Soy más clásica. Nada de sumergir a la guagua en el agua. No me gustan esas modas".

Alejandra Matus cuenta que vivió como un milagro el transformarse en madre en junio de 2007, después de un tratamiento in vitro. Alejandro llegó a sus 42 años. Su primer embarazo fue a los 38, algo accidental, pues pensaba que era infértil, pero despertó en ella el deseo de la maternidad. Sin embargo, lo perdió con un aborto espontáneo. Se estaba separando de su marido y el reloj no se detenía.

Cuando conoció a su segundo marido, él tenía hijos adultos de una relación anterior. Pero compartió con ella el deseo de tener un hijo, con todos los riesgos que implicaba. En 2014, volvió a someterse a este proceso y tuvo a su segundo hijo, Alberto, esta vez a los 50.

Ahora celebra no sólo su maternidad, sino también la reedición de "Libro negro de la justicia chilena", que acaba de presentar en Filsa, a 15 años de su publicación original (ver recuadro).

"No tuve ningún problema, mi cuerpo respondió súper bien", cuenta sobre ambos partos que fueron normales.

"Yo soy más clásica. Nada de sumergir a la guagua en el agua. No me gustan esas modas. Soy harto fome en ese sentido. Sí me preocupo de que siempre se estén alimentando bien. Sigo amamantando a mi segundo hijo, que tiene 1 año y dos meses. Felizmente, no tengo ningún problema. Pero amamantar es todo un tema. He visto a varias mujeres más jóvenes, sin poder lograrlo. Tampoco fue automático. A los 50, tuve que aprender de nuevo a amamantar. No es que se agarre automáticamente a la pechuga. Al principio no quería tomar".

—¿Te sirvió posponer tu maternidad para avanzar en tu carrera?

—Nadie escribe la vida. Pero la maternidad no está garantizada. La ciencia nos ha ayudado bastante a postergarla, pero es una ruleta rusa. Yo que he vivido esto, sé que es muy difícil, y hay mucho dolor detrás de cada guagua que nace con fertilización asistida. No podría decir que lo recomiendo. La maternidad es un asunto complejo, sobre todo para las mujeres profesionales. Es terrible. Es todo un tema después incorporarse a trabajar.

—Luego de un aborto, y a una edad avanzada para la maternidad, sufriste mucho a la sombra de una posible pérdida. ¿Cómo te decidiste a pasar por eso otra vez?

—Quería que mi hijo tuviera un hermano. Nos entró la sensación de que si sus padres no estábamos, él iba a estar solo, y, más que nada, queríamos tener otro hijo. Ya habíamos sufrido un montón. Fue todo bien difícil, pero ahora estamos contentos. Todos los procesos indican cierta cantidad de dolor, de duelo y de intentos que no resultan. Recién a los 7 meses de embarazo pude respirar, porque sabía que si pasaba cualquier cosa mi guagua ya podía sobrevivir sola.

—¿Nunca pensaste en adoptar?

—Sí. Pero las posibilidades de adopción para parejas mayores y que no están casadas, son bastante mínimas.

—"Jurídicamente es un embrión. Pero yo sentí como si estuviera perdiendo a un hijo". Así describiste la pérdida de tu primer embarazo. ¿La maternidad cambió tu opinión respecto del aborto?

—No. En todo aspecto, las mujeres debiésemos tener derecho a decidir cuándo tener hijos y cuándo no tenerlos. Soy partidaria del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo más allá de las tres causales. No hay un sufrimiento más grande que un niño que viene a este mundo sin ser deseado.

"Si eres mamá, eres una cuidadora de hijos"

—Cuando te volviste mamá, ¿no sentiste que se exacerbaban los roles de género?

—La gente te encasilla en los roles. Si eres mamá, eres una cuidadora de hijos y nada más. El entorno te vigila, que no haga eso, que no salga de noche. Se esperan de ti ciertas conductas que te limitan. Las mujeres, en general, son discriminadas.

—¿Te has sentido discriminada por ser mujer?

—Muchas veces. Cuando trabajaba en La Epoca y me llegó el dato de que el guatón Romo estaba en Brasil, no me querían dejar ir, porque podía ser peligroso. Cuando me tocó ir a tribunales, no había baños de mujeres y tenía que pedir uno en un café cercano. Pero en ese sentido también pienso que los niños son discriminados, porque hay un montón de espacios que no están adecuados para ellos. Los aviones, por ejemplo, o el metro, que está hecho para gente joven y sin guagua.

—¿Estás feliz ahora como mamá?

—Feliz… y estresada. No es fácil ser mamá. Tampoco quiero pintar una imagen rosada de la maternidad, porque no es así. Alejandro tuvo una infancia muy tranquila, dormía toda la noche, comía ordenadito… yo pensaba que el segundo iba a ser igual, ¡pero es todo lo contrario! Mientras más uno planifica, más posibilidades hay de que todo se estropee.

—¿Duermen contigo?

—Alejandro tiene su propia pieza, y la guagua está en la cuna al lado de mi cama. Pero ya se le están acortando los días. Los padres necesitan su espacio, y yo como mujer no renuncio a mi espacio individual. Quiero ser mujer y no sólo mamá.

"El libro negro" reeditado

"Hoy hay que hablar de justicia"

"El libro negro de la justicia chilena" (1999) reveló oscuras prácticas del sistema judicial chileno, hasta que Alejandra fue acusada por un ministro de la Suprema de violar la Ley de Seguridad del Estado. En abril de 1999 tuvo que autoexiliarse en EE.UU. "La pena era de 5 años y un día. Yo estaba comprometida para casarme en agosto de ese año, pero tuvimos que posponerlo", recuerda Alejandra. La legislación chilena aún permitía la represión y la libertad de expresión de formas bastante explícitas. "Pero ya estábamos en democracia, era el segundo gobierno de la Concertación y Pinochet estaba preso en Londres. Jamás pensé que iba a despertar con la noticia de que me habían incautado los libros", señala.

"La derogación de estos artículos, en el gobierno de Ricardo Lagos en 2001, me permitieron volver. Lo de «El libro negro» permitió aquilatar que no podíamos tener un sistema democrático sin libertad de expresión. Hoy, en el momento en el que se están cuestionando todas las instituciones, también hay que hablar de justicia. Por eso agregué un capítulo donde me hago cargo del Poder Judicial entre el 99 y el presente".

—¿Qué diferencia hay entre la Alejandra Matus que escribió el "Libro negro" y de "La señora" (2015)?

—17 años y muchas cosas. Era una apasionada por mi trabajo; vivía, comía y dormía periodismo. Ahora tengo vida. Me importa hacer una contribución a la sociedad, pero hay una gran generación de jóvenes investigando, que hacen que esa obsesión decante.

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