Llevo 14 años fuera y la ciudad que yo dejé es muy distinta a la de hoy, es mucho más moderna".
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Al teléfono desde Miami, Alberto repasa con mirada nostálgica sus felices años en el barrio El Golf donde vivió de los 5 hasta los 15 años. "De ese barrio no queda nada. Donde estaba mi casa, en Napoleón con Hendaya, ahora hay un edificio y el cine el Golf ahora es el Hotel Ritz". Y comenta: "De este sector me encanta el Coquinaria (Isidora Goyenechea 3000), me gusta ese tipo de restaurantes con especialidades y delicatessen", sostiene el cantautor que nació en Santiago.

Se fue hace más de diez años a instalar a Miami y cada vez que vuelve a la capital, donde nació, se encuentra con una ciudad que le cuesta reconocer. "Santiago ha ido cambiando tanto que en cada viaje que vuelvo me encuentro con cosas nuevas. ¡A veces no sé cómo llegar a los lugares! Llevo 14 años fuera y la ciudad que yo dejé es muy distinta a la de hoy, es mucho más moderna".

Y prosigue: "Me sorprende toda la autopista debajo del Mapocho que es una maravilla, ha sido un aporte a la ciudad, sin esa costanera sería una ciudad invivible", comenta.

El autor de "Bandido" se define como "totalmente urbano", le atrae la vida de barrio y por eso lo cautiva Providencia. "Me gusta caminar por esas calles con árboles y el café de la esquina. Por eso también me encanta el estilo del parque Forestal y del barrio Lastarria".

Dice que siempre le ha llamado la atención el encanto de Lyon y Pedro de Valdivia. "Las calles de Providencia, con sus árboles, son muy bonitas. Lyon es prácticamente techada de árboles, me cautiva su vegetación".

Cuando viene a Santiago un restaurante que le fascina es Ostras Azócar. "Aquí las machas a la parmesana y las ostras son espectaculares", señala.

Y como la comida peruana "lo trastorna" por su variedad de platos, sabores y texturas increíbles, el Tanaka (Alonso de Córdova 4248) con su mezcla peruano-japonesa lo seduce. "En este restaurante uno no puede dejar de probar el queso parrillero, que es una cosa de locos, y el pulpo al olivo que es otro imperdible".

Alberto sigue como socio del Club de Golf Brisas de Chicureo que visita cuando anda por tierras chilenas. "Es una zona muy bonita con sus cerros y una cancha de golf con 36 hoyos que es una maravilla, espectacular. Si vuelvo algún día a Chile me encantaría vivir allí", confiesa.

Otro entorno natural que le trae muy buenos recuerdos es el Cerro San Cristóbal. "Me encanta, es muy lindo, me acuerdo una vez que escalé detrás de la Virgen y no podía volver, porque era muy empinado".

Como fanático del fútbol, los espacios que añora son el Estadio Nacional y Santa Laura. "Extraño todo, ir al estadio es una experiencia. Echo de menos gritarle al árbitro y abrazar a la persona que tengo al lado cuando hay un gol o una infracción; en fin, todo su ambiente".

Pero sin duda, lo que más extraña es la cordillera de los Andes. "Es un espectáculo de la naturaleza, una maravilla. Cuando amanece despejado con esa cordillera nevada, es una bendición; la echo mucho de menos", comenta al finalizar la llamada.

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Santiago necesita una canción que remueva las conciencias para rescatar lo poco y nada que nos queda de patrimonio".
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Al llegar a la casa de Lucho Jara en Chicureo nos sentimos como en el campo. El silencio, la naturaleza y sus gallinas: Raquel, Juana, Alba y el gallo "Gallo", son parte de su encantadora parcela. También su perro bóxer Hulk, el regalón de la casa, que corre y se pierde entre los árboles. "Tengo una predilección por los espacios abiertos y las áreas verdes", comenta.

Caminando por su enorme jardín nos topamos con las coloridas gallinas y el animador comenta: "Son ponedoras y nos surten de unos huevos extraordinarios, que son el deleite de todos mis desayunos".

El fin de semana su máximo panorama es andar en bicicleta con su familia por Chicureo. "Tenemos un circuito que abarca entre 5 y 10 kilómetros y lo hacemos habitualmente los domingos". "El fin de semana es siempre con algo rico para comer y descansar".

Lucho sabe cuáles son sus imperdibles de la buena mesa en Chicureo. Uno de ellos es la llamativa trattoria Mercatelli. "Es ideal para que los niños jueguen y los grandes conversen, es perfecto. Es todo un ambiente que, alrededor de una exquisita copa de vino y una buena tertulia, siempre agradezco". De sus favoritos en este local están las pastas, el risotto con hongos y los canalones gratinados "que son lo máximo".

En la noche el animador termina a la luz de las velas comiendo con su mujer en alguno de los apetecidos restaurantes de Piedra Roja. Y qué mejor que pasar a "Donde Gilberto" que, dice, tiene los mejores mariscos de la Región Metropolitana. "Como hace más de un año no como carne, mis comidas son la italiana y los mariscos, y mi parada aquí son las ostras, que son una delicia y un chupe de centolla que es fantástico".

Cuando está en Santiago dice que le encantaría que "todo el mundo" probara las pastas de la trattoria Danoi (Av. Italia 1791). "Para mí uno es de los restaurantes más ricos de Santiago, es exquisito y está en un barrio exquisito".

Las pocas veces que está solo reconoce que disfruta pegarse una buena caminata por el cerro San Cristóbal. "Pero mis grandes momentos de meditación son en bicicleta, alrededor de mi casa en Chicureo".

El animador se demora 32 minutos desde su casa a Mega. Durante esa media hora observa la ciudad de madrugada, quieta y silenciosa. "A pesar de que quiero mucho Santiago, temo vivir en una de las ciudades menos amigables que conozco. La congestión automovilística y lo angustioso se adueña de sus calles", lamenta.

Y añade: "Si yo compusiera una canción para Santiago sería una que dijera: ‘Ayúdame a salvar Santiago, ayúdame a recobrar su historia y a resguardar sus barrios'. Santiago necesita una canción que remueva las conciencias para rescatar lo poco y nada que nos queda de patrimonio".

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