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En su oficina, dedicada al área penal y de familia, la abogada Sofía Hamilton Montero (34) se viste con un traje formal. Entre litigios y audiencias cuesta imaginársela con las botas embarradas, entre fardos de pasto; pocos creerían que es una de las máximas exponentes del polo femenino en Chile.

"Me siento bien vestida con los dos estilos, aunque el traje deportivo me queda más natural y lo llevo en la sangre. El traje formal, he tenido que ajustarlo a mi vida", comenta Sofía, quien estudió en la Universidad Católica. Trabajó cinco años con el abogado penalista Luis Hermosilla, en el Estudio Hermosilla Chadwick, y hace un año se independizó.

Esta jugadora con hándicap 1 se subió a un caballo por primera vez a los 7 años. "Antes que me digan polera prefiero que me identifiquen con mi amor por los caballos", aclara. Una pasión que es herencia de su papá, Eduardo Hamilton Donoso, y de sus tíos Alex Hamilton y Gabriel Donoso, considerado el mejor de todos los tiempos. Sus primeras botas y taco de polo se las regaló él, que murió en 2006. "No sólo fue el mejor jugador de la historia de Chile, sino que nunca he visto a un jugador de tanta sencillez; para él, los caballos eran lo más importante; eso marcó su diferencia con el resto de los jugadores", afirma Sofía.

Hamilton es santiaguina y vivió en Curicó cinco años —entre el 1995 y 1999—, donde comenzó su historia con el polo. En esa época, ella tenía 14 años y su padre estaba a cargo de la administración del club de polo. "Más que de una familia de poleros, vengo de una familia que ha estado siempre ligada al campo. El amor por los caballos y la naturaleza fue el legado que mi papá nos dejó", cuenta.

Su dedicación por este deporte la llevó en 1999 a fundar la Selección de Polo Femenino, época de gloria para esta disciplina en esta categoría (2001 a 2007). Entonces, el equipo estaba formado por Sofía, Marly Neumann, Elisa Silva, Isidora Rabat e Ina Weber (todas bordean los 35 años y juegan hasta hoy). Desde entonces, el equipo no paró y han competido en Chile, Argentina, EE.UU., Brasil, Uruguay, Colombia, Nueva Zelandia e Inglaterra.

Sofía ha jugado con las mejores poleras del mundo, y junto a la reconocida Nina Vestey, en Inglaterra, además de competir en Holanda (2005) y Singapur (2006). "Aunque seamos pocas, la mayoría de los partidos los hemos ganado, eso da satisfacción por todo el esfuerzo", dice.

"Ya voy en retirada"

Hace 5 meses que dejó de andar a caballo debido a dos hernias en su columna, por lo que recién lo retomará en septiembre. "En el polo ya voy en retirada. Estoy dedicada a mi profesión, es hora de darles espacio a nuevas generaciones", confiesa.

"Espero alguna vez que la Federación chilena de polo tome las riendas y fomente el polo femenino; estamos quedando atrás de otros países, es una lástima".

—Estuviste en Inglaterra después de congelar tus estudios de derecho para ser petisera...

—Sí, al comienzo fue muy duro, el trabajo era muy pesado, pero de una gran experiencia a la vez. Aprendí a valorar aún más el gran sacrificio y trabajo que hacen los petiseros. Son admirables.

—¿Cómo convives con el glamour?

—Soy una mujer sencilla, jamás me he sentido identificada con el glamour del polo. Hay dos clases de poleros: el que ama los caballos, el campo, que le gusta compartir con los petiseros y comer un rico asado, y el que busca algún tipo de estatus social. Hoy, en Chile y en el mundo el glamour es también parte de los auspicios, ese lado es bueno.

—Siempre te han prestado los caballos, ¿es así?

—Nunca he tenido mis propios caballos, pero tendré uno pronto. Soy afortunada de tener varios amigos que me prestan los suyos. Muchos no lo creerían, pero el polo me ha salido cero peso y he tenido algunos pequeños auspiciadores.

Sofía cuenta que pocas mujeres quedan en el polo. "Son alrededor de seis que juegan. Hay otro grupo pequeño, de menos experiencia, y hay un par de chicas que vienen en camino como Magdalena Eyzaguirre y Fernanda Valdés, a quienes les tengo mucha fe y espero no se pierdan".

—¿Por qué no ha sido fácil el camino para el polo femenino?

—Por múltiples factores. En primer lugar, somos pocas las mujeres, hay poco apoyo, poco auspicio y poca infraestructura. Los pocos torneos que se realizan al año, cuesta mucho que la Federación los apoye. Con los años, eso desgasta, falta mucho por hacer por parte de ellos.

—Esta categoría no ha logrado despegar como el polo masculino…

—El número de jugadores en Chile es bastante más elevado que el de mujeres. Además, la Federación no se ha preocupado de difundir el polo femenino, hay algo de machismo en esa posición. En el caso de que hubiese suficientes mujeres, no es muy fácil que se dediquen a jugar; el entusiasmo y la dedicación son fundamentales.

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