Lo único que se puede esperar a futuro en Chile es que la recolección y reciclaje de chatarra continúen aumentando". Robin Paredes

De no existir estas plantas recicladoras, la chatarra iría a parar a los botaderos y rellenos sanitarios del país, junto con la basura común". Italo Ozzano, gerente general de Gerdau.

Salvo para los propios recolectores y para las industrias del sector, la actividad del reciclaje de chatarra sigue siendo menospreciada y —a lo más— calificada como de sobrevivencia. Sin embargo, en los últimos años ha emergido un creciente número de micro, pequeñas y medianas empresas que se especializan en la recolección de los desechos ferrosos y, para bien del planeta, están contribuyendo a reducir la huella de carbono.

Según cifras del Ministerio de Medio Ambiente, en Chile existen más de 200.000 unidades productivas que han surgido al alero del reciclaje de chatarra. Por simple deducción estadística, esto indica que más de 2 millones de chilenos viven de esta actividad. Tomando en cuenta la tendencia natural que presentan los países desarrollados, "lo único que se puede esperar a futuro en Chile es que la recolección y reciclaje de chatarra continúe aumentando", sostiene Robin Paredes, gerente general de la planta Difeza, la más grande de su tipo que opera en La Pintana.

Mientras tanto, al igual que sus colegas recolectores, Paredes también espera que pronto se legisle "para impulsar la formalización de los recolectores, producir nuevos encadenamientos productivos con empresas recicladoras, e incorporar activamente a las familias y a los gobiernos locales a una nueva cultura medioambiental". Esto, para que el ciclo de la revalorización parta en los hogares, con la separación de los desechos susceptibles de reciclar, como es el caso de la chatarra".

La planta de acopio que administra Robin Paredes en La Pintana, recibe a diario unas 100 toneladas de desechos ferrosos, (en su mayoría de origen doméstico, como cocinas, tarros, latas, refrigeradores, lavadoras, mobiliario, rejas, utensilios y también carrocerías de vehículos), de manos de centenares de recolectores que recorren calles, casas particulares y empresas para cargar sus triciclos y furgonetas con estos enseres, aparentemente sin valor.

Pago en efectivo

Cada recolector recibe unos $30 por kilo de chatarra y el pago es en efectivo, de modo que se aseguran una fuente de ingresos inmediata, por una carga que en la mayoría de los casos llega a los cubos de basura, a la espera de que pase el camión municipal. Los expertos afirman que mientras en Chile el reciclaje no alcanza al 10% del total de materiales desechados, en los países desarrollados —principalmente europeos— esta cifra supera el 80%.

Un par de veces por semana, desde el centro de acopio de La Pintana salen camiones cargados con chatarra seleccionada y enfardada, en dirección a la planta de Gerdau, ubicada en Colina. En los 15 años de vida que lleva la empresa Difeza, no sólo amplió el radio de acción de su planta en La Pintana, sino también introdujo maquinaria especializada para separar y triturar la chatarra, y creó una filial dedicada al transporte de ésta, que es la que se encarga de trasladar la carga hasta Colina. "Por lo tanto, ya somos una mediana empresa, consolidada y con ganas de seguir creciendo", subraya Robin Paredes.

En la planta de Colina, Gerdau paga el kilo de chatarra a poco más del doble del precio base del que pagan en los centros de acopio en La Pintana y en otros centros que existen a lo largo de Chile. Así, casi por arte de magia tales supuestos desechos adquieren la condición de materia prima: alimentan a los hornos eléctricos de Gerdau para producir acero. Finalmente, la chatarra sale al mercado transformada en barras de refuerzo para hormigón, perfiles laminados y alambrón. Esta última, materia prima para fabricar alambre y clavos.

Aunque por estos días el precio del acero está en el peor nivel en cinco años, debido a la baja de la demanda (ocasionada a su vez por desaceleración económica nacional e internacional), las plantas de acopio de chatarra chilenas siguen funcionando normalmente. Eso sí, los recolectores reciben una tarifa más baja por su carga, "porque el precio de la chatarra varía según sea la cotización del acero", explica Robin Paredes.

El año pasado una tonelada de acero se transaba en US$ 54, muy por debajo de los US$ 174 observados en 2011.

