Dino Bozzi, profesor de Arquitectura de la Universidad Católica, es especialista en patrimonio. Lo estudió en Italia, lo enseña en nuestro país y tiene una oficina que se dedica a ello: entre sus obras está la restauración de la casa natal del Presidente Pedro Aguirre Cerda, la capilla de las Ánimas y el Banco Central.

Cuando define patrimonio asegura que es "lo que te pertenece y que puedes heredar a alguien". Llevado a la acepción de patrimonio cultural dice que debe haber "un cierto consenso cultural en torno a él". Y ejemplifica con La Moneda, el Palacio Pereira y la Iglesia de los Sacramentinos, que sin importar su dueño, pertenece a todo ser humano. Detalla que el carácter de patrimonial está dado por la historia que alberga o su valor estético.

—¿En qué medida los terremotos influyen en el estado de conservación de nuestro patrimonio?

—Los terremotos dañan los edificios, es un hecho de la causa, (pero también) nos sirven para justificar el poco cuidado que tenemos con nuestro patrimonio. No es la depredación inmobiliaria ni la inconciencia del Estado, somos nosotros. También nos fijan desafíos interesantes desde el punto de vista de las políticas públicas, del protagonismo ciudadano y de los técnicos que trabajamos en el área.

—¿Qué opinas de la defensa que han hecho algunas juntas de vecinos de sus barrios, como el Yungay?

—Me parece súper importante porque la ciudad la debemos hacer entre todos. No hay que satanizar a nadie, porque ese es un riesgo que se corre. Se tienen que generar los modos para que la comunidad organizada tenga una expresión vinculante (…) Tampoco podemos pretender que la protección patrimonial congele las ciudades. Piensa que la zona histórica de la ciudad tiene una infraestructura de mayor calidad que la periferia, por lo tanto son barrios que resisten mayor densificación. Hay que ser más inteligente desde la autoridad y del mundo inmobiliario en cómo se plantean a las comunidades proyectos adecuados para la densificación de esa ciudad patrimonial.

—¿Cuál es la reflexión que hace en torno a los grafitis o ataques incendiarios en algunos edificios patrimoniales?

—La cultura patrimonial de los santiaguinos es expresión de sus tensiones Por lo tanto, grupos que se sienten desplazados de la ciudad, cuando la atacan, lo hacen a esa ciudad que los discrimina. No te puedes hacer cargo del patrimonio urbano del centro de Santiago si no lo haces con el patrimonio de la gente que viene de otras partes de la ciudad y donde tal vez están marginalizados.

—¿Cree que la creación del Día del Patrimonio ayuda a tomar conciencia?

—Lo lindo del patrimonio es que es la fiesta en que el "nosotros" aparece. Y más encima en el cuidado de las cosas, porque hay otros eventos que nos juntan, como cuando gana la Selección de Fútbol, pero increíblemente en esas fiestas no cuidamos lo nuestro. Este día tiene que ver con el reconocimiento oficial, porque es muy difícil querer lo que no se conoce. El día del patrimonio me permite pasear con mis hijos y eso lo hace un montón de padres con la intención de integrar a esos niños a una sociedad más amplia.

—Trabajas cotidianamente con edificios patrimoniales, ¿con qué obstáculos te encuentras?

—La institucionalidad ha mejorado, pero le falta mucho en legislación. Estamos esperando el ministerio de las Culturas y el Patrimonio hace mucho tiempo y es reflejo de una institucionalidad que no está apta aún para lo que hoy pretendemos como patrimonio. Uno se encuentra con profesionales muy dedicados, pero pocos; sobrepasados de trabajo, que no están suficientemente capacitados y, como siempre, hay problemas de recursos.

—¿La reconstrucción patrimonial es un nicho de negocios ligado al turismo?

—Sí, definitivamente, para bien y para mal. La intervención en edificios patrimoniales te obliga a mantener una cantidad de profesionales, técnicos y mano de obra calificada para trabajar en altísima calidad. Y ellos pueden laborar en algo que no sea necesariamente patrimonio. Por otro lado, que pueda generar negocio para el mundo de la construcción y el turismo tiene un riesgo y es la musealización y alejar a la comunidad que la hizo patrimonio. He ido muchas veces a Venecia y casi no ves venecianos en las calles entre puros turistas ¿Es bueno o malo? Venecia es patrimonio tuyo y mío también. Pero la presión del turismo arriesga que se pierdan ciertos valores que son patrimoniales (…) Hay que hacer que el patrimonio sea parte de la vida diaria, los edificios patrimoniales debieran acoger la vida cotidiana de la gente.

Restauración

Basílica del Salvador

—¿Cuál es el estado de la Basílica del Salvador en la que su oficina trabaja?

—Es crítico. Estamos trabajando en ella con el MOP, la Fundación Basílica del Salvador y el Arzobispado de Santiago. Es un edificio de más de cien años con una belleza muy original, pero que en su concepción tiene problemas. No tiene refuerzos de acero, por ejemplo. Su historia es una seguidilla de daños por terremotos, los más importantes de 1906, el de 1985 y el de 2010. Después de 1985 se hicieron algunos arreglos, luego se cerró y el terremoto de 2010 le pegó muy duro. El estado hoy es mejor que inmediatamente después del terremoto de 2010, ya que se hizo un retiro razonado de escombros, se salvó lo que se podía y que estaba en el suelo. Hay un proyecto destinado a que no se caiga el edificio.

LEER MÁS
 
Más Información