No tuve padre ni hermanos, no conocí a ninguno de mis abuelos y mi madre murió cuando cumplí 17 años".

Nunca pudo tener hijos, sin embargo, varios actores la llaman "mami" a la actriz Anita Reeves. De hecho, en la obra "La Soga", que se encuentra en cartelera en el Teatro UC hasta el 30 de julio, uno de sus colegas, Carlos Ugarte, también le dice "mamá" a Reeves cuando están fuera del escenario. "Creo que las cosas se dan por algo. Por algo no tuve hijos. A lo mejor tengo más hijos que la mayoría de la gente". Uno de esos hijos "postizos" fue también el fallecido animador Felipe Camiroaga.

Luego de vivir con su marido en Argentina, separarse, y volver a Chile a principios de los ochenta, supo que no podía embarazarse por un problema a la tiroides. Reeves confiesa que su vida ha sido "una historia de resiliencia", puesto que nunca conoció a su padre ni a sus abuelos, no tuvo hermanos y su madre falleció cuando ella tenía 17 años.

Esa capacidad de sobreponerse a las dificultades también la ha tenido en su trabajo: luego que TVN, tras 28 años de actividad, no quisiera renovar su contrato en 2011, Reeves ha podido reinventarse y participar en proyectos "más audaces". Así llegó a coprotagonizar la exitosa sitcom "Los años dorados", la cual volverá a las pantallas de UCV. Y también, a principios de mes, se estrenó en YouTube un videoclip de una banda de rock, en la que la actriz protagoniza un encuentro entre dos personas de la tercera edad.

—¿Por qué se interesó en participar en el videoclip de la banda Los Boloccos?

—Les pedí que me mostraran la letra y cuando la escuché les dije: "pero esta letra no es como para que sea interpretada por mí". "Justamente" me responde el director, "eso es lo que queremos, ese es el chiste". Y ahí me interesé. Además llamaron a Tomás Vidiella, con quien nos llevamos muy bien y nos reímos mucho. Cuando estábamos haciendo la escena de la cama, medio en pelotas los dos, el Tomás me dice: "¿Tú tienes conciencia de que esto lo pueden llegar a pasar en pantallas grandes en las discotecas?". "Chuta, no había pensado en eso", le contesté (ríe).

—El videoclip toca el tema de la sexualidad en la tercera edad. ¿Es eso tabú en nuestra sociedad?

—Para mí no es tabú, pero tampoco es tema. En la sitcom "Los Años dorados" también se habla y me encanta cómo lo hacen porque se toma de una forma un poco más normal. La sexualidad ha sido tan vapuleada y tan mal entendida. Yo hablo mucho con los cabros jóvenes y les digo: "No se metan a tirar por tirar". Los valores están tan trastocados y la sexualidad dejó de ser un acto de amor.

—El coro de la canción habla de "dar amor y cariño" a una persona que uno estima. ¿A quién cree que le faltar recibir amor en nuestro país?

—A mucha gente le falta amor. Si tú miras, la gente de la tercera edad en nuestro país se ha transformado en desechable. La falta de amor es grande. Creo que hay mucha gente que le falta ese amor del bueno, de cuidado, de respeto, ternura, caricias, de sostener, de complicidad. Hay amor de desecho: si no me sirves, te dejo. Hay una utilización de los seres humanos, también exacerbada por los medios.

—¿Has sentido esa carencia afectiva?

—Gracias a Dios, si es que existe, no he sentido eso. Yo vengo de una historia de resiliencia: no tuve padre, no tuve hermanos, no conocí a ninguno de mis abuelos y mi madre se murió cuando yo acababa de cumplir 17 años. Pero nunca lo sentí en una forma dramática ni terrible. Por eso doy las gracias, a Dios, a quien sea, porque he estado más rodeada de amor que de desamor y lo sigo estando. En el grupo de la obra "La Soga", por ejemplo. Y con mis alumnos, puro afecto.

—¿Y amor de madre?

— ¡No po, no tuve hijos! Si no digo, yo soy más "guacha" que... Lo intenté, estuve cinco años en tratamiento. No pude y nunca se supo cuál era mi problema. Yo vivía con mi marido en Argentina, en los años setenta, y cuando me separé y volví a Chile descubrí que lo que tenía era hipotiroidismo y se podría haber regulado. Pero creo que las cosas se dan por algo. Por algo no tuve hijos. A lo mejor tengo más hijos que la mayoría de la gente. Soy decana en la UNIACC y estoy a cargo de cinco escuelas, olvídate la cantidad de hijos que tengo, andan pegoteados mis alumnos a mí, todos los días. Tengo a mi cargo como mil doscientos y tantos cabros.

—¿Nunca pensó en adoptar?

—Quise adoptar pero mi ex marido no quiso. Le dio miedo. Empezó a enrollarse, argentino pues... Son buenos para el rollo. "Y no sabemos quiénes son los padres, y cómo va a salir, en la adolescencia puede ser un quilombo", decía. Y yo soy justamente al revés, acepto el desafío, tú me dices niño problema y ahí voy y lo agarro. Soy exactamente lo contrario. Bueno, por algo nos separamos.

—Tiene el espíritu maternal a flote.

—Sí, bueno. de hecho uno de los actores de "La Soga", Carlitos (Ugarte), me dice mamá. Fui su madre en una obra de teatro pasada y todavía me dice así. Su mamá murió recién hace unos meses. El Nico Saavedra (actor) también me dice madre. O sea, tengo hartos hijos. Todos me dicen mamá, madre, mami.

—Con Felipe Camiroaga también tuvo una relación cercana.

—Sí poh, él me decía mami. Porque además fui su madre en una teleserie. Aparte que teníamos una relación muy linda, bonita. Y quedé como su madre putativa, y yo le decía "más putativa que madre", pero bueno.

—¿Cómo recuerda a Felipe?

—Te voy a decir algo que puede parecer muy loco: todavía hay días que me cuesta creer que Felipe está muerto. Lo tengo muy presente. Nosotros éramos vecinos en el campo y ahora veo la diferencia: no es lo mismo estar en el campo sin Felipe. A mí me costó varios días asumir su muerte. Me inventaba las historias más increíbles, que se metió debajo del agua y encontró una cueva. Porque no quería aceptar. Y Felipe se murió y hay cosas que quedaron en evidencia, por ejemplo, que no se sostiene un matinal sin él. Y que evidentemente, lejos, era el mejor animador de Chile.

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