Celebrar a Aravena significa celebrar que a una familia se le entrega la mitad de una casa". Felipe de Ferrari

Aclaran que más que una oficina de arquitectos, lo suyo es una especie de colectivo de trabajo. Quizás por eso no sorprenda que hace poco hayan cambiado el departamento que ocupaban en pleno Barrio Cívico —en el Paseo Bulnes— por un estrecho e incómodo garaje en Biarritz, una pequeña calle de Providencia.

Si bien la mudanza fue una coincidencia, el nuevo entorno refleja su postura ante el ejercicio de su profesión. Se trata de «Plan Común», un grupo de 6 arquitectos — todos menores de 33 años— que se está transformando en el recambio de escena arquitectónica nacional.

Felipe de Ferrari, Diego Grass, Kim Courreges, Marcelo Cox, Thomas Batzenschlager y Lucas Mateluna son los protagonistas de este proyecto nacido en 2012, y que hoy está a full: una restauración a un mausoleo en el Cementerio General, una construcción de un centro comercial en San Javier (cerca de Talca), el diseño de una fábrica de galletas y dos proyectos que serán presentados en un par de bienales de diseño en Viena y Liubliana, entre otras obras.

Si bien son conocidos en el mundo de la arquitectura, el miércoles de la semana pasada tuvieron su ‘bautismo público' en el seminario ‘Arquitectura y Política' organizado por el CEP.

Ahí Felipe de Ferrari —a nombre del grupo— sorprendió con severas críticas a Alejandro Aravena, quien hace solo 10 días fue ovacionado tras recibir en la sede de la ONU (Nueva York) el Premio Pritzker. Aseguraron que el profesional se contentaba con mantener el statu quo, más que ofrecer cambios a la práctica de la arquitectura.

—Felipe, en tu intervención criticabas cierta imagen del arquitecto chileno como un ser ‘iluminado'.

—Lo primero que me gustaría decir es que no quiero generalizar respecto a que los arquitectos están operando todos como artistas. Ahora bien, por supuesto hay un grupo, posiblemente algunos muy relacionados con la Universidad Católica, que sí adhiere con esa posición, con que la arquitectura tiene que ver más con una cosa fenomenológica, sensorial, existencial incluso, que con una respuesta más o menos directa al contexto donde se trabaja, al día a día, con la gente que está en la calle. No nos interesa seguir esa trayectoria porque está obsoleta, no abre camino, es construir más de lo mismo.

Aravena y su ‘incoherencia'

—Cuando se supo que Aravena había ganado el Pritzker, ustedes en Facebook pusieron que su proyecto era de "centro-derecha" y que "evita por todos los medios atacar la distribución de recursos".

Kim Courreges (KC): El tema con Aravena es que en su oficina, Elemental, tienen una doble agenda entre los proyectos de carácter público y social y los otros proyectos como lo que llevaría cualquier arquitecto, encargos importantes a nivel internacional. Eso es una especie de incoherencia. En los medios, Aravena es el ‘arquitecto social', pero es el lado B el que no calza con los otros proyectos que realiza.

Felipe de Ferrari (FDF): Acá hay un tema importante: la construcción que hacen los medios sobre una figura como Aravena (...) Se construye una idea de un personaje que en los medios aparece con un carácter que no se condice con lo que conocemos en persona, aparece un personaje con esta impronta social, donde cada latido del corazón lo gasta en una idea social, que está preocupado por los refugiados, etc. Una construcción mediática que no es sólo responsabilidad de Alejandro y su equipo, sino de los medios, donde se ha generado esta mitología sobre una figura que nos parece totalmente falsa.

Y agrega: "El proyecto de Alejandro, Elemental, no es revolucionario, está perpetuando lo que sistema ofrece (...) y eso termina con que una vivienda social es sólo la mitad de una casa, donde la gente la recibe sin agua caliente.

—En ese mismo seminario del CEP, otro arquitecto, Francisco Díaz, decía que Alejandro Aravena era como ‘homeópata'. ¿Están de acuerdo?

Diego Grass: Si nos ponemos paranoicos a la construcción que hacen los medios hegemónicos que quieren que las cosas se mantengan como están, le conviene celebrar a Aravena, tal como les conviene celebrar a Alexis Sánchez. Si celebran a Aravena se descuida que, en verdad, no necesitamos a un arquitecto en puntual, sino que mejores ciudades.

FDF: O incluso, celebrar a Aravena significa celebrar que a una familia se le entrega la mitad de una casa, cuando se le debería entregar una completa. Esta celebración también implica que a un tipo genial se le ocurrió construir sólo la mitad de la casa, porque no se podía más...

—Ustedes hablan de cierta construcción mediática, ¿entonces la llamada ‘generación dorada de la arquitectura chilena' Aravena, Cecilia Puga, Mathias Klotz, Smiljan Radic, no es tal?

FDF: Acá no queremos poner en duda la calidad de los arquitectos nombrados. De hecho valoramos muchas obras de ellos, pero lo importante es que para nutrirse, el panorama global de la arquitectura chilena necesita nuevas publicaciones y nuevas figuras. Lo que se ha intentado hacer acá es reconocer que hay cinco o seis arquitectos más o menos conocidos que tienen caminos muy, muy distintos. No existe tal cohesión en ese grupo. De nuevo, es un intento de los medios. Lo de ‘generación dorada' apareció en Revista Capital donde aparecieron en la portada y uno dice ‘es primera vez que estos gallos están juntos y se habla de generación dorada'.

KC: Encuentro problemático que se hable del personaje del arquitecto, el énfasis como en la ‘estrella' y no su trabajo. Aravena es lo mismo también, como un personaje que cumple con un deseo que hay en el mundo de tener un arquitecto salvando la humanidad.

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