Tener tanto poder es un problema porque no hay que convencer a nadie, y por eso se cometen errores". Ex dirigente Azul Azul

Fue su apuesta.

Creía que era un profesional por el que valía la pena jugársela y le dio plenos poderes y facultades, incluyendo un contrato millonario para un entrenador debutante.

Luego, lo sostuvo y lo defendió cuanto pudo, pero percatado de su error, intentó solucionarlo, aunque al final quedó sin margen de maniobra y Carlos Heller tuvo que seguir con Sebastián Beccacece como entrenador del equipo que preside.

"Anoche no dormí, me desperté mil veces pensando en la reunión de directorio, en si tomamos la mejor decisión o una mala decisión", confesó ayer el dueño del grupo Bethia en la conferencia donde confirmó al argentino por al menos 6 meses más en su cargo.

Pero lo cierto es que esas decisiones al interior de Azul Azul son cada vez más personalizadas.

El golpe del Mariscal

En la última junta de accionistas, el "hellerismo" se fortaleció. Ya sea por nexos económicos o filiales, Heller domina 7 de los 11 sillones del directorio y tiene más de un tercio del control accionario, casi 69% entre Sociedad de Inversiones Alpes y Asesorías e Inversiones Sangiovese.

Este predominio se consolidó con la compra en abril del paquete que pertenecía a Peter Hiller, quien hoy apuntó en dos matutinos lo mismo, de diferente manera: "Vendí porque mis opiniones iban en contra de la mayoría, no me sentí escuchado".

Hiller no era antagonista declarado, pero históricamente se alineaba con la facción que lideraron Federico Valdés y José Yuraszeck en la exitosa época con Jorge Sampaoli como entrenador... cuando Heller era el opositor.

Sin embargo, en el círculo cercano al presidente asumen que voces críticas como la de Peter Hiller "son esperables, sobre todo en los momentos de malos resultados deportivos".

Lo que a Heller le dolió más, y sorprendió, fue el otro director que abandonó la mesas, Alberto Quintano.

El Mariscal llegó hace un año como director independiente, aunque "sugerido" por el presidente gracias a su control accionario. Quintano es su mayor ídolo y el jugador al que idolatraba de niño, cuando se colaba en los vestuarios del "Ballet Azul" acompañando a su padre Agustín, dirigente del club en los 60.

Que Quintano justificara su salida, hace dos semanas en Radio Cooperativa, diciendo que "sentía que mi aporte era menor y no lograba influir sobre decisiones que para mí eran importantes" le llegó de manera personal.

Es lo que hay

"Tener tanto poder es un problema porque no hay que convencer a nadie, y por eso se cometen errores", asegura un influyente ex director de Azul Azul sobre la situación actual de la institución. "Y mientras haya un controlador del 70%, no se va a solucionar".

Aunque Heller busca los consensos al interior del directorio, y públicamente habla de decisiones consensuadas, en la práctica eso no siempre se cumple. Las quejas de Hiller, que tenía influencia accionaria, y Quintano, cuyo peso emocional era potente, así lo reflejan.

También lo ocurrido con Beccacece, con quien no hubo novedades hasta que el jefe regresó de EE.UU.

Heller se jugó un carta grande que hasta ahora no ha resultado. "Lo bueno, o lo malo, es que sólo él puede solucionarlo", dice una voz en Azul Azul. "Al final, es lo que hay".

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Luis María Bonini tenía decidido quedarse en Chile. Sin embargo, hasta hace unas semanas ese futuro estaba en los medios de comunicación, la plataforma en la cual se posicionó tras adquirir fama como ayudante de Bielsa en la Selección.

Según cuentan en Azul Azul, al PF le costó tomar la decisión. No por un tema monetario, sino porque se había acostumbrado a las luces, cámaras y micrófonos. "Se sentía muy cómodo", apuntan, también consciente de que volver a la banca siempre conlleva dolores de cabeza, polémicas y presiones.

Fue justamente eso lo que lo convenció de aceptar la oferta de la U y situarse como "un segundo al mando potente" para Beccacece. "Usando un término futbolero, le picaron las patitas ante la opción de volver al ruedo, volver a sentir esa adrenalina", añade una fuente.

Por eso también pesó más la oferta azul que la de Colo Colo, que lo tentaba con su gerencia deportiva, un puesto que incluso sería mejor remunerado.

Pero el "Profe Bonini" no quería trabajo de oficina... necesitaba volver al ruedo.

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