Partieron con 36 hectáreas y hoy ya tienen 700, repartidas en cinco campos de la Región del Maule. Ese es sólo uno de los logros de Frutícola Dosal, que en más de 40 años ha sido una de las empresas pioneras del valle de Curicó en el cultivo y exportación de manzanas.

Su historia se remonta al año 1952, cuando Angel Dosal López llegó de España al entonces pueblo maulino para trabajar en la ferretería de un tío.

Adiós a las parras

Luego, en la primera mitad de los '70, junto con su hermano José Manuel compraron el primer terreno que hoy hace de casa matriz de la sociedad.

Trabajar este campo adquirido para la siembra de manzanos en el sector de Tutuquén en Curicó no fue tarea fácil para los hermanos. "Estaba lleno de parras, porque acá se producía vino y hubo que arrancarlas todas para plantar los manzanos", recuerda Carolina Dosal, la cuarta hija de Angel y gerenta general de la compañía.

No cultivaron uva y sí manzanas, porque en ese entonces había una idea naciente de fruticultura exportadora en el país, pero quizás también influyó el que los hermanos vinieran de Asturias, donde se cultivaban grandes hectáreas de manzanos y su abuelo elaboraba sidra, recuerda Carolina.

La frutícola es hoy una empresa mayormente exportadora. Del millón de cajas que produce al año, un 40% se exporta directamente y el otro 60% se reparte entre otros exportadores y el mercado local, destinado principalmente al consumo interno y a la producción de jugos. Es la fruta que no clasifica para ser exportada, y debe quedar acá", comenta la también vicepresidenta de Fruséptima, gremio que agrupa a productores de la VII Región.

Pero no sólo manzanas tiene la compañía. De a poco se han ido abriendo paso a nuevos cultivos como kiwis, peras y cerezas, aunque la plantación para cada fruto no supere las 50 hectáreas.

La renovación es parte de la empresa, apunta Carolina Dosal, ya que en sus inicios la firma contaba con plantaciones de manzanas de la familia red delicious y granny Smith, pero a medida que se desarrollan nuevas variedades en el mercado se han ido renovando plantaciones e incorporando nuevas variedades como galas y fuji, puntualiza. "El mercado manda", precisa Carolina.

De 1.100 a 2.800 árboles por hectárea

Esto ha llevado, agrega, a que si antes se plantaban 1.100 árboles por hectárea, hoy sean 2.800 en el mismo terreno. Esta nueva forma de cultivar ha traído más comodidad a la hora de la cosecha, sostiene la empresaria, ya que las plantas son más bajas y es más fácil para la recolección de los trabajadores.

Asegura que las escasez de mano de obra es un problema que viene desde hace varios años, "una piedra de tope para la agricultura, ya que la juventud prefiere el trabajo de la ciudad y hay que reencantarlos permanentemente con el campo".

Eso sí, durante los últimos meses la situación ha cambiado, ya que debido a la baja en el precio del cobre muchos trabajadores han vuelto a trabajar en el campo. De hecho podrán contar con gente por este año, ya que "si bien nuestra cosecha va de marzo a mayo, al final esta se extiende hasta octubre, ya que la fruta se guarda en el frigorífico para abastecer la demanda".

Los tropiezos en 42 años

Incendio, falta de agua y electricidad

En sus 42 años de vida, la empresa no ha estado exenta de obstáculos. Uno de ellos es la constante falta de agua: "Cada año los afluentes están más disminuidos; los pozos funcionan, y ya no dan permiso para hacer nuevos, sólo se mantienen los construidos", dice la gerenta de la empresa. Por eso desarrollaron un sistema de riego tecnificado, lo que supone mejor hidratación a las plantaciones de frutas y menor uso de agua.

Otro tema es el precio de la electricidad. Debido al alto costo que genera mantener un frigorífico funcionando todo el año, la empresa posee su propia central de paso. Fue adquirida hace unos 30 años por el padre de Carolina y ha servido en parte para el funcionamiento de la planta matriz. "Nos permite abastecer el 10% de lo requerido en el frigorífico, ahorrando con ello parte de electricidad, pero aun así sigue siendo un costo importante", detalla la empresaria.

Y en 2013 un incendio afectó al frigorífico de Tutuquén. "Se quemó gran parte del lugar donde almacenamos la fruta, así que hubo que reconstruir todo muy rápido. No sé cómo, pero en menos de un año estaba levantado gran parte del frigorífico. Afortunadamente esto sucedió en agosto, cuando estamos en la parte baja de la producción, así es que pudimos cumplir los compromisos", recuerda.

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