Por tener políticas tan igualitarias y estrictas, pierden talentos".

Los norteamericanos parten de la base de que puedes tener problemas en casa".

Las tres son abogadas, mujeres, con experiencia en grandes estudios de abogados o en el extranjero. Ni Katia Litman, ni Carolina Lea-Plaza, ni Carolina Cataldo lograron que sus empleadores aceptaran contratarlas por proyectos. Y cuando buscaron la media jornada, les costó mucho o les fue imposible encontrar un trabajo con esas características.

Las tres dicen que se unieron a Alster Legal —fundada a mediados de 2015 por Andrés Jara— porque el modelo les hizo sentido: crear una empresa de servicios legales online que rompa con la dinámica de las oficinas de abogados tradicionales. Esas que tienen paredes enchapadas en madera, con altos costos fijos, jornadas de trabajo extendidas y donde los socios son mayoritariamente hombres.

Según un estudio realizado a 72 oficinas de abogados locales, hecho por Rafael Mery e Iñigo de la Maza de la UDP que se publica este año y al cual llamaron "Big Law: Estudios de Abogados en Chile", una de las características de este tipo de negocios es su estructura piramidal, donde hay tres asociados por socio. Y dentro de la última categoría, contabilizaron 403 socios hombres y sólo 25 socias mujeres. Cuando se preguntó por qué hay tan pocas mujeres, los encuestados respondieron que la mayoría ve afectada su carrera por "cuestiones de carácter familiar".

¿Qué movió a estas profesionales a apostar por un modelo de negocios que no está probado en Chile? En primer lugar, si bien Alster es la primera plataforma que intermedia servicios legales entre abogados y clientes en nuestro país, la idea ya está probada en los países desarrollados, donde hay muchos de estos verdaderos "Uber legales". Ejemplos sobresalientes son Axiom, VLP, Obelisk Support, Legal on Demand, Lauro, Legal Zoom o LegalDoc. Cuentan con miles de abogados contratados como es el caso de Axiom, elegidos de las mejores universidades de Estados Unidos y del mundo. ¿Qué ofrecen? Costos bajos para los clientes, competir por proyectos y flexibilidad horaria para sus abogados.

En segundo lugar, las tres buscan nuevas formas de insertarse en el mercado laboral sin tener que marcar tarjeta. "Nuestro objetivo es cumplir los plazos y hacer la pega bien", dicen las tres casi como un mantra, a pesar de que fueron entrevistadas en momentos distintos y en diferentes lugares de la capital.

Katia Litman:

"Busqué un trabajo con horario flexible, pero..."

Katia Litman estudió un máster en management en Harvard Extension School para complementar sus estudios de Derecho. Luego ejerció en Nueva York en la fiscalía del BBVA por dos años y medio. "Cuando fallaba la niñera, mi marido, que trabajaba en el Citibank, era el que contaba con una sala cuna para dejar a mi hija, y no yo. Los norteamericanos parten de la base que puedes tener problemas en casa y te dan derecho a días para ausentarte del trabajo en caso de emergencia. Eso en el BBVA no existía porque era otra cultura".

"En 2011 volvimos a Chile y busqué un trabajo con horario flexible, pero no lo conseguí. Lo que encontraba era una especie de maratón por ser socio", cuenta. Finalmente logró un trabajo de cumplimiento legal en un family office de 40 personas que prefiere no identificar, pero la oficina se cerró hace un año. "Allí pude trabajar hasta las 2:00 de la tarde. Esto me sorprendió, porque en Chile lo único que se cumple es que te pagan la mitad, pero no respetan el horario pactado y tampoco te incluyen en los procesos más entretenidos", diagnostica.

Carolina Cataldo:

"La vida puede durar mucho menos de lo que uno cree"

"Estudié Derecho en la Universidad Católica. Apenas pude comencé a procurar —trabajar como ayudante de abogado— para entender mejor la profesión y definirme si quería ser abogada litigante o corporativa. Me saqué un 6 en el examen de grado", cuenta Carolina Cataldo.

Entró a Guerrero, Olivos, Novoa y Errázuriz. Tres años después, en 2011, migró a Cariola y Cía, donde se integró al grupo de temas mineros.

"Mi primer proyecto grande en Cariola fue con Xtrata. Se trataba de la venta de una hidroeléctrica a la australiana Origin Energy. Era una negociación donde participábamos australianos, canadienses y chilenos, que partió en pleno verano… Yo soy de esas personas que si me llega un mail a las 4 de la mañana, lo contesto. El horario era intenso y el participar en proyectos importantes me llenaba de adrenalina, pero llega un minuto en que eso pierde sentido", recuerda.

"Mi segundo hijo —una niña— nació en agosto y mi mamá murió de cáncer ese mismo año, en octubre. Tenía 58 años. Me di cuenta de que la vida puede durar mucho menos de lo que uno cree y me pesó el ya no contar con ella para cuidar de mis niños cuando tenía que quedarme hasta las 10:00 de la noche en la oficina.

Volví a trabajar, pero terminé renunciando porque no quise seguir a ese ritmo", señala. Si bien hubo conversaciones para llegar a una fórmula intermedia, dice que lo máximo que consiguió fue trabajar de 9 de la mañana a 6 de la tarde, "pero tenía que estar conectada. En algún minuto negocié trabajar mediodía en la oficina y en la tarde desde mi casa. Mis jefes de grupo aceptaron, pero cuando lo propusieron en la reunión de socios, la idea fue rechazada porque iban a tener una fila de abogadas pidiendo lo mismo. Por tener políticas tan igualitarias y estrictas, pierden talentos".

A fines de marzo del año pasado comenzó sus estudios de paisajismo y en abril se vinculó a Alster.

"Yo ahora soy advisor. Me llaman por proyectos específicos y no tengo ingresos fijos. Por ejemplo, hice un levantamiento legal de una empresa para ver las cosas que se podían mejorar. Trabajé en el proyecto unas 40 horas y lo que gané equivale al 80% de haber facturado 120 horas al mes en una oficina tradicional ($3,2 millones líquidos)", calcula.

LEER MÁS
 
Más Información