno Vidal siempre ha escrito desde un lugar incómodo e incorrecto, pero en "Rompan Filas" lleva la operación al paroxismo. Ahora bien, llegados a este punto, resulta lícito preguntarle qué pulsión lo obliga a friccionar las contradicciones de los seres humanos hasta tales extremos. "Porque es fundamental rescatar al ser humano en su condición brutalmente humana, aun cuando éste sea el portador de una violencia y una sevicia feroz. La vida me ha llevado por un sendero que me ha facilitado comprender el trabajo de mímesis, de identificarme con el agresor y por eso yo necesito comprender por qué ese ser humano hizo lo que hizo, porque ésa es la única manera para evitar volver a vivir situaciones como las que hemos vivido en nuestro pasado".

Bruno Vidal se crío en el barrio La Chimba y su padre era obrero. Después de estudiar en un liceo "de tercera división" entró a estudiar Derecho a la Universidad de Chile el año 1976, donde fue compañero de Carlos Franz y Alfredo Jocelyn-Holt. El desconcierto fue total. "Yo venía de otro mundo, y de repente me encuentro haciendo fila para matricularme en la universidad con compañeros que se conocían de toda la vida, muertos de la risa, porque habían estudiado en colegios privados, iban a La Parva a esquiar o eran familiares de parentesco político".

Para Vidal la experiencia resultó embarazosa porque "me daba vergüenza hasta la polera que andaba trayendo". Pero, pese a todo, dice que el trato despectivo y clasista no lo recibió de los "pijes burgueses", sino que de la "pequeña burguesía progresista"; "ellos me decían negro y los socialistas era aún peores, porque me trataban de negrito o pepito". Por esa razón, cuando publicó su primer libro, "Arte Marcial", firmó como Bruno Vidal. Según el poeta su nombre se debe a que Bruno significa moreno y Vidal es una alteración "de un apellido bueno" como Vial. Además, significa camino.

Asegura que ha debido pagar un alto costo por escribir una obra que lo sitúa a la intemperie. "Reconozco que mis textos son bien jodidos, pero también creo que hay una lectura deficiente, lectores que por pereza intelectual reducen mis libros al panfleto bélico". Le da la impresión, eso sí, que su obra está siendo entendida últimamente y por eso cree que Ediciones UDP se atrevió a publicar el libro. "Mi poesía es un fuego cruzado que intenta conciliar ‘A mi Partido' de Pablo Neruda con ‘Al Oído de Cristo' de Gabriela Mistral. En ese tramo me manejo, fusionando los contrarios, entre las consignas del MIR: ‘Adelante con toda la fuerza de la historia' y el ‘Siempre Vencedor, Jamás Vencido' del Ejército de Chile; por eso te pido: ¡no me preguntes si soy de derecha o izquierda!".

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