Aprieta teclas editoriales que han probado ser eficientes para cautivar audiencias menguantes".

Daniel Matamala tiene un aire de científico soviético: complexión quijotesca, barba oscura, ojos penetrantes. También tiene el fenotipo de Bernardo de la Maza.

No debe ser fácil cruzarse con él en la arena pública. El último encontrón grande fue hace dos semanas con Francisco Pérez Mackenna, gerente general del grupo Quiñenco. A raíz de una columna en la que Pérez comparaba a los líderes anti AFP con cigarras (como en la fábula de Esopo, de la hormiga y la cigarra), Matamala halló que aquel comentario era una falta de respeto —la cigarra era la floja, la hormiga la trabajadora, los chilenos no son flojos— y hasta ironizó con el texto de su adversario. Pérez se dio el trabajo de contestar el comentario. "El periodista hace una crítica deshonesta... jamás tildo de ‘flojos' a los trabajadores chilenos".

No a todos les gusta Matamala. Hace un año, el escritor y editor Matías Rivas lo inscribió en un club de periodistas que cultivaban la "moralina". Cargos: a propósito de este tipo de comentarios, el periodista demostraría falta de compasión, baja sensibilidad a la existencia de matices y pertenencia a cierto club de "hacedores del bien" cuyos miembros, a la vez, entenderían poco del funcionamiento del mundo real.

Matamala no es el único rostro que participa del apriete de ciertas teclas editoriales que han probado ser eficientes a la hora de cautivar audiencias menguantes. No hay nada de malo en esto: la inocencia sería pensar que los noticiarios de televisión, incluso los que pertenecen a señales de pago, son instituciones caritativas que subvencionan con una oferta meramente informativa a una opinión pública atrapada por el Transantiago, las malas pensiones y las colas en los consultorios. Así, estas masas pueden deducir conclusiones propias.

No puedo dejar de pensar en el estadounidense Keith Olbermann, hoy medio fuera de las pantallas, pero durante la década pasada apasionado maestro de la indignación informada, y una de las figuras más importantes de MSNBC. Irónico, mordaz, sarcástico, metafórico, metonímico, diegético, articulado, vehemente usuario de la conjugación imperativa, Olbermann sería poco sin su cohorte de enemigos: antónimos situados en el mundo de la derecha, partiendo por Bill O'Reilly, de Fox News, y el predicador radial Rush Limbaugh. Hay que decir, eso sí, que políticos de todos los lados corrían igual suerte en sus comentarios.

Matamala no es Olbermann y está bien que sea así. Su estilo está más basado en la evidencia concreta que en pilchas de información descontextualizada. Al menos yo, no lo he registrado lanzándose piscinazos sin suficiente agua. No ha cruzado hacia la pradera de la predicación absoluta, que sí parece producir mucha clorofila en el mundo digital. En los libros que ha publicado se devela como un investigador serio y sofisticado.

Sin embargo, Matamala no debería molestarse si se le adjetiva como un "predicador". Predicar —me refiero al significado RAE del verbo, entre otros, "hacer patente algo a alguien", no necesariamente evangelizar— es tan válido como respirar; acaso lo hacemos todos a propósito de todo. Decir que los cambios ocurren muy rápido y que a las 21 horas las audiencias ya llegan cargadas de información obtenida en redes sociales es, a estas alturas del partido, una antigualla, pero aun así sirve para explicar por qué los telediarios dejaron de centrarse en la noticia modelo 1990. Ahora juegan el juego de todos. Deben ser parte de una conversación que ocurrirá con o sin ellos (con horror han descubierto que son prescindibles). Estas figuras que opinan, corrigen, increpan y detallan, como Daniel Matamala, que ha sido de los primeros en adaptarse, son piezas claves en una estrategia que intenta situar a sus espacios editoriales como importantes, vigentes y válidos.

Como siempre, poco nuevo bajo el sol. El periodismo escrito ha hecho esto durante cientos de años, el radial por décadas. El periodismo deportivo televisivo, qué decir. Hoy el estilo ha pasado a la cobertura de política, y el medio ha puesto rostro a estas predicaciones, y por lo mismo se han hecho más poderosas.

Resulta, así las cosas, irrelevante dilucidar qué tanta relación existe entre la personalidad real de Matamala —o de cualquier periodista opinador— y el gusto por predicar (de nuevo, no en el sentido evangélico). Más problemas conceptuales tienen los noticiarios con la definición misma de lo que es noticia (demasiados hombres que muerden perros) que con un género, el de la opinión vehemente, que está hace mucho tiempo entre nosotros. No será del gusto de la élite, pero pocas cosas en Chile lo son.

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El Sename inició una investigación sumaria contra la directora regional en Los Ríos, Ximena Ferrada luego, luego de que funcionarios reiteraran una serie de denuncias por presuntos malos tratos, acoso laboral y prácticas antisindicales que incluso llegaron a la Contraloría.

Así lo aseguró la presidenta de la asociación de funcionarios de Sename de esa región, Marcia Montecinos. La información también fue confirmada desde la dirección nacional, donde se detalló que la medida fue instruida por la directora nacional Solange Huerta.

Montecinos señaló que el ente contralor comprobó "actos de persecución y amedrentamiento, además de evaluaciones de desempeño deficientes sin argumento técnico".

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La Corte de Apelaciones acogió parte del recurso de protección que presentó Miguel Krassnoff en contra de la Comisión de Libertad Condicional que omitió pronunciarse sobre la petición de libertad condicional que presentó el primer semestre de 2016.

La resolución señaló que el militar, privado de libertad en Punta Peuco, carecía del requisito de "conducta intachable" pero no dio argumentos. Por eso el tribunal de alzada ordenó que la instancia "emita pronunciamiento respecto a la procedencia o no del beneficio impetrado". Krassnoff —condenado a 267 años por violaciones a los DD.HH.—reclama que desde que está en prisión ha obtenido las máximas calificaciones de conducta. Su abogado, Raúl Meza, destaca que "por primera vez se abre una posibilidad concreta para que le concedan la libertad".

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