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Acaba de llegar de Argentina, y apenas se baja del avión se va a su refugio, su lugar de trabajo: el Club de Polo San Cristóbal, en Vitacura. Ahí, en las caballerizas, rodeado de caballos y fardos de pasto, Matías Vial (31), ingeniero comercial de un metro noventa de estatura, se prepara para su entrenamiento montando a su caballo Garoto. "Lo más apasionante del polo es poder vivir en un ambiente de campo, no estar metido en una oficina, estar junto a los caballos y poder estar con mi familia más tiempo de lo común", comenta este jugador profesional, uno de los seis chilenos que juega polo en el extranjero.

Y agrega: "El polo es un deporte de mucha adrenalina, vas arriba de un caballo a muchos kilómetros por hora, se juega en equipo y lo que más me gusta es la relación que hay con los caballos".

Matías, que tiene hándicap 6 (de un rango de 0-10 donde 10 es el mejor), ha vivido entre caballos, riendas y monturas. Viene de una familia de poleros. Su papá, Alejandro Vial, fue su entrenador en el Mundial de Polo de México 2008, donde Chile por primera vez salió campeón; además, su bisabuelo, abuelo, tíos y hermanos han sido poleros. "Desde muy chico acompañaba a mi papá a los partidos, a los seis años lo veía jugar en Osorno, donde vivíamos, y a los ocho me subía a los caballos, los desprendía (calentarlos antes de entrar a la cancha) o me ponía a taquear cuando se acababa el partido", recuerda.

Su circuito cada año es diferente. Este año ha jugado en Dubái, China y Pakistán y se va tres meses al año a vivir a Argentina (septiembre, octubre y noviembre) donde, dice, lleva una vida tranquila alejada de toda la sofisticación que rodea este deporte.

—Debe cansar tanto viaje….

—Es bien sacrificado el polo, formar una familia es más difícil si te estás moviendo para todos lados. Para mí, lo ideal sería estar en un solo lugar como Chile. Como las temporadas en los países van cambiando, porque no hay ningún país donde se juegue de corrido por el clima, me debo ir moviendo todo el tiempo. Soy casado, todavía no tengo hijos y mi señora es una gran compañera. Pero, me gusta mucho lo que hago y mientras más viajes, hay más trabajo.

—¿De verdad que vives rodeado de cero glamour en Argentina?

—Cero, allá sólo trato de jugar lo más posible y al mejor nivel que puedo, ya que ahí están los mejores jugadores y es bueno competir contra ellos, es ahí donde uno progresa y aprende. Mi rutina allá es más o menos parecida a la de Chile, todos los días tengo que montar o jugar prácticas así los caballos están bien puestos para los partidos. Todo gira en torno a los caballos, si ellos no andan bien, nosotros tampoco jugamos bien. En Argentina mejoras el nivel, porque juegas contra mejores jugadores, canchas buenas y buenos campeonatos, ahí está el mejor polo del mundo.

—¿Pero me imagino que en tus viajes por el mundo te has codeado con personalidades importantes?

—Sí, en Malasia estuve con el príncipe de Malasia del estado de Pahang, y este año en Dubái me tocó jugar para el equipo del sheikh Falah, que es el hijo del sheikh más importante de los Emiratos Árabes. Fue buena experiencia, son gente totalmente diferente con otros pensamientos y costumbres; es entretenido conocer a estos personajes. Como ellos juegan para entretenerse, los temas en estas reuniones siempre giran en torno al polo y las reuniones no son tan apoteósicas como algunos pueden pensar.

Un deporte caro

Matías es dueño de nueve caballos (Grafito, Isidora, Garoto, Daysi, Tinka, Coleguala, Pampita, Huasita y Cutufa) que tiene repartidos entre Chile y Argentina. "Lo ideal es que sean caballos más finos, de carrera, que son los que tienen más velocidad. Se compran en el sur, con buen temperamento y también estamos empezando a criar bastante con sangre de Argentina. Mi mejor yegua es la Daysi que la tengo en Argentina".

—¿Por qué es tan difícil jugar polo en Chile?

—Es complicado, porque hay poca infraestructura, es un círculo muy cerrado, hay que tener una relación con los caballos y tienes que partir desde chico, porque así se hace más fácil. En Chile es un deporte caro, hay que mantener caballos y ser socio de un club, espero que en el futuro sea masivo, pero lo veo difícil.

—Pero se ha visto un mayor movimiento en el polo…

—Sí, Chile va creciendo, lo puede demostrar con estos últimos resultados que hemos tenido con la Selección, además la gente está invirtiendo más, podemos ver además que en los campeonatos de diciembre en el San Cristóbal llegan más equipos a competir y eso es bueno para el polo chileno, porque hay más movimiento.

—¿Qué debe tener un buen jugador de polo?

—Primero tiene que saber montar bien, porque se va a una alta velocidad y tienes que pegarle a la pelota en movimiento. Hay que ser liviano como yo (ríe), así facilitas al caballo a moverse mejor. Cuesta mucho mantenerse físicamente, porque se necesita estar liviano y mí me encantan los asados (ríe). Me tengo que cuidar, ya que soy grande por lo que es una pelea diaria con la comida, trato de ir al gimnasio o hacer deporte combinándolo con montar y jugar, que es lo que me pone en ritmo finalmente. Además, lo más difícil es tener los 6 chukkers (6 tiempos de siete minutos de un partido), porque en cada chukker juegas un caballo distinto y para jugar polo por lo menos tienes que tener seis caballos.

—¿Cómo es la comunicación con tus caballos?

—Es muy buena, hay algunos que me hacen las cosas un poco más difíciles (ríe), pero bueno, qué le vamos a hacer. Estoy todo el tiempo con ellos, es muy importante conocerlos, ya que al final, en un partido, todo depende de cómo organizar tu monta para que el partido salga bien. Un buen caballo de polo tiene que tener buena boca, para que en el momento que quieras parar o doblar te haga caso, y además que tenga velocidad.

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