Ir a La Casa de Huérfanos era casi una condena a muerte e ir a un hospicio no era salvarse de la pobreza, sino hundirse en ella".

La investigación partió con el movimiento social y obrero. Y fue en esa fase en que el historiador Jorge Rojas Flores, académico de la UC, llegó a indagar sobre los niños trabajadores chilenos. Pronto se dio cuenta que la infancia no sólo estaba poco explorada, sino que también postergada.

Así nació "Historia de la Infancia en el Chile Republicano. 1810-2010", un libro de 830 páginas que se reeditará en noviembre y que recorre distintos episodios de la niñez desde la Colonia hasta hoy. Un trayecto en el que Rojas indaga en la escuela, la entretención, las lecturas, los juegos, la nutrición, las enfermedades, el campo, la ciudad y la política. Pero también en el abandono. Un tema que en la historia chilena parece ir y venir: los niños de la calle, los precarios sistemas de protección social, los abusos al interior de los centros de menores. Por ello, observa con especial atención la crisis que hoy vive el Sename.

—Esta crisis ¿lo ha sorprendido?

—No. Lo que sorprende es que adquiera un relieve mayor del que tuvieron crisis en otras épocas, porque son permanentes en estas instituciones del Estado. No estoy seguro de si esta es peor que antes, o sólo antes no se destapaba la olla.

—¿Cómo surgen en Chile los hogares de protección para niños?

—La iniciativa fue privada. Existen hogares y asilos antes de que el Estado asumiera acoger a estos niños en peligro, pobreza o con conflictos con la ley. Hay iniciativas desde la época colonial, como la Casa de Huérfanos y el Hospicio. La élite se hacía cargo de los pobres con espíritu de caridad, pero eso no se traducía en mejoras sustantivas en las condiciones. De hecho, las tasas de mortalidad eran muy altas porque en estos centros no había médicos y las enfermedades proliferaban por el hacinamiento. Ir a La Casa de Huérfanos era casi como una condena a muerte. O ir a un hospicio no era salvarse de la pobreza, sino que hundirse en ella.

—¿Cuándo el Estado empieza a fijarse en estos niños?

—Cuando ve que las iniciativas privadas no son satisfactorias. A partir de 1910 empieza una subvención estatal, pero no logra cubrir todas las necesidades. Son las propias instituciones y algunos profesionales que trabajaban en estos hogares quienes le demandan al Estado un rol más activo. Fue cuando la cuestión social estaba desbordando por todos lados.

—¿Hay situaciones en la historia que se asimilan a lo que vive hoy el Sename?

No he encontrado muertes, pudieron ser silenciadas por la prensa. Pero sí hay muchas denuncias de castigos, maltratos y abusos. También algunos casos que provocaron la destitución del director de una institución.

Cuenta que un caso que se incluirá en la reedición del libro es la destitución en 1937 del español Arturo Reñasco de la Puente, director del Politécnico de Menores Alcibiades Vicencio (un hogar ubicado en San Bernardo) "a raíz de acusaciones en su contra, aunque nunca se especificó en qué consistían esos actos inmorales".

—Pero el Politécnico era considerado hogar modelo.

—Era un hogar muy innovador para su época. Un sistema cerrado pero que no tenía rejas. Una chacra donde los niños desarrollaban actividades laborales, la mayoría agrícolas, como una granja donde vendían huevos y aprendían el cuidado de animales. También había imprenta y carpintería con la idea de reinsertarlos. Eran niños desde 8 a 16 años. Pero ese modelo fue cuestionado, diciendo que a los niños no se les daba un régimen y que hacían lo que querían. .

—Y a fines de los 70 surge el Sename.

—En 1972 hubo una huelga donde los niños se tomaron el Politécnico por falta de recursos y personal, pero cuidaron de no hacer daño a las instalaciones. Cuando vino el Golpe de Estado el lugar fue ocupado por los militares y se impuso un régimen carcelario a cargo de un militar. El Sename surge en 1979, pero ya estaba siendo demandado durante la Unidad Popular. De hecho, el proyecto de creación del Ministerio de la Familia, que quedó aprobado pero nunca puesto en práctica, contemplaba una reorganización de las instituciones de protección de menores, entre ellos el Servicio Único Nacional de Menores, que antecede al Sename.

—Finalmente, ¿cómo se ha tratado a estos niños en la historia?

—Ha sido puro ensayo-error. Pura intuición. La historia de la protección de menores en Chile ha ido de tumbo en tumbo siempre. Pero también en este diagnóstico calamitoso ha habido experiencias positivas, como el Politécnico y la Ciudad del Niño. Hace falta aprender de esas experiencias.

LEER MÁS
 
Más Información