Tengo mi punto de vista, pero no voy con prejuicio a entrevistar a alguien".

Matilde Burgos (43, casada, una hija) tiene una amplia trayectoria en el periodismo. Se inició como reportera de Cancillería e Iglesia en Canal 13, hizo clases de Periodismo Televisivo en la Universidad Católica, fue corresponsal en Europa y hoy conduce CNN Íntimo, entrevistas políticas y el noticiero de la tarde en el canal por cable.

—¿Por qué quisiste ser periodista?

—Siempre quise estudiar Periodismo. A los seis años pedí de regalo una máquina de escribir Olivetti, verde (ríe). Encontraba entretenida esta profesión que te permitía conocer todos los lugares sociales y políticos. Me acuerdo de un atentado en Egipto, porque veía las noticias. Además vivía en un ambiente de grandes porque soy hija única, era un ambiente donde se hablaban muchos temas de actualidad. Creo que por ahí salió la cosa. Di la Prueba de Aptitud, en esa época, y opté por Periodismo pese a la cara larga de toda mi familia, porque había quedado en Medicina en la Chile.

"Desprejuicio total"

—Hace poco se cumplieron cien capítulos del programa CNN Íntimo. ¿Cuáles son las características del programa que más disfrutas hacer?

—Es una entrevista que te permite tocar un montón de temas, no solo la actualidad, sino también contar un poco de la vida de la persona que se ha destacado en un ámbito. Me gusta que sea en el espacio de ellos porque se ponen menos a la defensiva y va mejor con mi personalidad. No soy de confrontación (…) en un tono más suave te dicen más cosas porque no están a la defensiva.

—¿Crees que tu profesión tiene responsabilidad en generar un ambiente de apatía hacia la política, por ejemplo?

—No creo en el periodismo con misión. Creo que la única misión del periodista es mostrar lo que hay y que la gente tome la decisión por sí misma. Por eso es súper importante no descontextualizar y hacer las preguntas que hay que hacer. En eso está la tarea del periodista, pero no en llamar a votar o a participar, porque esa es la misión de otros. Nosotros somos canales de transmisión. Soy más de la línea del periodismo informativo que pontificador.

—¿Con qué espíritu haces periodismo político?

—Con el desprejuicio total

—Dificilísimo…

—No me cuesta tanto porque soy súper desprejuiciada. Tengo mi punto de vista, pero no voy con prejuicio a entrevistar a alguien. Le puedo hacer todas las preguntas que quiera, pero sin un bando.

—¿Te ayudó vivir en el extranjero para tener esta visión desprejuiciada?

—Creo que es personalidad. Vivir en el extranjero me ayudó para dimensionar (…) A veces nos ahogamos en un vaso de agua. Nuestros problemas, si bien son importantes y dentro de lo que tenemos podríamos tener tanto mejor las cosas, contamos con una vida mucho mejor de la que tienen otras realidades del planeta.

Matilde íntima

—¿Qué te gusta de ser mujer?

—Miramos el mundo con ojos que son distintos, tenemos la posibilidad de generar vida y, las que no generan vida, de ser más empáticas. Por sobre todo en Chile y en lugares que no son fáciles, las mujeres tienen una fuerza que es muy grande y eso lo valoro mucho.

—Tu marido es diplomático, ¿cómo se conocieron?

—Por una cita a ciegas. Una niña que conocíamos en común me llamó y me preguntó si le podía dar mi número a un amigo que me dijo que me iba a encantar. Yo me reí. Era la décima cita a ciegas que tenía y cuando uno pasa los 30 años, todo el mundo te quiere casar. Comprenderás que a la décima vez la expectativa era igual a cero. Fui por no ver Sábados Gigantes (ríe). Llegué, lo vi y me pareció que era guapo; conversamos y me pareció que era inteligente, que tenía un lado B entretenido porque era músico. Para protegerme le había dicho que en vez de comer podríamos tomarnos un café, después me invitó a ver una película, luego fuimos a comer, seguimos saliendo y nunca más nos separamos.

—Entonces fue una decisión de familia irse a Italia, entiendo que llegó a ser cónsul en Roma...

—Sí, fue una decisión de familia. Estuvimos cinco años allá. Ahora Julio trabaja en Cancillería y se ocupa de los temas de cambio climático.

—¿Te ha costado ser mamá en Chile?

—Si no fuera a dejar a Sofía todos los días al colegio me levantaría más tarde, pero es una opción. Cuando los niños son chicos es una época tan corta que uno tiene que aprovecharlos al máximo y si eso significa dormir menos, estoy feliz. En Chile se trabaja mucho, con unos horarios extremos y la ciudad te ayuda poco para llegar a tu casa y pasar más tiempo con tu familia. Y uno es privilegiada porque no tengo que andar dos horas en un sistema de locomoción para llegar a mi casa.

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