Que el texto era un avance, pero insuficiente. Que se necesitaba lo esencial, una justificación de lo que el sector debe creer y por qué, además de un "relato". Esos fueron los reparos —entre otros— que hicieron Hugo Eduardo Herrera y Pablo Ortúzar al documento que la semana pasada analizó el consejo político de "Chile Vamos", titulado "Nuestro Proyecto Político", y que derivó en que ambos quedaran a cargo de redactar un nuevo texto, independiente del anterior, que hoy será presentado al colectivo opositor.

Herrera (41) es filósofo y director del Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales. Ortúzar (30) es antropólogo social y director de investigación del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES).

En el último año, ambos se han instalado entre los referentes de los "críticos intelectuales" de la derecha, han apuntado a que la oposición carece de ideas y que "está muerta". Pese a que a sus cuestionamientos han molestado a parte del establishment, terminaron sumándose a la estructura de "Chile Vamos" dentro de la cuota de independientes.

Para algunos dirigentes y parlamentarios, son cuestionamientos de gente sin experiencia en campañas ni calle; para otros, son un aporte de ideas y contenidos del que el sector no puede prescindir.

Herrera se define de derecha, y en 1993 entró a militar a la UDI a través de la juventud del partido. Se fue en 1998 y se terminó de alejar "por la distancia ideológica con el partido y su discurso neoliberal", dice. Ortúzar se identificó en su adolescencia con el anarquismo y hasta tuvo una banda punk; en el IES trabajó en la traducción del libro "La Gran Sociedad" del parlamentario británico conservador Jesse Norman.

Sus críticas aumentaron luego de un par de intentos de trabajo con el sector, partiendo por la candidatura de Sebastián Piñera que lo llevó a La Moneda, el 2009.

Su ex asesor Ignacio Rivadeneira, que conocía a Ortúzar, los fichó como parte de uno de los equipos programáticos: propusieron a la educación como uno de sus ejes. La idea no fue considerada, pese a que un par de años después el gobierno terminaría empantanado en una crisis detonada por las protestas de los estudiantes.

Un segundo intento ocurrió durante la campaña presidencial del 2013. Herrera y Ortúzar trabajaron en los contenidos culturales del programa de Evelyn Matthei: desataron una breve polémica al proponer limitar los espacios de farándula en la TV y regular su emisión en horarios para menores.

Y el año pasado, cuando las críticas a la ausencia de ideas y contenidos en la derecha se asentaban, intelectuales como Herrera, Ortúzar y Daniel Mansuy, entre otros, frecuentaron seminarios y encuentros. Pese a la reticencia y prejuicios mutuos, nombres como el senador RN Andrés Allamand y el diputado UDI Jaime Bellolio trabaron cierta sintonía con ellos.

"Si te dan la oportunidad de articular tu crítica en algo constructivo, uno tiene que asumir la responsabilidad de lo que ha dicho", dice Herrera al contar por qué aceptó sumarse al consejo político del nuevo bloque opositor.

Ortúzar, después de recibir un llamado del secretario general de la UDI, Guillermo Ramírez, preguntó quién más iba a estar: "Me convenció harto que estuviera Hugo, da garantías de que se puede conversar", dice, y confiesa que si sólo hubiesen estado políticos, "probablemente no habría ido".

Flexibilizar los requisitos para mantener la existencia legal de los partidos y establecer cuotas de género en sus instancias directivas son algunos de los cambios, que no fueron acogidos completamente y que impulsan las organizaciones de la sociedad civil en la discusión legislativa la reforma a la Ley de Partidos Políticos que mañana se vota en la Sala del Senado.

Un grupo de dichas entidades —entre ellas Espacio Público, Ciudadano Inteligente y Comunidad Mujer— reclamó el viernes a la Comisión de Probidad del Senado que se perfeccionara dicho proyecto en cinco aspectos: revisar los requisitos de creación y permanencia de los partidos para facilitar la competencia electoral, que el Servel supervise sus elecciones internas, que sus dirigentes sean elegidos en forma directa, garantizar equilibrio de género en su conducción y sanciones efectivamente disuasivas cuando cometan delitos.

La comisión que dirige el senador Ignacio Walker acogió parcialmente dichas demandas, reduciendo de 0,5 a 0,25 el porcentaje de electores para fundar partidos, pero mantuvo la exigencia de obtener un 5% de los votos o al menos cuatro parlamentarios para asegurar su continuidad.

"Con ello, el proyecto preserva bien el derecho a libre asociación y le da la última palabra a la ciudadanía para decidir cuáles partidos permanecerán", resumió el senador Walker a CNN.

El senador DC señaló que los proyectos de financiamiento de la política y de partidos despachados por su comisión recogieron en su mayoría las propuestas de la Comisión Engel: "Son recomendaciones muy atingentes y siempre las hemos tenido en cuenta, aunque no coincidamos con todas".

María Jaraquemada, directora de incidencia de Espacio Público (que dirige Engel), calificó como "avances muy satisfactorios" los cambios que se le introdujeron ayer al proyecto de partidos al bajar las barreras para constituirlos, "aunque también podrían haberse revisado los de permanencia, pero en fin, nada es perfecto".

También valoró que se permita al Servel supervisar las elecciones internas, que las directivas se elijan por el sistema "un militante, un voto" y que se establezca un nítido catálogo de sanciones.

Aunque lamentó que no hubiese cambios en las cuotas de género, expresó su esperanza de que ello se apruebe mañana en la sala del Senado. Hasta esta semana, el Observatorio Anticorrupción evaluó con nota 5,2 el texto de la reforma a la Ley de Partidos, pero Jaraquemada adelantó que si se ratifican los últimos cambios dicha nota aumentará.