Cuatro estadios

Italo Ozzano, gerente general de Gerdau Chile, afirma que la chatarra que reciben en las dos plantas de esta empresa en el país, Colina y Lampa, alcanzarían para llenar cuatro veces el Estadio Nacional al año, volumen equivalente a poco más de 520.000 toneladas de desechos ferrosos. "De no existir estas plantas recicladoras, la chatarra iría a parar a los botaderos y rellenos sanitarios del país, junto con la basura común, agravando los problemas de saturación que ofrecen estos recintos a lo largo del país", señala el ejecutivo. Y comenta con orgullo que la red de acopio de chatarra que han logrado tejer a lo largo del país se extiende desde Arica a Punta Arenas.

"Nuestra empresa no se limita sólo a reciclar chatarra para producir acero, sino que a cumplir una labor social con los recolectores y también un compromiso de sustentabilidad que ha considerado la reducción de los residuos del archipiélago Juan Fernández, Isla de Pascua y de la Antártica, iniciativas sin precedentes en el país", sostiene Ozzano.

Mientras tanto, dice que han debido enfrentar una dura competencia del acero importado, sobre todo del que proviene de China. A esto se suma el ingreso al mercado local de un agresivo productor mexicano, DeAcero, que ha sido acusado de dumping por los productores nacionales. La denuncia está siendo investigada en la comisión Anti Distorsiones al Comercio.

El año pasado el consumo de acero en el país llegó a 2,6 millones de toneladas y de esta cifra la mitad fue abastecida por importaciones desde China. En todo caso, el volumen de compras en China fue inferior en 7% respecto del observado en 2014. La mayor demanda interna por acero provino de la construcción, seguida de las obras civiles y muy atrás por la actividad metalúrgica.

Crecimiento cero

Italo Ozzano estima que este año el mercado chileno del acero tendrá un nulo crecimiento, pero que al fin y al cabo seguirán adelante con los planes de sustentabilidad "ambiental, social y económica".

"La principal materia prima de Gerdau es la chatarra ferrosa que es abastecida por proveedores chatarreros que son micro y pequeños empresarios, por lo tanto, no nos podemos desentender de ellos", afirma el ejecutivo.

Reconociendo que los proveedores no pueden acceder a grandes sumas en capital de trabajo, añade que "Gerdau ha implementado iniciativas para ayudarlos a mantener y desarrollar su negocio". Además, como práctica habitual, dice que la empresa paga la chatarra en no más de 48 horas y que entrega adelantos en caso de que así fuesen requeridos por sus proveedores, con el propósito de darles liquidez.

Dado el alto grado de informalidad con que operan numerosas empresas en este mercado, Ozzano dice que Gerdau ha desarrollado programas para que éstas entren en el mercado formal y de este modo garanticen un abastecimiento seguro. "Fuimos pioneros en la implementación de un Programa de Desarrollo de Proveedores, en 2007, y hemos colaborado en iniciativas de reciclaje inclusivo, como también en actividades de capacitación en salud y seguridad ocupacional, gestión de negocios y conducción eficiente para transportistas y proveedores de chatarra", agrega el ejecutivo.

Con este afán, la empresa editó un manual y una guía de buenas prácticas para proveedores de chatarra, que ha sido difundido entre los miles de recolectores, a lo largo del país.

Como premio por este compromiso, a fines del año pasado Gerdau Chile fue la única empresa siderúrgica en Latinoamérica en obtener una distinción de la entidad Life Cycle Initiative, del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente, "porque ha sido una de las pocas que se ha sometido voluntariamente al test de Ciclo de Vida de su Producto, que consiste en evaluar el desempeño desde la obtención de la materia prima hasta la disposición final de los productos en su fase de obsolescencia", concluye la encargada de medio ambiente de Gerdau Chile, María Sofía Correa.

Tipos de plantas

Nivel de emisiones

Aunque los costos de producción del acero convencional (usina que se alimenta de mineral de hierro) son similares a los que resultan de la chatarra ferrosa (materia prima), existe una brecha considerable en el plano ambiental.

La diferencia está dada por el tamaño de las plantas y la versatilidad de éstas, de modo que las convencionales —por ser mucho más grandes— generan mayores impactos ambientales. Así, comparativamente con éstas, el acero producido a partir de chatarra en hornos eléctricos genera 71% menos CO2, con 52% menos de consumo de energía y 40% menos de consumo de agua, según la Worldsteel Organization.

Por lo tanto, la huella de carbono de las plantas a base de chatarra es de 0,52 toneladas de CO2, por cada tonelada de acero producida, mientras que el promedio de la industria siderúrgica es de 1,9 toneladas de CO2, por cada tonelada de acero producida.

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