Esto (los casos de cohecho) debería dar paso a una renovación no generacional, sino de estilos. Volver al origen de la política".

"Mi papá murió el 16 de noviembre de 2013 a causa de un cáncer de pulmón. En la mañana de ese día se falló el caso de fraude al fisco de los jeans falsos del empresario Jesús Manzur, y por la tarde falleció mi padre. Como que esperó que yo saliera de eso, que había sido mi causa grande ese año, para irse. Él estaba bien orgulloso de mi trabajo. Revisando sus cosas, mi mamá encontró una carpeta con recortes de diarios en que aparecía yo", cuenta, medio emocionada, la fiscal Ximena Chong Campusano (44). Pero ante la pregunta ¿era fumador su papá?, abre sus ojos rasgados y responde, risueña, anticipándose al efecto de sus palabras: "¡Fumaba como chino!".

Es proverbial la ironía de esta fiscal de ancestros orientales. Un rasgo que ella reconoce así: "Me gusta el humor negro. Si pudiera, haría stand up. Ser comediante, ésa sería mi frivolidad".

Con el pelo largo y crespo tomado, un little black dress, cero maquillaje y un collar de perlas, la jefa de delitos de alta complejidad de la Fiscalía Centro Norte y fiscal a cargo del caso Corpesca, se define como "bien austera. Casi nunca voy a la peluquería, no me pinto, no tengo decenas de zapatos y carteras. Compro en cualquier tienda y no mucho, aunque mis hijos, que pueden vivir con un polerón y un pantalón de buzo todo el año, encuentran que tengo mucha ropa".

Ellos son un estudiante universitario de Filosofía, de 21, y un colegial de 9, que va al San Ignacio. "Son como dos hijos únicos", dice. El primero nació sin planificación, cuando estaba recién casada con su compañero en Derecho de la Chile, Danilo Novoa. Y el segundo fue postergado varias veces por razones laborales.

La fiscal estudió Derecho por su habilidad para "defender causas perdidas y ser parada en la hilacha". Su mamá siempre recuerda cuando, al oírla retar a su hermano menor, Ximena le leyó la Declaración Universal de los Derechos del Niño. En el Compañía de María de Apoquindo, donde se educó, solía alegar por el trato de profesores y alumnos a los más porros y disfuncionales. En la adolescencia, las series "Se hará justicia" y "AllyMcBeal" terminaron por orientar su vocación. "En la universidad descubrí que no existía un sistema de litigación como el de las películas. Fue un aterrizaje, pero me empezó a encantar la realidad del derecho chileno. O sea, le achunté. Fue una suerte, porque no es fácil decidir a los 17 lo que vas a hacer durante los próximos 50 años".

—¿Son mucho más mateas las abogadas que sus pares hombres?

—Eso es clásico de cómo debe actuar una mujer en ambientes de hombres. Una siempre debe estar demostrando que se ha ganado el lugar por sus méritos. Aunque yo nunca me he sentido discriminada y he logrado trabajar donde he querido, siempre por concurso público, mi situación no es lo normal, sobre todo entre las mujeres que aspiran a cargos de mayor responsabilidad. Cuesta más que se nos reconozcan los logros, incluso entre las propias mujeres. Las que hemos llegado, debemos abrir camino a las que no lo han logrado. Es una tarea necesaria y bonita.

La fondue china

Chong es rápida para el tuit. Usa la red social para opinar de fútbol (es hincha de la U y seguidora de la Roja) y de actualidad. Y para solidarizar con la causa femenina. "¡Galantería, le llaman!", tuiteó y entregó datos sobre las brechas de género de las chilenas, a propósito de los dichos del presidente de las AFP. "Aunque defiendo el derecho de las personas a opinar lo que quieran, lo de la galantería me sacó pica. La galantería en sí misma me parece un concepto inequitativo, que extrema cierto paternalismo. Y en relación a la jubilación a los 60 años de las mujeres, me molestó porque no se hace cargo de otras situaciones que están más en la base de nuestro sistema de seguridad social. Sabemos que el sistema de AFP genera adultos mayores pobres. Todos los que tuvimos o tenemos papás jubilados lo sabemos.

—Políticamente, ¿dónde se sitúa?

—Como fiscales, por ley, no podemos tener posición política, pero soy más bien liberal, muy defensora de las libertades públicas. Me molestan los abusos y la traición a los principios. Admiro la consecuencia, lo que no quiere decir que las personas no podamos cambiar de opinión. También detesto el doble estándar.

—Por su bullada discrepancia pública se acusó a los fiscales Arias y Gómez de ego y protagonismo. ¿Qué cree?

—Los funcionarios públicos por su influencia social y porque sus decisiones afectan a terceros deben ser personas muy ponderadas, con un alto control de sus pasiones. Eso, en el Ministerio Público en general lo tenemos claro. No somos los fiscales los que nos hemos vuelto protagónicos, sino nuestra función. La judicialización de los conflictos hoy está presente en todos los ámbitos: espectáculos, fútbol, economía, política. Tribunales se tomó la agenda y dejó de ser un asunto policial.

