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Todos los que han trabajado con Jorge Becker (38) están consternados. Desde Gustavo Meza, quien fue su profesor entre 1996 y 1999, hasta el director Matías Lira, con el que filmó "El bosque de Karadima" (2015). Padece una leucoencefalopatía, enfermedad que afecta memoria, habla y sistema motor (ver recuadro).

Estaba ensayando para el musical "Happy End" —que debutó el 18 de marzo en el GAM— cuando se enfermó. La obra siguió con éxito dirigida por Álvaro Viguera, con Gloria Münchmeyer y Bastián Bodenhöfer en el elenco.

Trinidad González y Paula Zúñiga, sus eternas compañeras en Teatro en El Blanco, lo acompañan día a día.

Guillermo Calderón, quien lo dirigió en "Neva", "Diciembre" y "La reunión" viajó desde Nueva York, donde está radicado, apenas se enteró de su estado de salud. "Está muy optimista y muy motivado, pero está súper debilitado. Ya no puede ver, pero algo se comunica. Siempre mateo, esforzándose para hacer lo que le piden. Quizás está muy inhabilitado para caminar, pero con mucha fuerza lo intenta. Está súper curioso, porque es el mismo esfuerzo que hace como actor cuando trata de aprenderse textos muy complejos; pero ahora no está luchando por una obra de teatro, está luchando por un cerebro que está destruido", cuenta Calderón desde EE.UU.

A pesar de su delicado estado, Becker conserva una energía poco común y muestra signos de evolución. Trinidad explica: "Su recuperación es lenta, pero estamos todos esperanzados en que se va a recuperar. Los médicos también. Jorge está trabajando con un tesón y un sentido del humor único. Hay una disciplina con la que está enfrentando su recuperación".

Bueno para la talla

Desde que comenzó a estudiar teatro en la Academia Teatro Imagen, a mediados de los 90, llamó la atención. "Hay un prejuicio generalizado en el arte dramático y cinematográfico: Los que son bonitos son malos actores. La típica figura del tonto bonito. Pero Becker era bonito y muy buen actor", recuerda Gustavo Meza. "Además, es sencillo. Bueno, esa es no la palabra. Tampoco humilde, porque él no le andaba pidiendo perdón a nadie. Podríamos decir que no era engreído".

Su carácter abierto y risueño sólo ayudó a potenciar su talento. "Tiene una cosa de organizador. Y al ser el teatro un oficio colectivo le favoreció su tendencia a formar grupo". De hecho, todos los que lo conocen lo describen como divertido y bueno para la talla, que no intelectualizaba el teatro.

Hippie formal

Fue en 2006 cuando el Becker —como lo conoce su círculo de amigos— se encontró con Calderón, director y dramaturgo. "Me invitaron para participar en la obra «Neva», fue una amistad que partió en medio del trabajo, en una época en que Becker era una especie de actor nuevo. Se movía muy bien, con mucha energía", recuerda.

"Enganché mucho con él porque es muy cariñoso, divertido y sobre todo muy profundo".

Con esa obra recorrieron Europa; se presentaron en el Teatro de Milán, en el Festival Contemporáneo de Módena, en el Festival de Nápoles e incluso en el Teatro de Seúl, en Corea del Sur.

"En esos viajes se forjó nuestra amistad, conociendo ciudades, perdiéndonos en calles de distintas partes. Nunca conocí a una persona tan ubicada geográficamente como él, aterriza en lugar nuevo y, automáticamente, conoce toda la ciudad, sin mapa. Es un genio de la orientación".

"Su estilo hippie-formal le da un aire hipster, desde antes de que fuera moda", añade Calderón. "Pero su característica principal es su inteligencia. Es un súper mateo, un actor profundo, en el último tiempo estaba interesado en escribir guiones y hacer su primera película".

Es justamente el cine lo que antes de su enfermedad había mantenido ocupado a Becker. Estudió cine en la Escuela Internacional de Cine y TV en La Habana, Cuba.

Según Calderón, Becker siempre está trabajando en algo nuevo. "Es una especie de gato nocturno, aparece y desaparece libremente".

Su vida personal la mantiene bajo reserva. "Tiene un pasado un poco difícil, demasiado personal, prefiero dejar que él lo cuente cuando se recupere", concluye Calderón.

Baile y cuerpo

Con Trinidad González compartió compañía durante 10 años. "Jorge más que amigo, es parte de mi familia. Estoy con él siempre", cuenta ella.

"Viajamos, compartimos y vivimos lo cotidiano, compartimos la vida entera. En Nueva York se compró una cámara profesional y, como autodidacta, estudiaba fotografía. Siempre estudia y lee, es un tipo muy curioso. Tiene su guión en el velador. Jorge, además, es bailarín, bailó con la Paulina Mellado, y eso es otra cosa que lo está ayudando con su recuperación. Tiene un conocimiento del cuerpo humano que ha sido muy útil", añade.

Lira: "La cámara lo quiere"

Matías Lira lo eligió para interpretar al cura Eduardo Márquez. "Tiene un talento brutal y un compromiso tremendo. Es de esos profesionales que trabajan e investigan, asumiendo todos los problemas que tuvimos, como los cambios de locaciones. Imagínate que estuvo desde en el teaser para conseguir fondos", dice Lira.

"Es impresionante verlo actuar por la fuerza que tiene. La cámara lo quiere mucho y eso es algo que se da no más, no puede planificarse".

Siempre en sintonía

Al crítico y gestor cultural Javier Ibacache el actor le llamó la atención desde sus primeros trabajos, como "Loco afán", montaje basado en la obra de Pedro Lemebel que presentó en 2001 en el Galpón 7. Aunque, reconoce, la mayor notoriedad la logró con "Neva" y "Diciembre".

"Él es un interprete bastante dúctil. Puede trabajar con directores de estilos muy distintos, pero él siempre queda en sintonía con sus lenguajes", señala Ibacache.

Eso se demostró cuando hizo "Hamlet", de Gustavo Meza, traducido por Raúl Zurita, y en los ensayos de "Happy End". "Tuvo una fase muy cercana a la danza contemporánea y trabajos de investigación en torno al movimiento y el cuerpo en escena".

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Alex Espinoza, neurólogo:

"La causa más frecuente es la acumulación de microinfartos"

La leucoencefalopatía es compromiso difuso de la sustancia blanca del cerebro. Y esa sustancia es donde van los cables que transmiten información nerviosa de las neuronas. Pero las causas son múltiples, explica el neurólogo de la clínica Bicentenario Alex Espinoza. "Decir leucoencefalopatía es como decirte que un auto es blanco, pero sin decir ni el modelo ni el año". Sin conocer el caso del actor indica: "La causa más frecuente es la acumulación de microinfartos. Hay pacientes con patologías cerebrovasculares, que pueden ser genéticas. En este caso, el daño puede ser reversible o frenable. Pero hay virus o bacterias que pueden inducir un daño como la multifocal progresiva, conocida como Virus JC. Se produce en pacientes que tienen daño de la inmunidad porque está tomando medicamentos que la bajan, como los corticoides o inmunomoduladores. Y también está el VIH, en un contexto de paciente pasivo y en etapa avanzada. Aunque se retire el fármaco, el daño cognitivo, conductual y de lenguaje es irreversible".

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