Había imputaciones de que ella había apretado el botón para hacer explosionar la bomba (...) Ella lo negó siempre" Alejandro Solís Ex juez del Caso Prats
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Mariana Callejas Honores, la escritora, la que vivió en un kibutz en Israel, la que se casó con un hombre diez años menor, la que fue agente de la Dina, la cómplice del asesinato del general Carlos Prats; murió esta madrugada —a los 84 años— en un casa de reposo en Las Condes.

Callejas, —o María Luisa Pizarro, su alias en el servicio secreto del Régimen Militar— fue condenada en 2008 a dos penas de 10 años y un día como coautora del asesinato de Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, ocurrido en Buenos Aires en 1974. En 2010, aquel dictamen fue rebajado a cinco años por la Corte Suprema.

A pesar de este prontuario —en rigor gracias a él— Callejas se convirtió en la protagonista de varias obras artísticas. Los escritores Pedro Lemebel y Carlos Iturra, la dramaturga Nona Fernández y el cineasta uruguayo, Esteban Schroeder, trataron de exponer la historia de una mujer con múltiple personalidad: escritora con talento —ganó dos concursos literarios—, la que organizaba talleres literarios mientras su marido trabajaba para la Dina en el subterráneo de la casa que compartían en Lo Curro.

"Una interesante situación"

Alejandro Solís investigó durante cinco años a Callejas por el caso Prats.

Desde su oficina en el Ministerio de Defensa, el ex juez señala que "fue bastante interesante la situación procesal de ella. Tanto así, de que había imputaciones de que ella había apretado el botón para hacer explosionar la bomba que le causó la muerte al general de Prats y su esposa, pero ella lo negó siempre".

Solís recuerda que "hice un cuestionario para que se interrogara a Michael Townley en Washington. El Departamento de Estado de los Estados Unidos aceptó el exhorto y me invitaron presenciar el interrogatorio que le hicieron. Fue una cosa muy especial, ya que como ningún cónyuge está obligado legalmente hablar contra su mujer, en este caso cada vez que se le mencionaba a Mariana Callejas, Townley me decía: ‘acuérdese que yo no puedo hablar de ciertas personas'. Eso lo dijo cinco o seis veces".

Y agrega: "Con eso me estaba diciendo indirectamente que los dos habían viajado a Buenos Aires, que los dos habían preparado la instalación de la bomba y que se habían hecho implosión en presencia de ambos y que efectivamente ella había apretado mal el botón y que al final fue él quien realizó la explosión".

—¿Ella se arrepintió?

—Como ocurre habitualmente con los inculpados que niegan su participación, mal puede preguntar uno si está arrepentida o conforme con lo que hizo. No se dio el caso con ella. Siempre se mantuvo en que no tuvo mayor intervención.

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¿Por qué nadie se atreve hoy a decir que no podíamos seguir así, como estábamos con la Upé?".

—¿Qué les diría hoy a las hijas del matrimonio Prats Cuthbert?

— Que lo lamento mucho, que es una cosa espantosa. Pero la política es así. De repente pienso en Stalin, que mandó a matar a Trotski y fue espantoso. Todavía no entiendo por qué se mandó a matar gente. Por otra parte, pienso que ése fue el precio que se pagó por tres años de catástrofe nacional. Es la historia...

Así respondía en 2003 Mariana Callejas cuando era investigada por los asesinatos del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert en Buenos Aires (1974). Fue la última entrevista que concedió —en La Segunda— antes de ser procesada por ambos homicidios y alejarse de las preguntas de los periodistas. En esa época también la jueza María Servini de Cubría staba cursando su extradición a Argentina.

Sentada adentro de un auto estacionado frente a la casa donde vivía en esa época, la mujer de entonces 71 años decía también que "la gente no quiere tener memoria; no se acuerdan de la corrupción que había en tiempos de la Unidad Popular. No recuerdan que Allende fue el primer Presidente de Chile que contrató guardaespaldas, los hombres del GAP, que iban como balas en sus Fiat 125 por la Costanera. ¿Por qué nadie se atreve hoy a decir que no podíamos seguir así, como estábamos con la Upé? Necesitábamos algo drástico, hay que reconocerlo".

Callejas estaba viviendo con una hermana mayor, a quien cuidaba. Su cubría un ojo, que tenía una infección. Cuando le preguntaron por qué no se so sumar a Townley y convertirse en testigo protegido del crimen del ex canciller Orlando Letelier, respondió que "a mediados de 1984 nos reunimos y me planteó si me quería quedar allí y cambiar de identidad. Pero los niños estaban en Chile: y también mi mamá, muy importante en mi vida. No quería ser la señora X en un lugar X. Claro, podría haberme quedado allá y lo estaría pasando mejor, seguramente. Pero me habría perdido tanto... me habría perdido a mis 9 nietos preciosos, graduaciones, matrimonios, nacimientos".

—Hoy, ¿se arrepiente de no haberse quedado con él allá ?

— No me arrepiento. Claro que tampoco me imaginé que 30 años después iba a seguir pasando asuntos indeseables.

Más adelante, ante la pregunta de si hay cosas que no repetiría en su vida, respondió que "por supuesto que no volvería a tener ninguna relación con la DINA. Ojalá no hubiera escuchado hablar de la DINA jamás".

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