Una generación de mujeres jóvenes está descubriendo una nueva manera de soltarse el pelo… y no se requieren sustancias ilícitas. En vez de eso, todo lo que necesitan es una buena máquina cortadora de cabello y algo de valentía.

"Desde que me rasuré la cabeza, florecí", dijo Alana Derksen, de 22 años, y cuyo corte rapado a menudo le trae comentarios de admiración por parte de sus más de 21.000 seguidores en Instagram. "Me ha dado la confianza que jamás tuve".

Durante años, Derksen había querido rasurarse la cabeza, pero no lo hacía por temor a cómo reaccionaría su familia "conservadora". Una noche del verano pasado durante un tenso viaje a casa, finalmente se dejó llevar por el impulso: se cortó el cabello en el baño de sus padres y terminó el trabajo con un rastrillo.

Sus padres ya se acostumbraron a su corte al ras. "Al principio creyeron que algo estaba mal. Ahora les encanta".

A pesar de la desaprobación de sus padres, parece que cada vez más mujeres están tomando las tijeras para expresar una idea de estilo o por otra razón.

Algunas modelos

Modelos como Ruth Bell, cuya carrera despegó después de haberse rapado para una campaña de Alexander McQueen el año pasado, han ayudado a popularizar el estilo. La alta costura siempre ha sabido valorar una cabeza rasurada, pero esta vez incluso tiendas como Zara y Forever 21 le dieron la bienvenida a Bell.

"Antes, era algo más punk", dijo Tamy Glauser, de 31 años, cuyo corte rapado de casi 10 años data del inicio de su carrera como modelo. "Ahora, la gente comienza a pensar que, quizá, una cabeza rapada en realidad es chic y elegante".

Glauser ha caminado por la pasarela de Louis Vuitton durante los últimos cinco años y dice que la gran aceptación de Nicolas Ghesquière ayudó a cambiar la noción que la industria de la moda tenía acerca de las mujeres de cabeza rapada.

El corte rapado es más visible que nunca dentro de la comunidad de la moda, la tendencia está innegablemente arraigada en las calles.

Veamos el ejemplo de la reciente edición Futurewise de i-D: Lina Hoss, una modelo con corte rapado, está en una de sus cuatro portadas, pero dentro de la edición, que se concibió como un "retrato mundial de la juventud, las opiniones y el estilo en 2016", también se puede ver este estilo en las adolescentes que la publicación eligió para aparecer en esa publicación.

Otros casos

"La primera vez se trató de una decisión impulsiva", dijo Mackenzie Jones, de 20 años, quien ha tenido la cabeza rapada desde los 15 años, cuando una ruptura sentimental la inspiró para hacerlo. "Pero ahora, cuando recuerdo ese momento, creo que lo hice —sin saberlo entonces— porque fue la mejor manera de rechazar la mirada masculina". Además de la practicidad evidente y el atractivo estético, dijo Jones, se ha apegado al estilo rapado porque, en especial cuando era más joven, le ayudó a filtrar a pretendientes potenciales que no estaban a su nivel (a muchos chicos, agregó, les gusta esa apariencia). Vestirse para uno mismo, y no para la pareja, ha sido un tema de la moda que ha durado varias temporadas, con el ascenso de la tendencia athleisure y la creciente importancia que se da a la comodidad personal. No es sorprendente que esos valores se hayan transmitido de la ropa al cabello.

"Es transformador"

Antes de atreverse, Andrea Donoghue, propietaria de Laurel, un estudio privado en East Village recomienda que quienes lo hagan por primera vez acudan a un salón de belleza para que un profesional les dé su opinión. "Las formas de algunas cabezas son mejores para ese estilo que otras", dijo.

"Muchas mujeres están muy apegadas a su cabello", sostuvo Jones. "Cuando estuve en una mala relación, mi cabello era una máscara. Una vez que te deshaces de él, no hay nada más que puedas cambiar. Te ves obligada a verte a la cara y lidiar con eso. Es transformador". Esa es la razón por la que el corte rapado siempre será más que un peinado.

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El estrés puede contrarrestar los efectos benéficos de una dieta saludable, según sugiere un estudio publicado en Molecular Psychiatry.

La investigación se hizo de forma aleatoria y se analizaron 58 mujeres que primero ingirieron una comida con altos niveles de grasas saturadas, como las que se encuentran en la carne y la mantequilla. Luego, una o dos semanas después, las mujeres consumieron una comida baja en grasas saturadas. La única diferencia entre las comidas fue la proporción de grasas saturadas e insaturadas. Aspectos como la cantidad de calorías, tipo de alimentos y cantidad de grasa, carbohidratos y proteínas eran idénticas.

Antes de cada comida, las mujeres contestaron varios cuestionarios ya validados para evaluar los síntomas de depresión que presentaron la semana anterior y los factores estresantes que experimentaron en las últimas 24 horas. Antes y después de cada comida los investigadores tomaron muestras de sangre.

Entre las mujeres con bajos niveles de estrés los marcadores de inflamación tendían a ser más altos después de ingerir la comida rica en grasas saturadas que después de la comida con niveles bajos de estas grasas. Sin embargo, en las mujeres con niveles altos de estrés esas diferencias desaparecieron: mostraron niveles altos de inflamación incluso después de ingerir la comida baja en grasas saturadas. "Lo sorprendente aquí es que el estrés hizo que la comida con niveles más saludables de grasa se pareciera a aquella con niveles altos", señaló la autora, Janice Kiecolt-Glaser, profesora de Psiquiatría de la U. de Ohio. "El estrés provoca cosas en el metabolismo que antes desconocíamos".

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