"No me di cuenta en qué momento murieron y por eso los amarré, luego les di agua, pensando que podían salvarse; puse el oído en sus pechos para escuchar su corazón, pero no reaccionaron. Entonces me senté en el living y fumé durante todo el día; me tomé una botella de pisco que tenía. No sabía qué hacer, ya no pensaba".

Este es el parte de la confesión que Hugo Humberto Bustamante Pérez (51), hizo ante Tribunal Oral en lo Penal de Viña del Mar, de los hechos ocurridos el martes 18 de enero de 2005.

Cuando se sentó en su sillón, Bustamante Pérez había asesinado a su pareja, Verónica Vásquez Puebla, degollándola y golpeándola violentamente; y a su hijastro Eugenio Honorato Vásquez, de sólo 9 años, estrangulándolo.

Hoy, a once años de los hechos, Bustamante Pérez es uno de los más de 1.800 beneficiados con libertad condicional decretadas por las distintas Cortes de Apelaciones del país, y que ha provocado una polémica entre el Poder Judicial y el Gobierno.

"Un hombre peligroso"

Bustamante no sólo asesinó a su pareja y al hijo de ésta, sino que ideó un plan para hacer desaparecer los cuerpos.

Inmediatamente después de los crímenes utilizó un tambor metálico de 200 litros —que utilizaba para guardar agua— para introducir los cuerpos. Como de buenas a primeras esto no le resultó, golpeó a la mujer y al niño en diversas partes del cuerpo con un palo para poder meterlos. De acuerdo a la autopsia, madre e hijo presentaban diversas fracturas.

Además, les cubrió la cabeza con bolsas plásticas y los ató de pies y manos.

Una vez que pudo introducirlos en el tambor, lo rellenó con cal y lo tapó. Así los dejó por en el living de la casa que compartían en el sector Hipódromo de Villa Alemana.

"Estaba confundido y por eso mantuve los cuerpos algunos días hasta que comenzaron a despedir mal olor", indicó ante el tribunal.

Salió y visitó varios corredores de propiedades hasta que pudo arrendar otra vivienda en Villa Alemana que, según su posterior confesión, cumplían los requisitos ideales para deshacerse de los cuerpos: un patio amplio y una pandereta alta que para evitar la mirada de los intrusos.

"Le pagué 5 mil pesos a un fletero y le dije que el tambor contenía antioxidante para papas fritas", recordó. Fue, en el patio, donde finalmente enterró a sus víctimas. Una semana después, el 26 de enero fue detenido por la policía.

Según la crónica policial de aquella época, Bustamante Pérez era considerado un hombre "extremadamente peligroso", lo que obligaba a Gendarmería a trasladarlo cada vez que tenía que ir al tribunal con doble grilleta y escolta reforzada. Ya había pasado 10 años en la cárcel cumpliendo dos condenas por robo con fuerza y hurto.

Homicidio simple

En un primer momento, el Tribunal de Garantía había suspendido el juicio contra Bustamante por problemas mentales, esto ya que un diagnóstico médico de 1993 señalaba que tenía alteraciones de su personalidad. Sin embargo, la decisión fue revertida.

Durante el juicio, el autor confesó los crímenes. Dijo, que había sido por dinero.

Según su testimonio, los problemas con su pareja —con quien llevaba tres años— habían empezado cuando tuvo que pedir créditos en dos bancos y vender un negocio para poder entregarle a la mujer cerca de $4.5 millones para que ésta pudiera pagar su casa.

Cuando ésta, años después, vendió dicha propiedad en $7 millones, el hombre pidió la devolución de su dinero. "Cuando le dije que iba a sacar mi plata me golpeó. Ella era de la estatura mía, pero más gruesa y entonces me defendí", señaló en medio del juicio.

Cuando las agresiones y gritos comenzaron en el dormitorio de la pareja, el hijo de la mujer entró a defender a su madre, que se abalanzó sobre Bustamante Pérez.

"Lo tomé fuerte con la otra mano y lo apreté contra mi cuerpo también", dijo como justificación del asesinato del menor.

A pesar de las pruebas y del testimonio del asesino, el tribunal optó por condenar a Hugo Bustamante por "homicidio simple", lo que implicó que al cumplir cierta cantidad de años preso, pudiese optar a beneficios carcelarios entregados por la Comisión de Libertad Condicional de la Corte de Apelaciones de Valparaíso el pasado 29 de abril.

Cuando le preguntaron por qué había actuado con tanta violencia, respondió que sólo había escuchado un "pito" en la cabeza y que parecía estar soñando: "Era como si estuviera viendo una película", dijo.

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Libertades condicionales

Bates cuestiona que jueces decidan beneficios carcelarios

En medio del debate por las libertades, el ex ministro de Justicia Luis Bates dijo que "a los jueces no les corresponde intervenir en la definición de este beneficio, por ser una tarea esencialmente administrativa".

Explicó que en esta nueva institucionalidad, en la que ya no intervienen los seremi de Justicia, "los jueces están obligados a otorgar o no la libertad condicional a un preso, basándose sólo en información gestada y recabada por funcionarios administrativos de Gendarmería de Chile y en un lapso de 24 horas".

Bates aseguró que la función de los jueces es aplicar una ley general a causas particulares "de manera individual y resolver, escuchando a las partes y apreciando las pruebas. Pero acá, los están poniendo a emitir pronunciamientos respecto de listas masivas, pudiéndose cometer errores". Y añadió: "se debe analizar la institucionalidad de la libertad condicional o eliminar a los jueces de esta integración, ya que no es parte de su función resolver listas al voleo y con criterios cien por ciento administrativos, porque pueden cometerse errores al conceder este beneficio, ya que son casos donde no se conoce el proceso.No me gusta que se dañe el prestigio de los jueces por circunstancias como ésta".

Asimismo, respaldó al presidente de .

la Corte Suprema, Hugo Dolmetsch, en su decisión de no dar explicaciones al Parlamento. "En virtud de la separación de poderes, no corresponde que lo citen.".

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