Yo ni sabía que existía la ópera. La gente de regiones no tiene acceso".

Yaritza Véliz (25) destaca en el elenco estelar de La Bohème, obra cumbre de Puccini que se presentará el 18 en la gala presidencial, y que se estrena el 7 de septiembre en el Teatro Municipal. Yaritza ya interpretó este mismo rol, el de Musetta, este año en el Teatro Argentino de La Plata.

La joven cantante ganó en 2014 el tercer lugar en el Concurso Internacional Laguna Mágica, y luego el primer lugar de las "Mujeres en la música", del National Museum of Woman in the Arts en Washington, EE.UU., con sólo 22 años. Entre las concursantes de todo el mundo, había 47 chilenas, y la mayoría de ellas había estudiado en el extranjero.

Yaritza fue la postulante más joven, y a pesar de tener que cantar un repertorio vocal no adecuado para su edad, se quedó con el primer lugar. En 2015 cantó en el Teatro del Lago en Frutillar, en Washington, en Nueva York y en el Festival de Castleton, en EE.UU.

Pero a pesar de su talento, que la presenta como una joven promesa de la lírica nacional, su llegada hasta aquí fue una seguidilla de golpes de suerte.

En 2004 proyectaron "Los Coristas" en el auditorio de su colegio en Tierras Blancas, cerca de Coquimbo. Fue la primera película que vio Yaritza, a sus 14 años. "Sé que es raro", se ríe. "Pero en Coquimbo había un solo cine, y nuestras prioridades económicas eran otras".

Quedó maravillada, porque cantaban como ella, con esa misma voz que la distinguía de sus compañeras en el coro del colegio. Yaritza nunca había escuchado música lírica.

Ese mismo año volvió a escuchar esa forma de cantar. Se acababa de recuperar de una misteriosa enfermedad, y con su familia fueron al Festival de Andacollo a agradecerle a la virgen. Ahí cantaba un hombre con esa voz que había descubierto. Emocionada, se acercó para pedirle un autógrafo, sin saber ni su nombre ni haberlo visto nunca.

Era Tito Beltrán. Le dijo: "¡Yo también canto así!". Entre risas incrédulas, Beltrán le pidió una demostración. Después de escucharla, la invitó a cantar con él esa misma noche en la Basílica Mayor de Andacollo.

De Beltrán no supo más, pero justo entre el público había un ex cornista de la Sinfónica de Chile. Sorprendido por su voz, la llevó donde Evelyn Matthei, entonces senadora por la región. Matthei, que además es pianista, la escuchó, y terminó pagándole de su propio bolsillo clases de canto en Santiago. Así, Yaritza viajó durante tres años todos los fines de semana de Coquimbo a Santiago. "El bus se demoraba 6 horas. Me venía en la noche y llegaba en la mañana a clases para ahorrar alojamiento. También me quedaba donde la suegra de mi profesor", cuenta.

Al salir del colegio quedó en canto en la U. de Chile. Pero su familia no la podía ayudar —su padre trabajaba como camionero, esporádicamente, y su madre como asistente de párvulos—, por lo que no les alcanzaba para mandarla a vivir a Santiago y además pagar el arancel.

Un profesor financió los primeros tres años con patrocinios, entre donaciones de parlamentarios y empresas, y le consiguió un viático mensual de 80 mil pesos de la Corporación de Amigos del Teatro Municipal. Con eso, lo que le mandaba su familia y trabajos esporádicos en restaurantes y repartiendo volantes podía pagar arriendo con un grupo de estudiantes. A partir de su tercer año, la corporación le pagó el arancel completo de sus estudios.

"Ahora que puedo cantar, puedo vivir de esto"

"La Boheme es mi ópera favorita, me la canto completa", comenta Yaritza. "Mis compositores favoritos son Mozart y Puccini. Más adelante me gustaría poder interpretar a Mimí, pero me faltan muchos años para eso", añade, porque para el rol principal se requiere a una cantante mayor, con otro tipo de voz.

Es, además, la primera vez que su familia la podrá ver cantar en un escenario: hasta hora no habían podido nunca viajar a Santiago. "Siempre me encomiendo a mi hermano José Miguel cuando tengo que cantar. El me acompaña a todos lados", cuenta sobre el que sería el mayor de la familia, que murió de sólo meses. Tiene otro hermano menor, de 20 años.

Consciente de que la suerte fue la que se encargó de darle oportunidades a su talento, hoy realiza conciertos gratuitos y clases de canto a niños en el sector de Guayacán, un pueblito pesquero donde pasó toda su infancia, en casa de su abuela. "Es un sector de mucha droga, mucha pobreza", explica. "Ahora que ya puedo cantar, puedo vivir de esto".

Y hace un llamado a las regiones para aprovechar de ver la gala presidencial, que emite TVN. "La gente de regiones muchas veces no tiene acceso a este tipo de eventos. Yo ni sabía que existía la ópera".

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