Universidad Católica, campeón del fútbol chileno, se enorgullece de que su éxito se basó en la confianza entregada a muchos jugadores formados en sus divisiones inferiores, como Nicolás Castillo (23), Stefano Magnasco (23), Guillermo Maripán (22), Jaime Carreño (19) y Jeisson Vargas (18).

Al igual que los cruzados, otros clubes como O'Higgins, Palestino, Wanderers, Huachipato, Audax Italiano y Unión Española también aprovecharon los proyectos que han forjado, pero sus resultados fueron disímiles.

En ese sentido, aunque Colo Colo sólo tuvo a dos canteranos —Esteban Pavez y Claudio Baeza— como titulares en el último semestre y la mediocre U de Beccacece a ninguno, hay varios elementos que permiten asegurar que los equipos de Aníbal Mosa y Carlos Heller poseen las mejores divisiones inferiores en Chile.

Sin espacio para apuestas

Anualmente, Azul Azul dispone de un presupuesto de $ 1.400 millones en la formación de nuevos valores, y Blanco y Negro de $ 1.200 millones, en once categorías desde Sub 8 a Sub 19.

El presupuesto de Universidad Católica es cercano a los mil millones, mientras que fuentes que conocen la industria estiman que el gasto promedio del resto de los clubes con buenas canteras fluctúan entre los $ 350 y $700 millones.

Esa diferencia se puede graficar. Considerando todas las selecciones juveniles que han disputado campeonatos internacionales en los últimos cinco años, el aporte de los "tres grandes" es superior: la U con 26 jugadores, la UC con 22 y Colo Colo con 18, muy por sobre sus escoltas, O'Higgins (10), Audax (8) y Palestino (6).

Asimismo, han dominado los torneos juveniles organizados por la ANFP: los albos tienen 12 títulos en todas las categorías, los azules 11 y los cruzados 4; sólo Wanderers y O'Higgins han levantado más de una copa en todas las categorías.

¿Pero por qué eso no se refleja a nivel adulto? "Por la imperiosa necesidad de ganar que tienen", responde Sabino Aguad, ex gerente deportivo de Colo Colo, la U y Palestino. "Sus entrenadores no pueden arriesgarse poniendo en cancha a muchos debutantes como sí lo hace el resto que, por el contrario, se ve en la necesidad de echar mano a su cantera para no gastar demasiados refuerzos".

No es coincidencia que en el último torneo Wanderers haya ocupado más canteranos que nadie (13), en un semestre donde uno de sus principales accionistas, Nicolás Ibáñez, retiró su inversión.

Lo de Católica tampoco es coincidencia. Aunque su balance anual fue mejor, su flujo de dinero sigue siendo inferior; en 2015 arrojó entradas por $ 9.677 millones, inferiores a los $ 15 mil millones de Colo Colo y $ 13 mil millones de la U.

"Por eso la UC recurrió a juveniles. No se podía dar el lujo de comprar tanto", sostiene un conocedor del mercado.

Juveniles millonarios

"La gran diferencia —apunta Carlos Pedemonte, jefe de cadetes de Colo Colo— está en que en un club como el nuestro, el buen rendimiento de un joven le puede significar alcanzar una alta valoración de mercado y saltar al extranjero directamente. Mientras, en un club más chico, antes de ser exportado, suele dar un paso intermedio en uno de los grandes".

Basta con ver el caso de Angelo Henríquez, a quien el Manchester United "reservó" cuando tenía apenas 15 años. Bastó con que empezara a destacarse como profesional para que el negocio se concretara, reportándole a las arcas de Azul Azul 5,5 millones de dólares. La mayor venta de un juvenil chileno en la historia.

En los últimos años, los azules también recibieron US$ 2,5 millones por Igor Lichnovsky (Porto de Portugal) y Luis Felipe Pinilla (Unión Berlín de Alemania).

Católica facturó US$ 3 millones por Nicolás Castillo (Brujas de Bélgica), US$ 500 mil por Stefano Magnasco (Groningen de Holanda) y US$ 350 mil por Francisco Sierralta (Udinese de Italia). Y Colo Colo ganó US$ 2 millones por Diego Rubio (Sporting de Portugal) y US$ 250 mil por César Pinares (Chievo de Italia).

De a poco el resto se ha ido aventurando, pero todavía no logran competir; destacan las ventas de Cristián Cuevas (O'Higgins) por US$ 2 millones al Chelsea inglés y Carlos Labrín (Huachipato) al Palermo italiano por US$ 500 mil. En su mayoría se juegan por enviar a sus proyectos a probarse unos meses con la "promesa de compra". Apuesta que, en casos como el wanderino Andrés Robles (Atlético Madrid de España) y el sanfelipeño Ignacio Jeraldino (Parma de Italia), no redundaron en negocio.

Un experto en la industria de cadetes aclara que los cálculos no son tan sencillos. "En este mercado no se pueden estimar cifras exactas de ganancias, porque un jugador joven es siempre un ingreso potencial. Hasta que sean vendidos se consideran como gastos administrativos".

En ese sentido, Alberto Gutiérrez, ex director de fútbol joven y gerente de Speedworks, establece tres instancias en las que un club puede ganar con cadetes: "La primera y más simple es que juegue, se valorice y se venda".

"La segunda es si el juvenil rinde se transforma en un activo, por lo que se evita gastar en otro profesional".

"Y, la tercera, es cobrando derechos de formación —que se cancela una vez hasta que tiene 23 años— y derechos de solidaridad, que es un pago eterno cada vez que es traspasado a otra asociación".

"Por eso los resultados son siempre positivos para los grandes, con una venta importante pagan muchos años de inversión. De hecho, Colo Colo sigue recibiendo dineros de la venta de Arturo Vidal en 2007 (US$ 10 millones)", añade Aguad.

Representantes a la carga

Un futbolista joven es inscrito por su club desde los 8 años en los registros de la Federación de Fútbol. Desde ese momento, un club grande gasta alrededor de 5 millones de pesos anuales para desarrollarlo, y $ 50 millones en total, entre indumentaria, alimentación, educación y hospedaje, hasta que alcanza la mayoría de edad y llega al primer equipo.

Sus primeros contratos se producen entre los 15 y 18, que no debe superar los tres años de acuerdo a lo establecido en el Estatuto del Jugador; los primeros sueldos van desde los $ 200 mil a los $ 500 mil, aunque ahí entra cada vez en juego el mundo de los representantes, quienes han comenzado a aparecer en escena cada vez más temprano.

"Es un dilema que está ocurriendo en todo el mundo. Cada vez tenemos más agentes de niños de 12, 14 años, que llegan con cuentos de esperanza de millones y fama instantánea, pero no se preocupan de que estén preparados para dar ese salto", advierte Luis Ahumada, jefe técnico de las selecciones juveniles nacionales. "La prioridad debe ser que crezcan como personas y de ahí ver los intereses económicos de los clubes".

En una industria que depende de ganancias y excedentes para sobrevivir, eso suena cada vez más como una utopía.

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