"Desde la corporalidad, trato de llevar el travestismo a otros lugares"

Francisco Casas, el artista visual y escritor que en los 80 conformó el mítico colectivo Las Yeguas del Apocalipsis junto a Pedro Lemebel, está de paso por Santiago, antes de volver a Lima, ciudad en la que vive desde 2013. Lo invitaron Pedro Montes y Sergio Parra, a exhibir "Ese'eja", una performance que realizó en 2011 en la Amazonía suroriental de Perú, y que hoy pertenece al Museo de Arte de Lima (MALI).

La muestra, que estará abierta hasta el 2 de agosto en la galería Metales Pesados Visual, se enmarca en el contexto del "X Encuentro eXcéntrico: disidencia, soberanías, performance", organizada por la U. de Chile.

Cuerpo en extinción

"Desde la corporalidad, trato de llevar el travestismo a otros lugares. Ya me vestí de mujer, ya me maquillé junto a Pedro Lemebel y Las Yeguas del Apocalipsis, hicimos todo ese largo trabajo en una época en que no había una visibilidad del cuerpo homosexual o travesti y los pusimos en escena. Pero a estas alturas de la vida, ya no tiene ni una importancia. Entonces, en mí hay una especie de retroceso hacia lo más primitivo, para llevar esta transformación a un cuerpo indígena, en extinción", dice Casas.

En esa búsqueda, viajó una semana por el río Tambopata, en la Amazonía peruana, con una pequeña expedición. Descendió remando en un bote desde los glaciares andinos de Puno hasta la desembocadura en el río Madre de Dios. Con una cámara Bolex de 16 mm en mano, lejos de lo digital, registró toda su travesía. Esos terrenos que recorrió pertenecen a la etnia Ese'eja, un pueblo de pescadores recolectores que está cerca de la extinción por enfermedades y la destrucción de su sistema ecológico. "A medida que bajo el río mi cuerpo se va travistiendo, me voy convirtiendo en Ese'eja. Al final, me corto el pelo y quedo como uno más de ellos".

El resultado lo expone a través de dos videos y 15 still de las grabaciones impresos, fragmentos pequeños de su recorrido. También fotografías.

Devenir del cuerpo

Una noche, durante su estadía en Santiago, fue a ver una performance. Era en un nuevo centro cultural, que le pareció muy sofisticado, pero dentro, dice, estaba lleno de gente extraña. Allí vio cómo, en su acción artística, un tipo se introducía un florero en el ano. No le gustó. "Yo pensaba, ¿qué es esto? Y no hablo desde la moral, sino desde la perspectiva de qué sería un buen trabajo plástico, qué sería algo serio".

—¿Se tiene una connotación equivocada de la performance?

—En la época de Las Yeguas entendíamos la performance como política. Como un cuerpo político que se enfrenta a ciertas moralidades y ciertos signos del sistema. Pero ahora hacen una performance y lo primero que hacen es sacarse la ropa, como si el cuerpo tuviera la misma importancia que tuvo en la época de la dictadura. Creo que pasa por una especie de exhibicionismo. En ese momento el cuerpo estaba signado por desaparición, por tortura. Inclusive el cuerpo de la mujer, la violencia contra ellas. Era un devenir del cuerpo. Ahora el cantar no tiene ni sentido ni entendimiento ni razón. O yo ya estoy vieja y no lo entiendo.

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"Una princesa deshecha" es el título de la obra de teatro inspirada en un escandaloso episodio de la vida de la princesa Margarita de Inglaterra, que se estrenará el próximo octubre en Cambridge. Escrita por Richard Stirling y protagonizada por Stephanie Beacham, una de las estrellas de la serie "Dinastía". La obra está basada en la supuesta relación que mantuvo la hermana de la reina Isabel II con John Bindon, un gánster reconvertido en actor. Según un documental, la princesa Margarita conoció a Bindon en la isla caribeña de Mustique, refugiada tras su divorcio de Lord Snowdon.

La obra se sitúa en 1993, el año en que murió Bindon. El gánster se presenta en el Palacio de Kensignton, mientras la princesa duda sobre qué hacer con unas cartas que la comprometen a ella; a su sobrino, el príncipe Carlos de Inglaterra, y a Diana de Gales. "Margarita fue Diana antes de Diana —ha explicado Stephanie Beacham al periódico Daily Mail—, y debió ser muy difícil. Siempre se sintió en un segundo plano. Le gustaba ser princesa. Pero era difícil, y a veces triste".

La princesa, que una vez le dijo a Jean Cocteau que "la desobediencia es mi alegría", no asumió su papel a la sombra de su hermana la reina. Tenía un carácter difícil, según se decía: sus propios hijos debían llamarla "Princesa Margarita", y no le gustaba que los invitados abandonaran las fiestas antes que ella. John Lennon hablaba de ella como "la Princesa Margarina".

Ya de joven tuvo que renunciar, por la presión social, a su amor por el capitán Peter Townsend, antiguo escudero de su padre, el rey Jorge VI. Según los rumores, tuvo una agitada vida amorosa; entre sus presuntos amantes figuraron, al parecer, Mick Jagger, Peter Sellers y David Niven.

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