Apellidarse Chong nunca le ha significado discriminación. "De niña, mi origen racial me gustaba, me hacía sentir distinta. Aunque nunca hablé una gota de chino, aprendía palabras para impresionar a mis compañeros". Su abuelo paterno llegó a Antofagasta en 1935, pero se estableció en Santiago, donde tuvo una carnicería. "Quedaba en Nataniel con 10 de Julio y me gustaba ponerme detrás del mesón. Aunque era chica, mi mamá dice que yo entendía el español enrevesado de mi abuelo, lo que a ella le costaba mucho".

Afirma que, "salvo por la comida y el tinte un poquito machista en mi casa", su papá insistió en educarlos como chilenos. "Aunque soy un pálido reflejo de lo bien que cocinaba mi papá, me gusta hacer comida china cuando invito. Preparo una olla con caldo sobre la que se van cociendo distintos tipos de carne en láminas. Figúrate una fondue, pero sin queso, china. Ese plato se llama tapino".

¡Bingo!

Danilo Novoa, su marido, se dedica principalmente a temas inmobiliarios y tiene un bufete con un par de socios. Ha sido él quien se ha plegado a las decisiones laborales de ella, incluyendo traslado a Valdivia, cuando partió su andadura de fiscal. "Tengo la suerte de tener un compañero muy seguro de sí mismo".

—Por algo le dicen Chuck Norris…

—En la universidad le pusieron así, pero por el parecido físico, por lo colorín y barbón, no porque ande a las patadas. Él siempre me ha apoyado en mis desafíos profesionales y se siente contento. Hemos sido bien compañeros y ese respeto por la vocación del otro nos ha permitido llevar más de 20 años juntos, lo que en estos tiempos es un récord nada despreciable.

—¿La tienta ser fiscal nacional, la primera mujer en el cargo?

—Hay que dar los pasos de a uno, sin apurarse ni atarantarse.

—¿Tiene algún mentor o guía?

—Si tuviera que elegir a alguien que muestra cómo se debe ejercer el servicio público, diría el padre Hurtado. Él no olvidaba nunca que su tarea era resolver los problemas de otros. Y daba lo mejor de sí mismo para hacerlo a partir de la pregunta ¿qué haría Cristo en mi lugar' Yo trato de acercarme a eso, lo que es bastante ambicioso, dado que estamos hablando de un santo— se ríe. Y confiesa que aunque pasó "por una etapa de agnosticismo, he recobrado la necesidad de la fe".

—¿Hay algo que la desaliente o deprima?

—Me deprimo poco, pero cuando me ha pasado, he ido al siquiatra; creo que en la vida uno tiene que buscar ayuda especializada. No soy una persona a la que la superen los problemas; me fluye naturalmente solucionarlos. He tenido un par de crisis personales y las he resuelto así. El siquiatra te escucha y no te juzga. En lo laboral a veces me supera darme cuenta de que los recursos no permiten hacer más. Que la respuesta penal es insuficiente. Me pasa en casos como los abusos sexuales y el homicidio, donde sientes que hasta la condena a los culpables es una raya en el agua frente a la marca indeleble que el hecho deja en las víctimas.

—Una crítica al Ministerio Público es que trabaja contra número de causas resueltas, lo que puede atentar contra la calidad de la investigación. ¿Qué piensa?

—El número por el número no sirve. Esa es la peor perversión en que puede caer una institución de servicio público. Para evitar eso, los jefes debemos estar muy atentos, en diálogo permanente con todos los que participan del trabajo: jueces, defensores, abogados externos, policías, víctimas. Como jefa, yo incentivo eso.

—¿Prefiere alegar o investigar?

—Gozo ambas funciones, pero me fascina la investigación, descubrir cosas. La satisfacción del ¡bingo!, cuando uno encuentra lo que anda buscando es sumamente placentera.

El origen de la política

—¿Ha sentido alguna vez una presión indebida o a los poderes fácticos operar?

—Nunca, y si alguna vez lo siento, la única manera de contrarrestarlo será denunciarlo. Siempre he sentido que puedo investigar con libertad. Que en Chile las instituciones funcionan no es una frase hueca. Existe respeto por la labor que realizan el Ministerio Público y los tribunales. Hay muchos a quienes a veces les molestan los resultados de las investigaciones, pero uno no se topa con conductas de obstrucción, ni siquiera cuando investigas a personajes con influencia y cierta relevancia.

—¿Hay más corrupción ahora?

—Hace años sosteníamos que Chile no era un país corrupto, y creo que hoy podemos seguir afirmando lo mismo, porque la corrupción no es algo masivo. Son conductas aisladas y por eso escandalizan. Evidentemente, existe un mayor número de casos, y en la medida que las instituciones, en particular el Ministerio Público, sean receptivas a ellos, la tendencia debería ser que aumenten. Lo que se ha producido es como una develación de conductas que antes eran socialmente aceptadas y hoy son intolerables, como la evasión de impuestos. Creo que la indignación es positiva para el país.

—Los casos de políticos acusados de cohecho, como Jaime Orpis, ¿qué le dicen como ciudadana?

—Que esto debería dar paso a una renovación no generacional necesariamente, sino de estilos. Volver al origen de la política, que es una de las actividades más nobles de servicio público, donde el interés común debe primar sobre cualquier consideración personal.

(Continúa en la página 36)

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